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Ultima Confederación de los Pueblos de Anáhuac

Por Eulalia Guzmán

Boletín de Investigaciónes del México Antiguo. Septiembre de 1971


Para la mejor claridad acerca del funcionamiento de la Confederación, se citan los siguientes casos:


Durante el gobierno de Motecuhzoma Ilhuicamina acaeció una serie de lluvias y nevadas continuadas; de las montañas del Este bajaban los ríos henchidos y la laguna subió de nivel; las ciudades isleñas sobre todo, se inundaron, México inclusive. Convocado el Supremo Consejo para que buscara el remedio, se reunieron en la gran ciudad los 30, [1] y se aprobó la construcción de un dique al Este de la ciudad, de Norte a Sur, por entre la laguna, que correría desde Tecpantzinco (hoy Cerro del Peñón) hasta Iztapalapan. Tocaba llevarlo a ejecución, a los tres tlatoanis bajo la vigilancia de Nezahualcóyotl, en cuyo palacio se reunieron con sus respectivos expertos ingenieros; discutieron cómo ejecutarlo: las dimensiones del dique, los materiales, los trabajadores, los ingenieros que dirigirían el trabajo, entre los cuales asistió Xilomantzin de Iztapalapan, y Moquihuix de Tlatelolco, etc. ; y luego, ¡manos a la obra!



En el Códice Mexicayotl, de Alvarado Tezozómoc, hay una referencia a Ilhuicamina, que vigilaba su parte; esto indica que los otros dos vigilaban la suya, y Nezahualcóyotl, el responsable, además, recorría en canoa toda la línea de extensión del dique, vigilando toda la obra, para suministrar lo que faltara: en material, en el número de trabajadores, en alimentos, etc.


Otro caso:


Si surgía un conflicto con otra Confederación, el cual fuera considerado por el Consejo Supremo, como caso de guerra, así por ejemplo, el asalto a las caravanas de comerciantes procedentes de varias ciudades de la Confederación, con robo y asesinatos, los tres ejecutores reunidos en el palacio del Señor de Tenochtitlan, con sus estrategas, planeaban la campaña, y ya listo todo: plan d batalla, rutas, jefes, gente, material, alimentos, etc., se citaban los tres ejércitos, asumía la unidad de mando según lo acordado; pero cada tlatoani comandaba a su ejército.


Otro ejemplo:


Los pueblos de Tepeaca, Acatzinco y otros, peleaban por cuestión de fronteras; vinieron a quejarse a México, cuyo tlatoani era Axayácatl; éste les pidió que trajeran sus viejos papeles desde su fundación; se estudiaron los derechos de cada parte, sobre el territorio en cuestión, según sus historias y documentos, que incluían su ley dinástica. En este último problema ayudó Netzahualcóyotl sobre el sistema dinástico de cada uno de aquellos pueblos; hecho esto, luego fue Axayácatl con sus jueces y señaló las fronteras, las cuales deberían respetarse. Quedó resuelto el conflicto, que de otro modo hubiera surgido la guerra armada entre ellos.


Es pues equivocado decir que Netzahualcóyotl en su tiempo era el arquitecto e ingeniero, y que el Señor de México, en ese tiempo Ilhuicamina, y su pueblo, eran los guerreros y conquistadores. Lo cierto es que, los tres eran todo, auxiliados por sus expertos, y ejecutaban lo ordenado por el Supremo Consejo de los 30 grandes Señores de sus respectivos pueblos, que era la autoridad suprema que los unía.


Como ya se explicó, una función especial del Señor de Tenochtlitlan dentro de la Confederación fue la de arreglar los conflictos internos de cada Señorío confederado, referentes a la sucesión del trono, según las leyes dinámicas del Señorío en cuestión, etc. ; por ejemplo, cuando dos o más pretendientes se creyeran con derecho a él acudían a Tenochtitlan, dijérase como árbitro. Reunidos los tres tlatoanis, el Señor de Tezcoco auxiliaría con sus expertos, juntamente con los demás, en el estudio de la ley dinástica respectiva de dichos señoríos, se determinaría a quien tocaba el trono y al tlatoani de México le correspondía entenderse con los interesados para la aplicación de las leyes y consagrar en Tenochtitlan al nuevo Señor de aquel pueblo, mediante la ceremonia acostumbrada, en el ámbito del templo mayor. (V. Chimalpahin, Anales, 7a. Relación y Códice Chimalpopoca). Problemas semejantes se produjeron en la época de Tízoc y Ahuízotl.


