Héctor Torres González
Los salarios contractuales han perdido poder adquisitivo en -0.94% en 2021. Los salarios contractuales han estado sujetos a topes salariales y no siguen la misma lógica que los salarios mínimos. Los informes oficiales de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social (STPS) dan cuenta que 2021 fue peor que 2020, cuando el PIB se derrumbó en -8.5% y se tuvo la crisis más grande de la historia desde hace casi 100 años. En 2021 la economía se ha venido recuperando, pero tal recuperación no se traduce en mejores salarios contractuales, sino que ésta ha sido a expensas de menores salarios reales para los trabajadores.
Esta endeble recuperación económica va con una alta inflación que golpea el poder adquisitivo del salario. Los datos oficiales muestran también que el número de revisiones salariales sufrieron una drástica caída: en 2018 fueron 8,961, pero en 2019, 2020 y 2021 se caen a 8,580, 6,266 y 5,322 respectivamente. Mas de 3,200 revisiones contractuales dejaron de realizarse de 2018 a 2021.
Pero más grave aún es que los trabajadores que revisan salario fueron 2,160,410 en 2021, cuando en 2020 eran 2,240,236 y en 2019 fueron 2,490,082 trabajadores. Esto significa que casi 330 mil trabajadores no efectuaron revisiones salariales porque fueron despedidos.
Este año 2021 que recién termina ha sido un año que no ha sido benéfico para los trabajadores que realizan revisiones contractuales. El sindicalismo charro plegado a la clase patronal no defiende a los trabajadores y aceptan los topes salariales impuestos.
La ofensiva del capital sobre el trabajo significa que la crisis económica golpeó a los trabajadores y la recuperación económica descansa en el sacrificio de los trabajadores. La recuperación económica de 2021 es injusta para el trabajo.
Si multiplicamos el salario real por el número de trabajadores resulta que los ingresos reales de todos los trabajadores han disminuido en 2021. Y esto significa que hubo menos consumo de los trabajadores, que los trabajadores se empobrecieron y que el aumento de la producción en 2021 se lo apropiaron los empresarios, porque a los trabajadores no solo no recibieron nada de ese incremento del PIB, sino que dejaron de percibir ingresos. Por tanto, el crecimiento económico del 2021 fue repartido de manera injusta y solo produjo mayor desigualdad entre el trabajo y el capital.
En 2022 debe haber un reparto más justo entre el capital y el trabajo de la riqueza generada. Y se debe empezar por aumentos salariales contractuales emergentes que rompan los topes y se avance más rápido en la recuperación de lo perdido, porque el deterioro de los salarios contractuales en 2021 es del 53% con respecto a 1982.
El salario de cotización, el salario promedio que incluye todas las prestaciones de los 20.6 millones de trabajadores que cotizan en el IMSS, prácticamente no creció en términos reales y se estancó. El salario de cotización aumenta en 7.49% y los precios en 7.36%, un aumento de 0.13%, casi nada. Pero hay ramas como las manufacturas, la electricidad y agua, transportes y comunicaciones y los servicios sociales donde el salario de cotización disminuye en términos reales y ello empobrece a estos trabajadores. 2021 tampoco ha sido un año benéfico para los trabajadores cotizantes en el IMSS y que forman parte del sector formal. Los trabajadores del sector informal, que no revisan contrato y que no perciben prestaciones fueron más perjudicados que los del sector formal. Es urgente una política laboral que revierta esta situación y dignifique al trabajo.
Héctor Torres González
enero de 2021
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