BOLETÍN ESPECIAL. CUBA DEBATE 9 DE ABRIL DE 1958
Hace 65 años, Fidel Castro pronuncia un discurso en la Alameda de Paula durante la conmemoración del primer aniversario de la Huelga General del 9 de abril de 1958.
En su intervención, rinde tributo a todos los mártires Patria y a los que cayeron en aquel llamado revolucionario, también exhorta a prepararse para nuevas y grandes batallas en defensa de la naciente Revolución cubana.
Cubadebate y el Sitio Fidel Soldado de las Ideas comparten momentos de aquella alocución.
Familiares de los mártires de la Revolución;
Señoras y señores:
Hace un año, un día como hoy, esta misma ciudad, estas mismas calles, estaban bajo el terror. Desde allá desde la Sierra Maestra, donde también pasamos por el dolor de aquel 9 de abril, imaginábamos la capital de la república y a todos los pueblos de Cuba en aquella noche triste del 9 de abril, en aquella noche triste después de la derrota, en aquella noche triste que significó uno de los momentos más duros de la Revolución Cubana. Me imaginaba estas calles, estas calles que ustedes vieron; me imaginaba aquellas perseguidoras, aquellos carros cargados de criminales, aquellas calles repletas de cadáveres, y aquel minuto de escepticismo general que sigue a las grandes derrotas.
No fue la única que hubo de sufrir la Revolución. La Revolución tuvo muchos días tristes, la Revolución tuvo el fracaso del ataque al Moncada, la Revolución tuvo el fracaso del ataque al Goicuría, la Revolución tuvo el fracaso de la insurrección de Cienfuegos, del desembarco del Corynthia, del ataque al Palacio Presidencial, de la dispersión de los expedicionarios del “Granma” y de la huelga frustrada del 9 de abril. No fue el triunfo del pueblo un triunfo fácil. Muchas veces tuvo que sufrir nuestro pueblo la humillación de la derrota y la represión que siguió a cada una de aquellas derrotas.
Bueno es recordar también cómo se sobrepuso el pueblo a cada una de ellas, porque si bien es cierto que fueron amargas y que muchos hombres valerosos cayeron, también es cierto que nuestro pueblo se hizo un propósito y ese propósito se cumplió a pesar de todos los reveses. Pero aquella del 9 de abril fue la más dura, y fue la más dura porque nunca había concebido el pueblo tanta esperanza como la que concibió aquel día, nunca nos hicimos tantas ilusiones como las que nos hicimos en aquella ocasión. Puede decirse que fue el golpe más duro que sufrió la Revolución a lo largo de todo su trayecto; pero golpe del que supo rehacerse nuestro pueblo, golpe que cuanto más duro fue para nosotros tanto más honra le cabe al pueblo de Cuba haberlo sabido superar (APLAUSOS), porque en aquella ocasión muchos perdieron la fe, en aquella ocasión muchos se desalentaron, muchos creyeron la Revolución irremisiblemente perdida. Y bueno es recordarlo, porque de cada acontecimiento histórico debemos sacar nuestra lección, porque precisamente solo los pueblos que aprenden de los acontecimientos históricos pueden llegar adelante, muy lejos en la marcha hacia adelante (APLAUSOS).
Es bueno recordar las horas difíciles, porque hay dos clases de hombres, hay dos clases de ciudadanos: los que permanecen firmes en las horas difíciles y los que se acobardan en las horas difíciles; dos clases de pueblos: los que creen en las horas difíciles y los que pierden la fe en los momentos difíciles; los que se sumen al carro de los vencedores, que son los mismos que lo abandonan en los momentos duros; los que tienen fe en las horas de triunfo y los que tienen fe y son firmes en todas las circunstancias; los que escriben en la hora del triunfo y los que guardan cobarde silencio en las horas de adversidad.
Nuestro pueblo tiene que estar preparado
Hablo así por la experiencia que hemos adquirido en estos años, y hablo así porque sé que hay muchos pusilánimes, muchos mediocres y muchos timoratos que se acobardan de cualquier cosa y que, apenas se tiene que enfrentar la Revolución a los primeros obstáculos, se desalientan y se vuelven pesimistas. Pienso que nuestro pueblo tiene que estar preparado para todas las horas; pienso que nuestro pueblo tiene que estar preparado para todos los momentos; pienso que nuestro pueblo tiene que permanecer firme frente a todos los obstáculos. Y mientras más obstáculos, más firmes; y mientras más peligro, más firmes (…), y cuanto más infames, más cobardes, más ruines y más repugnantes los ataques de la oligarquía internacional contra nuestra justa Revolución —la revolución más justa, más noble y más humana del mundo—, más firmes. Para que no crean que nos van a acobardar con sus ataques y sus maniobras; para que no crean que nos van a frenar la Revolución con sus ataques y sus maniobras; para que no crean que nos van a derrotar con los millones de pesos que pagan en campaña ruin y cobarde; para que no crean que nos van a vencer escribiendo desde allá sus calumnias, escribiendo desde allá sus calumnias por esos órganos que tienen millones y millones de ejemplares para circular, por esas revistas que cuentan con decenas de millones de pesos y que representan los intereses de los grandes trust y los grandes monopolios explotadores de los pueblos; y que tratan de sembrar la cizaña en todo el mundo, tratan de sembrar la calumnia en todo el mundo y tratan de volver al mundo contra la Revolución Cubana.
