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75 aniversario del uso de armas nucleares en Hiroshima y Nagasaki. ¡Nunca más! 

Hagamos todo lo que está en nuestro poder para hacer de Canadá una Zona de Paz 

Partido Comunista de Canadá (Marxista-Leninista) 

Con motivo del triste aniversario de los ataques nucleares estadounidenses contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, el 6 y 9 de agosto de 1945, respectivamente, el Partido Comunista de Canadá (Marxista-Leninista) expresa su más profundo respeto a los supervivientes de Hiroshima y Nagasaki y a sus familias. Hasta la fecha, los Estados Unidos siguen afirmando que lo que hicieron la mañana del 6 de agosto de 1945, cuando lanzaron una bomba atómica sobre Hiroshima, y el 9 de agosto, cuando lanzaron otra sobre Nagasaki, fue justo, moral y apropiado, como si fuera posible justificar tales crímenes de lesa humanidad. 



La bomba de uranio lanzada por los Estados Unidos contra Hiroshima mató instantáneamente a 140.000 personas y a más de 237.000 personas por sus ramificaciones. La bomba de plutonio lanzada sobre Nagasaki mató a 85.000 personas en el acto y a más de 70.000 personas más posteriormente debido a la exposición a la radiación y a las lesiones. Miles de personas e incluso generaciones posteriores han sufrido toda su vida por los crímenes cometidos en esos dos días. 

Antes, el 9 de marzo de 1945, 334 bombarderos B-29 habían atacado Tokio con bombas incendiarias de napalm durante la operación Meetinghouse. Más de 100.000 personas murieron ese día y muchas otras resultaron heridas. 

Esos crímenes de guerra sin precedentes no tenían nada que ver con la lucha contra el militarismo japonés, que sufría derrotas en todos los frentes y cuya capitulación era inminente. E independientemente de estos hechos, estos crímenes de guerra y masacres masivas son inadmisibles, sea cual sea la excusa. 

Esta matanza de la población civil en Tokio, y luego en Hiroshima y Nagasaki, fue una amenaza para los pueblos del mundo, en particular los de la Unión Soviética, que los Estados Unidos tenían el monopolio del uso de la fuerza. Después de la guerra de Corea en 1950, los Estados Unidos arrastraron al mundo a la «política nuclear», la política de chantajear a los pueblos para obligarlos a someterse a su voluntad. 

Los Estados Unidos previeron la utilización de armas nucleares para resolver la guerra de Corea y aniquilar a China, pero luego declararon su utilización “impensable” y la discusión sobre su empleo “tabú.” Por lo tanto, afirmaron que esas armas eran necesarias como medio de disuasión y que eran el principal factor de paz en el mundo. 

Se elevó el eslogan de "prohibir la bomba," mientras que se abandonó el trabajo crucial para establecer las condiciones necesarias para preservar la paz. Las reivindicaciones de la posguerra, es decir, la desnazificación y el desarrollo de una economía de paz, ¡se enterraron por el clamor “Ban the Bomb!” 

La Unión Soviética desarrolló inicialmente armas nucleares para contener a los Estados Unidos. Sin embargo, en el decenio de 1960, en lugar de situar la causa de la paz de los pueblos en el centro de la política exterior de las grandes Potencias, la carrera de armamentos reemplazó a la lucha de los pueblos por la paz. Los gastos de armamento se dispararon y los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas también desarrollaron armas nucleares y dieron luz verde a algunos de sus aliados para que hicieran lo mismo. 

Los imperialistas estadounidenses nunca han aceptado nada menos que la superioridad nuclear sobre todos los países del mundo, lo que ha alimentado la carrera de armamentos nucleares y, junto con otras potencias, ha sometido a los pueblos del mundo al chantaje nuclear. 

