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5 DE FEBRERO... POR UNA NUEVA CONSTITUCIÓN

MEXTEKI

El 5 de febrero es el día de la Constitución de 1917 que reformó la de 1857 que, por cierto, también fue aprobada un 5 de febrero. La Constitución fue producto de la Revolución Mexicana, que fue la primera revolución social del siglo XX. Tuvo un gran impacto a nivel internacional, inspirando a los trabajadores y pueblos de otras latitudes a luchar contra sus opresores. México tomó la iniciativa y se colocó a la vanguardia de los grandes cambios que requería el mundo en el siglo pasado. La Revolución Mexicana plasmó en la Constitución derechos nacionales y sociales, así como garantías individuales que significaron un gran avance para nuestro pueblo.


Durante décadas, disfrutamos de los frutos de la Revolución –educación gratuita, seguridad social– a pesar de que derechos reconocidos por la Constitución de 1917, y que significaron un gran avance, o se han realizado sólo parcialmente o no se han hecho realidad nunca, o han sido negados en las últimas décadas a partir de la imposición del neoliberalismo. Para que esos derechos se conviertan en una realidad tangible para todos y todas, es necesario dar la lucha en el siglo XXI, logrando que dejen de ser letra muerta, para lo cual tiene que instrumentarse un sistema económico, político y social que los garantice a toda la sociedad. Para comenzar, debemos partir de que esos derechos fueron fruto de una gran revolución y que nos pertenecen, a pesar de que, en la actualidad, fueron pisoteados por la mafia Prianista en el poder. Hoy nos toca recuperar lo que nos arrebataron.

Los avances que se lograron durante la Revolución Mexicana se deben a la lucha de obreros, campesinos y de los patriotas mexicanos representados, principalmente, por Emiliano Zapata, Francisco Villa, Lázaro Cárdenas. Los trabajadores del campo y la ciudad fueron los protagonistas de los grandes cambios. Los trabajadores ferrocarrileros y mineros jugaron un gran papel. Para alcanzar la derrota de los dictadores Porfirio Díaz y Victoriano Huerta, fueron determinantes, primero, las victorias de Francisco Villa, en Ciudad Juárez, y de Emiliano Zapata, en Cuernavaca, contra el ejército porfirista, y después el triunfo en Torreón y Zacatecas de Villa y el avance de los zapatistas hasta las goteras de la capital, Tlalpan y Milpa Alta, contra el ejército federal huertista.

Al triunfo de la Revolución, en el enfrentamiento contra el gobierno de la convención que representaba a los sectores populares, triunfaron Carranza y Obregón. A la postre, los ejércitos campesinos fueron derrotados, pero, aun así, su lucha fue determinante para lograr grandes avances en la Constitución de 1917. Venustiano Carranza fue un terrateniente nacionalista que frenó todos los aspectos avanzados de la Constitución, incluso tuvo a bien devolver la tierra confiscada a los hacendados y reprimir a los obreros, como lo hizo con la huelga electricista de 1916.

Posteriormente, Álvaro Obregón cometió una gran traición al firmar el Tratado de Bucareli con Estados Unidos en 1923. Con tal de obtener el reconocimiento de Washington, se comprometió a pagar una deuda externa, muy inflada, de 1 mil 400 millones de pesos, a no tocar los intereses estadounidenses ni a las compañías petroleras, incluso en una cláusula secreta aceptó frenar la producción de motores en México.

Pero el impulso revolucionario seguía vivo. El gobierno progresista y nacionalista de Lázaro Cárdenas logró romper con las trabas de los poderosos, apoyó a los obreros, repartió 18 millones de hectáreas a los campesinos, fomentó el desarrollo industrial, agrícola, la educación, el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Durante todo este periodo, se suspendieron pagos de la deuda externa y se utilizó la inversión para el desarrollo de México. Gracias a las reformas cardenistas, México comenzó a crecer desde esa época, hasta la imposición del neoliberalismo, a una tasa de más del 6 por ciento anual.

Pero vino el retroceso con Ávila Camacho y Alemán y se profundizó con los gobiernos del PRI y los del PAN. A la Constitución le han hecho 741 reformas a 136 artículos, la mayoría regresivas y negativas para los intereses del pueblo mexicano.

Pero lo más importante es que los derechos básicos de los mexicanos no se han garantizado, alimentación, empleo, servicios de salud, educación, seguridad, vivienda, etc., todo ha quedado en letra muerta. Estamos en el Siglo XXI y es necesaria una nueva Constitución que no solo exprese formalmente los derechos, sino que los garantice verdaderamente. Para esto tenemos que organizar a la sociedad de cara al bienestar de cada uno y de toda la sociedad y no para servir los intereses del mercado y de las corporaciones. El problema está planteado y debemos darnos a la tarea de impulsar y organizar un proceso que lleve a un nuevo Constituyente popular y a la aprobación de una Carta Magna que esté enraizada en los intereses y la voluntad del pueblo y en las necesidades de nuestro México soberano. Esa es la tarea que hemos de emprender, en primer lugar, la clase obrera y todo el pueblo organizado. La necesidad de una nueva Constitución ya ha sido planteada por el Congreso de la Soberanía y MEXTEKI coincide con esta demanda ineludible.

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