Un límite tienen: Pueden llegar a todas partes del mundo, ¡menos aquí! (APLAUSOS); pueden confundir a todo el mundo, ¡menos al pueblo de Cuba! (APLAUSOS.)
Y el pueblo de Cuba, con su Revolución, con su justa causa, aunque lo aislaran, aunque lo trataran de sepultar en la infamia —no por hacer cosas injustas, no por hacer cosas malas, no por ser traidor a su propia historia, no por servir a los intereses extranjeros, no por ponerse de rodillas frente a los poderosos, sino por hacer una revolución justa, por ponerle fin a los privilegios odiosos, por enfrentarse resuelta y valientemente a los grandes intereses creados—, el pueblo de Cuba, aunque lo dejen solo, aunque lo aíslen, siempre permanecerá unido, siempre permanecerá firme y tiene valor suficiente para enfrentarse a todas las calumnias del mundo, y tiene valor suficiente para arrostrar todas las dificultades, todas las campañas y todas las mentiras. Porque el pueblo es no la minoría lesionada por las leyes de la Revolución, no la minoría...
(…) los mártires no se recuerdan con letreros, ¡los mártires se recuerdan con hechos revolucionarios! (APLAUSOS.) Los mártires no se recuerdan con letreros, ¡los mártires se recuerdan con leyes revolucionarias! Los mártires no se recuerdan con letreros, ¡los mártires se recuerdan con una conducta verticalmente revolucionaria! Porque hay quienes gustan de atrincherarse detrás de los nombres de los muertos en pos de mezquinas ambiciones; hay quienes se escudan en los nombres de nuestros muertos en busca de oscuros propósitos, y los muertos no pertenecen a nadie, los muertos no pertenecen a ningún grupo, los muertos no pertenecen a ningún movimiento, ¡los muertos pertenecen a la patria! (APLAUSOS.)
Es bueno que estas cosas se digan, porque muchas veces los nombres de los muertos se han tomado para propósitos infames, y hemos visto cuántas cosas se hicieron en nuestra patria con el nombre de Martí en la boca, con el nombre de Maceo en la boca, con el nombre de Guiteras en la boca, con el nombre de Trejo en la boca y con cuantos mártires ha tenido nuestra patria. ¡Saquemos a los muertos de los grupos y elevémoslos al sitial que merecen en el altar de la patria, donde todos los veneren y todos los respeten! (APLAUSOS.)
Son muchas las batallas que tiene que librar el pueblo para detenerse en problemas subalternos, y por esos conceptos erróneos, por esas desviaciones, se filtran los enemigos de la Revolución, se siembra la cizaña, se siembra la división. Y esos mismos que no saben poner los intereses de la patria por encima de sus intereses personales, el día de mañana son los que nutren las filas de los enemigos de la patria.
(…) Al pueblo no lo engañan, pero a fuerza de repetir, y de repetir, y de repetir, y de repetir, confunden a mucha gente. Es que se valen de toda la técnica y se valen de todos los medios para confundir al pueblo. Que no se vaya a creer el pueblo que esa oligarquía y esos grandes intereses lo van a defender: que no se crean que van a defender a la Revolución, que lo que van a hacer es atacarla, que lo que van a hacer es tratar de difamarla afuera todo lo que puedan y aislarla, y después sembrar dentro el confusionismo.
Es necesario que el pueblo esté muy claro, es necesario que el pueblo esté muy alerta, es necesario que el pueblo aprenda a leer bien claro, y a entender bien claro, que sepa olfatear quiénes son sus amigos y quiénes son sus enemigos, quiénes defienden sus intereses y quiénes son los enemigos de sus intereses, quiénes son los que impulsan la Revolución y quiénes los que tratan de frenarla; porque hay escritos apoyando la reforma agraria, pero cuando ustedes los leen es un escrito apoyando la reforma agraria —porque no se atreven a combatirla de frente—, pero planteando que tiene que ser una reforma de marabú y de Ciénaga de Zapata solamente, una reforma que no toque los grandes latifundios, una reforma que no lesione ningún interés. Hay que estar atento y hay que saber leer.
(…) A medida que los meses transcurran, la batalla de la Revolución será más dura, si no obsérvese la campaña de difamación internacional que se hace a la Revolución.
(…) Está claro que nuestro pueblo tiene que estar muy alerta, que nuestro pueblo tiene que estar muy decidido a defender su Revolución, que nuestro pueblo tiene que estar muy claro, que nuestra juventud no puede perder el tiempo en cuestiones subalternas, que la atención del pueblo no se puede distraer en cuestiones minúsculas, que el pueblo tiene que colaborar con nosotros, que los obreros tienen que colaborar con nosotros.
