Mouris Salloum George
Filomeno Mata 8
En medio de la hemorragia humana provocada por la guerra calderoniana, en 2010 quedó relegada una información cuyo calibre no se ha ponderado socialmente… hasta ahora.
Para abrir boca, partamos de un ingenuo supuesto que consiste en creer que los fondos de retiro de los trabajadores mexicanos, son patrimonio social, habida cuenta que se forman con aportaciones de obreros y empleados y aleatoriamente de directivos de empresas privadas, así como las cuotas de los emprendedores.
Si así es, ¿esos recursos pueden ser inscritos en el privado Índice Mundial de Bonos Gubernamentales (WGBI por sus siglas en inglés)? La marca que hace diez años controlaba este índice era el grupo financiero estadunidense Citi.
De un análisis de aquellos tiempos en publicaciones especializadas, recogemos que algún tipo de bonos en el mercado internacional no gozan precisamente de popularidad y demanda. Se desaíran como bonos chatarra.
Se llevan los fondos y los regresan como “inversión extranjera”
Cuando Enrique Peña Nieto emprendió la obra emblemática de su sexenio, el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, salió basura a balcón: Se financiaría en parte con los fondos para el retiro de los trabajadores. Uno de nuestros colaboradores relató con pelos y señales cómo operadores foráneos idearon papeles y rutas para tomar recursos de esa fuente a fin de retornarlos bajo la figura de inversión extranjera.
Dicho lo cual, vamos a nuestros días de pandemia: Para febrero de 2020, las privadas Administradoras de Fondo de Retiro (Afore) habían acumulado más de 4 billones de pesos. Para mayo se habrían incrementado en más de 200 mil millones de pesos. Sus comadres, las Sociedades de Inversión Especializadas (Siefore), deciden discrecionalmente a que destinos se dirige la inversión.
A la Comisión Nacional del Sistema de Retiro (Consar), seguramente se le notifican aquellas operaciones. Difícilmente, en días de suspensión de actividades no esenciales, a titulares de más de 50 millones de cuentas individuales se les tiene al tanto de sus estados de cuenta. No ocurre ni en tiempos “normales”.
En el océano del Covid-19 abundan los pescadores en aguas broncas. Los hay incluso entre médicos privados y las empresas de laboratorios que los subsidian a cambio de recetar sus productos. Pero esta es otra historia.
730 mil millones de pesos favorecen intereses foráneos
Lo que en esta entrega vale destacar, es que en doce meses recientes, a mayo, el apetito de corporativos extranjeros por dinero ajeno, el de los mexicanos, se disparó de 11.9 por ciento a 17.1 por ciento.
En números relativos, de 464 mil millones a 730 mil millones de pesos. Y contando.
En ese fenómeno inciden la devaluación del peso y mejores rendimientos que en el mercado interno.
Lástima, Margarito, tu cuenta sufrió minusvalías
Ahora bien: En la “normalidad”, la feroz competencia entre las operadoras provoca incesante migración de los ahorradores de una firma a otra, coartada para no tener al corriente la comunicación sobre los estados de las cuentas individuales.
La crisis ocupacional por el coronavirus, ha acelerado la solicitud de disposición de recursos en los saldos Afores para llenar tripa de mal año.
Pero la cuestión es otra: Por ejemplo, en 2017 el Índice de Precios y Cotizaciones (IPC) de la Bolsa Mexicana de Valores registró jornadas con máximos históricos. ¿Repercutieron en los estados de cuenta de los ahorradores?
Mientras buscamos alguna respuesta, tenemos documentado el dato inverso: Cuando el IPC cae, el aviso a los dueños del dinero en el mercado especulativo es: Tu capital resintió una minusvalía. En días de mayo el indicador sufrió caídas de más de 5 por ciento en algunas jornadas.
Y ahí viene, viene, viene, otro mandarriazo: Se cocina la reforma la ley en la materia para que las cuotas se eleven hasta 15 por ciento del salario-aportación patronal.
¡Qué le vamos a hacer! Así funciona la mano invisible del mercado en el planeta neoliberal.
(*) Director General del Club de Periodistas de México, A.C.
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