Otro caso:


La construcción del acueducto para introducir el agua potable tomada de los veneros de Chapultepec, que corría desde esos veneros situados al pie del cerro por el lado sur-este; desde allí corría el acueducto , compuesto de dos canales juntos y paralelos sobre una base maciza ancha, en talud, hasta donde formaban la plataforma arriba, dividida a lo largo desde su origen, corriendo por la hoy Avenida Chapultepec hasta entrar en la ciudad por las calles llamadas hoy Arcos de Belén y llegar al lugar donde había una construcción final, que en forma un tanto diferente, se llamó (hasta pocos años ha) el Salto del agua. En este caso se procedió como en el dique.


Otro ejemplo:


Por el año de 1519, Motecuhzoma Xocoyótzin ocupaba el trono de México. Era el mes de abril de ese año cuando llegaron a San Juan de Ulúa los barcos en que venían Cortés y los suyos dispuestos a emprender la conquista de Anáhuac. Tan pronto como desembarcaron, Cortés envió un mensaje a Motecuhzoma, cuya existencia como señor de México ya conocía por noticias de Juan de Grijalva; en el mensaje, escrito en papel, le decía que venía como embajador de un poderoso señor, de quien traía ese mensaje que debería entregarle en propia mano, por lo cual pedía ser recibido en la Ciudad de México (lo escrito en el papel se le había explicado a la Marina, y ésta en náhuatl, al mensajero que lo llevaría a explicar su contenido).


Motecuhzoma convocó desde luego al Supremo Consejo de los 30 grandes señores de la Confederación y presentó el mensaje. El Consejo debería resolver si se recibía a los extranjeros o no.


5a. ULTIMA CONFEDERACIÓN DE LOS PUEBLOS DE ANAHUAC.


El primero en tomar la palabra fue Cuitláhuac, señor de Iztapalapan, y con toda energía dijo que no debían recibirse, por ser gente perversa, que venía a causar grandes daños (pues ya se sabía lo que estaban haciendo en las islas y en el Darién, y en Cuba principalmente).

Según Alva Ixtlilxóchitl, historiador, Calama, joven de 25 años y señor de Texcoco, replicó que él era de parecer contrario, porque según las leyes, a los mensajeros se les debía recibir siempre, aunque vinieran de parte del enemigo, y desobedecer las leyes era un deshonor; y que, si venían con malas intenciones, por eso estaban allí todos ellos, los valientes, para echarlos fuera de su ciudad. Cuitláhuac, dirigiéndose a su hermano Motecuhzoma, pronunció estas palabras: “Solamente te digo, gran señor: No metas en tu casa a quien de ella te ha de echar”.


Se discutió la cuestión y el Consejo resolvió recibir a aquellos extranjeros. Se reunió el obsequio de bienvenida, que una comisión formada por personas de las tres ciudades le llevaría a Cortés en Veracruz, notificándole que sería recibido, y Motecuhzoma, a quien correspondía este caso , quedó encargado de facilitar el viaje a los extranjeros dando órdenes a los señoríos del camino, de Veracruz a México, de que los recibieran de paz, los aposentarán y les proporcionarán guías.


Así fue como antes de la llegada de los españoles en el inmenso ámbito del Anáhuac, se mantuvo la paz interna, entre los pueblos de la Confederación, se construyeron los largos caminos, con sus “paraderos” o mesones que servían como rutas postales, comerciales, militares y rápida comunicación de los pueblos entre sí; adelantaron las ciencias, especialmente la medicina herbolaria, las matemáticas, la astronomía, la agricultura, la legislación, la estrategia y táctica militar, y por otro lado, las bellas artes y la industria, la cultura en general, lamentablemente destruidas por aquella horda de facinerosos.



[1]Eran los 30 señores gobernantes de sus pueblos, que componían la Confederación.

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