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La minería: negocio contra la naturaleza.

Rocío Luna

La biodiversidad mexicana se caracteriza por estar compuesta de un gran número de especies exclusivas. Aproximadamente, la mitad de las plantas que se encuentran en nuestro país son endémicas; es decir, alrededor de 15 mil especies que, si desaparecieran en México, ya no existirían en ningún lado.


Lo que realmente significa es que los reptiles y anfibios tienen una proporción de especies endémicas de 57 y 65 por ciento, respectivamente, y los mamíferos (terrestres y marinos) de 32 por ciento, es decir la riqueza biológica es muchísima y sobre todo maravillosa. De acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), existen 23 grupos de especies endémicas, de los cuales tan sólo en el de las magnolias y margaritas hay más de nueve mil 200 endemismos, dos mil 564 de escarabajos, mil 759 de arañas y dos mil 10 de pastos y palmeras.

Ahora bien, el reconocimiento de la importancia de ecosistemas como bosques, manglares y humedales, así como la urgencia de su restauración es fundamental. No obstante, las industrias que han provocado su destrucción están en una carrera para hacer nuevos negocios, lo cual aumentará la devastación. La receta se llama ahora “soluciones basadas en la naturaleza”. Es una nueva ola de venta de servicios ambientales, de expropiación y privatización de bosques, tierras y territorios, inventando áreas para “secuestrar” carbono, para imponer desde transgénicos a monocultivos y plantaciones de árboles".

Sabemos que una gran producción científica acerca del tema de la ecología y el medio ambiente, la emergencia y la magnitud que los problemas ambientales han ganado en las tres últimas décadas la atención de la comunidad científica, organizaciones de la sociedad civil y algunos organismos gubernamentales, y esto ha posibilitado una gran producción científica acerca del tema de la ecología y el medio ambiente, principalmente en relación a como la humanidad se debe comportar delante de la naturaleza.

Pero no se puede avanzar mucho si existe el interés económico sobre la salud ecológica, entre las industrias más contaminantes está la minería que es el megaproyecto de mayor consumo de agua y es su mayor fuente de contaminación. Altera el nivel freático y desplaza las aguas subterráneas. Contamina el agua superficial y subterránea con sales minerales, sulfatos, nitratos, óxidos, aceites, grasas, lubricantes, químicos, explosivos y metales pesados (arsénico, plomo, cadmio, cromo, cianuro y mercurio). Los desechos y las presas de jales almacenan contaminantes que se evapora y la absorben los follajes, los árboles y las plantas; otra se escurre a los ríos o arroyos, o se filtra al subsuelo contaminando aguas y pozos, y otra queda atrapada en la presa. Se producen filtraciones, derrames o fugas de aguas contaminadas. La extracción gigantesca de agua provoca desertificación masiva, sequías y agotamiento de fuentes de agua. No hay mina que no contamine el agua. Es inevitable a una mina y deja el agua inservible para el consumo humano o para la agricultura. Es imposible dejarla en su mismo estado en el que se encontró, así lo describe Gustavo Castro Soto en su artículo “La minería y consecuencias en México” en el 2013, y que en el 2021 no ha cambiado en lo absoluto.

Desde las Fases de Exploración hasta el Beneficio el aire es contaminado. El uso de explosivos emite polvo y material particulado que se transporta por el viento. Igualmente, los químicos y sustancias tóxicos como anhídrido sulfuroso, arsénico, nitrato de amonio, diesel, solventes, acetileno, anhídrido carbónico comprimido, etc., que generan diversos síntomas de enfermedades en las vías respiratorias. Se emiten gases y vapores tóxicos (como dióxido de azufre, de carbono y metano); lluvia ácida; contaminación del aire por la extracción, la excavación, el transporte y transferencia de materiales; el polvo de los caminos sobre casas, escuelas, y sobre los cultivos lo que asfixia a las plantas, árboles y toda producción agrícola impidiendo su reproducción y la generación de alimentos locales.

El aire se contamina con la quema de los materiales y de combustibles fósiles, la incineración, la utilización de maquinaria pesada; las canchas de relaves y los gases tóxicos de la lixiviación; el polvo y contaminantes que levanta el viento sobre la tierra erosionada, la piscina de relaves, caminos y pilas de materiales. La contaminación del agua, del aire, la erosión, la deforestación, la pérdida de arroyos y agua de los pozos, entre otros factores, disminuye drásticamente las posibilidades de producir diversos cultivos. También los animales se envenenan. El agua y los alimentos tienen que ser comprados en comercios y muchas veces a precios muy altos. En el caso de la mina en Paredones Amarillos pretende consumir en 10 años al menos 180 millones de kilogramos de explosivos (180 mil toneladas).

La mina produce muchos tipos de ruido y vibraciones insoportables que afectan la flora, fauna y la salud de los pobladores locales, y en especial de los niños y las niñas. Proviene de las explosiones, de los grandes vehículos, de los molinos y chancadoras, y de todo tipo de maquinaria.

Y por si fuera poco la minería acelera la concentración de la riqueza a costa de destruir el planeta. Las ganancias de las empresas mineras son tales que pueden rebasar los presupuestos de secretarías, ministerios y otras dependencias gubernamentales, juntos de muchos países; y del mismo Producto Interno Bruto (PIB) de varios países juntos. En México, las divisas por la industria minera aumentaron 45.58% (2011) con 19 mil millones de dólares del valor anual de su producción (25% de la explotación de oro, 20% de la plata, 17% del cobre y 38% en zinc, coque, hierro y carbón, entre otros). 209 empresas canadienses con 600 proyectos cotizan en la Bolsa de Valores de Toronto (2012). Canadá es el principal inversionista en México con el 75% de la Inversión Extranjera Directa (IED) en el sector. La minería contribuye con el 4.9% del PIB, ganando 16 mil 717 millones de dólares (2006-2012). México es de los primeros de América Latina y el cuarto a nivel mundial como receptor de inversión para la exploración minera, y que los datos siguen empeorando hoy en día.

Es importante tomar conciencia sobre lo contaminante y ruin que es esta industria y otras ya que la destrucción de bosques, manglares, humedales y praderas naturales, debida a ellas (agropecuaria-alimentaria industrial y de extracción y producción de energía fósil) junto a mineras, megaproyectos viales y urbanización descontrolada, producen una devastación de la biodiversidad sin precedente, que también es origen de enfermedades zoonóticas. Esos ecosistemas son además fundamentales para absorber el exceso de carbono en la atmósfera.

La clave necesaria para favorecer la evolución de una ética de la tierra consiste, simplemente, en lo siguiente: dejar de pensar que el único uso apropiado de la tierra es el económico; examinar cada cuestión en términos de lo que es correcto ética y estéticamente, y no sólo económicamente conveniente. La participación y el beneficio para las comunidades, la región y el país son muy importantes. La nacionalización de la industria minera, para que la riqueza sea aprovechada por México y sus pueblos, además es importante la explotación racional de la minería. Y racionalizar la producción industrial para que mediante la eliminación de la obsolescencia programada se produzcan bienes muy duraderos que limiten el uso de los minerales, eliminando la explotación irracional.

Algo es correcto cuando tiende a preservar la integridad, estabilidad y belleza de la comunidad biótica. Es incorrecto cuando tiende a lo contrario así lo explica Carlos Alberto Franco da Costa en su artículo ¿Ética ecológica o medioambiental? en el 2009 y que debería ser aplicable hoy.

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