Valentina Galeana
En las elecciones del 3 de Julio de 1955 las mujeres en México acudieron por primera vez a las urnas a emitir su voto; el voto femenino en México es un derecho que se logró después de una larga lucha de grandes mujeres que exigieron que se cumplieran sus derechos, (derecho a votar y ser electas) a inicios del siglo XIX las mujeres mexicanas estaban destinadas a casarse, tener hijos, y depender de un hombre para vivir. Solo una minoría de mujeres estudiaban por lo que muy pocas sabían leer y escribir.

En 1916 se llevó a cabo el primer congreso feminista, un espacio en que las mujeres buscaban equidad entre ambos sexos y surgieron grandes mujeres precursoras del sufragio efectivo como Elvia Carrillo Puerto e influenciada por la maestra Rita Cetina Gutiérrez fundadora de la primera secundaria para mujeres en Yucatán y de la organización feminista “siempre viva”, en estas organizaciones se discutían cuestiones sobre la propiedad de la tierra jornadas de trabajo y educación para mujeres.
Seis años después Felipe Carrillo Puerto fue nombrado gobernador del Estado de Yucatán quien compartía convicciones políticas con Rita Cetina y Elvia Carrillo Puerto; tenían el propósito de incluir el debate del voto femenino en las cámaras legislativas.
Otra gran promotora de los derechos de la mujer, Hermila Galindo tras un impactante discurso se convirtió en la secretaria privada de Venustiano Carranza, en ese mismo año Hermila envió al constituyente un escrito en que solicitó los derechos políticos para las mujeres argumentando lo siguiente: “es de estricta justicia que la mujer tenga el voto en las siguientes elecciones de las autoridades porque si ella tiene obligaciones con el grupo social, razonable es que no carezca de derechos, las leyes se aplican por igual a hombres y mujeres: la mujer paga contribuciones, la mujer especialmente la independiente ayuda a los gastos de la comunidad, obedece las disposiciones gubernativas y, por si acaso delinque sufre las mismas penas que el hombre culpado. Asi, pues para las obligaciones la ley las considera igual que al hombre solamente al tratarse de prerrogativas la desconoce y no le concede ninguna de las que goza el varón”.
Sin embargo, al redactarse la constitución de 1917, al discutirse la petición se decidió sin mucha discusión negar a las mujeres los derechos políticos, argumentando, que las mujeres no sienten la necesidad de participar en los asuntos públicos, en este sentido y a pesar de la incorporación masiva de las mujeres al redactar la constitución declaraban, el hecho de que algunas mujeres excepcionales tengan las condiciones para ejercer satisfactoriamente los derechos políticos no funda la conclusión de que estos deban concederse a la mujer como clase, la dificultad de hacer la selección autoriza la negativa, con estos argumentos los legisladores encadenaron los derechos de las mujeres, afirmando que las mujeres no les interesaba los derechos políticos y así se expresaban los congresistas varones a quienes no les interesaba que las mujeres obtuvieran el derecho a votar y ser votadas ya que temían que se rompiera la unidad familiar.
Algunos diputados se imaginaban que las mujeres se interesarían por asuntos ajenos a su hogar por eso había que mantenerlas lejos del juego democrático, los constituyentes realizaron un diagnóstico de la situación de las mujeres mexicanas y las dejaron a su propia suerte por un lado, les negaron el derecho al sufragio, y por el otro, no hubo una propuesta contundente para sacarlas del círculo restringido del hogar, esta postura generaría una déficit histórico respecto a la educación de las mujeres.
Es importante mencionar que durante decenas de miles de años en nuestras tierras del Anáhuac, existió el matriarcado con una característica distintiva: la mujer no sometía ni reprimía, todo lo contrario, desempeñaban sus labores en comunidad en el clan la mujer fue la que desarrollo la agricultura, lo que permitió abandonar el nomadismo y establecerse en aldeas, la mujer participaba activamente en la vida productiva, social y política la fuerza de la mujer era tal que castigaban los hombres perezosos o nocivos expulsandolos del clan, es muy significativo tener claro que no es por naturaleza que la mujer fuese excluida y sometida en los últimos siglos, lo natural es que la mujer cuente con su espacio para su desarrollo y contribución a la sociedad.
No existía un antagonismo entre géneros existían los calpullis o clanes, incluso la máxima expresión espiritual era OMETEOTL (energía dual, mujer-hombre) y vivían en el OMEYOCAN (lugar de la dualidad) y en tiempos de la invasión europea se impuso el patriarcado y así, tras el establecimiento de la propiedad privada comienza la adoración de un dios masculino excluyendo a la mujer, muy distintas las concepciones a las del Anáhuac.
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