La política nuclear de las Potencias imperialistas, en particular de los imperialistas estadounidenses y británicos, ha sido alimentada por su anticomunismo de la guerra fría y sus guerras de agresión y golpes de Estado contra los pueblos griego, iraní y guatemalteco, coreano, vietnamita, indonesio y otros pueblos del mundo. Esta política subraya las profundidades de la depravación y la criminalidad a las que Estados Unidos está dispuesto a hundirse para establecer su dominio y a las que Canadá, tanto directamente como a través de la OTAN, se ha adherido desde la Segunda Guerra Mundial. 

La negativa de los Estados Unidos a rendir cuentas por sus actos criminales contra Hiroshima y Nagasaki y su despreocupada búsqueda de dominación con el pretexto de que son la “nación indispensable” hacen de ellos una amenaza aún muy real. La fingida preocupación de los imperialistas estadounidenses por el desarme nuclear y la no proliferación siempre ha sido siempre atenuada por su determinación de conservar la ventaja estratégica y su capacidad de primer ataque en armas nucleares sobre todos los demás países. Lo mismo ocurre hoy. De vez en cuando se hacen declaraciones sobre la reducción de los arsenales nucleares o sobre el abandono de los tratados nucleares, pero todo esto parte de cálculos cínicos para mantener la lucha de los pueblos por la paz, la libertad y la democracia bajo el dominio de su política nuclear. 

Los canadienses se oponen resueltamente a las armas nucleares, hasta el punto de que en 1984 los Estados Unidos tuvieron que retirar sus armas nucleares del territorio canadiense. Los informes indican que entre 1963 y 1972 había entre 250 y 450 ojivas nucleares en las bases canadienses. Unos 108 misiles Genie armados con ojivas W25 de 1,5 kilotones estuvieron presentes entre 1963 y 1984 y, desde su principio, Canadá desempeñó un papel clave en el programa de armas nucleares de los EE. UU., incluso en las armas utilizadas en Hiroshima y Nagasaki. La expansión estadounidense de sus sistemas de misiles antibalísticos (ABM) marcó una escalada dramática de la carrera de armamentos nucleares, ya que el objetivo de tales sistemas es neutralizar los misiles nucleares y convencionales lanzados por otros países y mantener una ventaja en cualquier escenario posible, incluso cuando Estados Unidos ejerce la política de primer ataque de la OTAN. Además, las armas de guerra se han vuelto tan sofisticadas que en pocos años han dejado prácticamente obsoletos los sistemas de defensa ABM dentro de los Estados Unidos, en el Pacífico, a bordo de los buques de guerra en el Mar Báltico, el Mediterráneo y Europa del Este e incluso el sistema Terminal de Defensa de Área a Gran Altitud (THAAD) en Corea del Sur. 

Los canadienses siguen muy preocupados por las intenciones de los sucesivos gobiernos de seguir contribuyendo a los preparativos de guerra de Estados Unidos bajo el engaño de hacer frente a "la evolución de las tecnologías y amenazas." 

Los sucesivos gobiernos traicionan la llamada “¡Hiroshima, Nagasaki, nunca más!” al seguir colaborando con los Estados Unidos, incluso al autorizar los ensayos de sistemas vectores de armas nucleares y permitir la presencia de buques y aviones portadores de armas nucleares en territorio canadiense. 

Con motivo de este solemne aniversario, el PCC(M-L) insta a los canadienses a que se opongan a los preparativos de guerra imperialistas de los Estados Unidos, contra la integración de Canadá en la economía de guerra del imperialismo estadounidense y contra la política de apaciguamiento frente a las agresiones y las guerras de Estados Unidos. 

El PCC (M-L) insta a los canadienses a que se opongan enérgicamente a la participación de Canadá en la OTAN y en los regímenes criminales de sanciones de los Estados Unidos. 

El repudio de los crímenes de Hiroshima y Nagasaki contribuye al profundo sentimiento de los canadienses de hacer de Canadá una zona de paz. Hagamos del eslogan “Hiroshima y Nagasaki ¡Nunca más!” una realidad al unirnos en la acción para crear las organizaciones necesarias para el establecimiento de un gobierno anti guerra que haga de Canadá una Zona de Paz! 



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