¿Cuál es la estrategia del enemigo?
¿Cuál es la estrategia del enemigo? Ellos piensan crearnos dificultades en nuestra campaña de desarrollo de la industria nacional, crearnos dificultades en nuestra gran consigna de reforma agraria y desarrollo industrial; ellos tratan, y tratarán por todos los medios, de impedirnos el avance económico. ¿Para qué? Para que haya hambre, y cuando haya hambre poder entonces moverse mejor, poder conquistar adeptos en el pueblo, o sea, hacer pasar hambre al pueblo para que el pueblo le eche la culpa a la Revolución y entonces poder ellos reclutar hombres y mujeres para las filas de la contrarrevolución.
El pueblo tiene que estar muy alerta de que el plan del enemigo es crearnos dificultades económicas para fomentar el descontento, y para reclutar partidarios en las filas de la contrarrevolución. Por eso nosotros necesitamos todo el respaldo del pueblo, toda la colaboración del pueblo, para enfrentarnos a las medidas del enemigo, para enfrentarnos a las maniobras del enemigo, para poder llevar adelante nuestros planes, para poder llevar adelante nuestra reforma agraria, para poder llevar adelante nuestra industrialización.
(…) Deben saber nuestros enemigos que nuestro pueblo está preparado para defender su Revolución. A un pueblo maduro, a un pueblo firme todo el mundo lo respeta. No se respeta a los pueblos débiles, no se respeta a los pueblos inmaduros, no se respeta a los pueblos vacilantes. Por eso tenemos que aprender mucho, por eso tenemos que meditar mucho y analizar mucho, por eso tenemos que aprender las tácticas del enemigo y oponerles a las tácticas del enemigo nuestras tácticas. Ellos cuentan con las ventajas de sus ingentes recursos, ellos cuentan con los ingentes recursos de la oligarquía internacional, ellos cuentan con la prensa de la oligarquía internacional, ellos cuentan con la libertad que hay en Cuba para tratar de sembrar la calumnia desde fuera y desde dentro, la cizaña desde fuera y desde dentro.
Sería un error creer que la Revolución ha vencido las etapas más difíciles, sería un error creer que la Revolución es un paseo. La Revolución entra en sus etapas de prueba, la Revolución entra en sus etapas difíciles, la Revolución entra en la etapa de lucha contra los poderosos intereses extranjeros, contra los poderosos intereses que se oponen a toda revolución, contra los malversadores que se llevaron cientos de millones, contra los criminales de guerra —que son muchos—, contra los descontentos con las medidas revolucionarias.
Con 12 fusiles les ganamos la guerra
(…) De una cosa sí puede estar seguro el pueblo y es de los hombres que tiene al frente, de los hombres que lo orientan en esta hora, de los hombres que lo guían en esta hora, porque son hombres que saben permanecer en sus puestos, porque sabe que son hombres que jamás se han dado por vencidos (APLAUSOS), hombres que se han enfrentado a todos los momentos difíciles resueltamente y con fe en el triunfo.
De una cosa pueden estar seguros y es que ahora tenemos los tanques, los cañones y las armas que ellos abandonaron cobardemente (APLAUSOS). De una cosa pueden estar seguros, y es que con 12 fusiles conseguimos todos los demás fusiles, que con 12 fusiles les ganamos la guerra (APLAUSOS). De una cosa pueden estar seguros los enemigos de la Revolución, de una cosa pueden estar seguros los apadrinados del extranjero, de una cosa pueden estar seguros los contrarrevolucionarios, y es que hoy tenemos los suficientes fusiles para quitarles todos los que traigan (APLAUSOS). De una cosa pueden estar seguros los enemigos de la Revolución, de una cosa pueden estar seguros los criminales de guerra, de una cosa pueden estar seguros los contrarrevolucionarios, y es que tenemos fusiles suficientes para quitarles todos los que puedan comprar o todos los que les puedan entregar (APLAUSOS).
Defendiendo la justicia
(…) Nosotros odiamos el crimen, pero amamos la justicia; somos firmes enemigos del crimen, pero firmes defensores de la justicia. Nosotros actuamos de acuerdo con la ley, y actuamos a la faz del mundo como actúan los que tienen la razón, como actúan los hombres honrados, como actúan los revolucionarios, como actúan los que defienden a su patria (APLAUSOS).
(…) Nos sabemos defendiendo la patria, nos sabemos defendiendo la justicia, nos sabemos defendiendo una causa noble, y en defensa de esa causa noble estamos dispuestos a derramar hasta nuestra última gota de sangre (APLAUSOS), estamos dispuestos a entregar hasta nuestro último átomo de energía. Y el pueblo peleará junto a nosotros porque sabe que el Gobierno Revolucionario pelea junto a él, porque sabe que el Ejército Rebelde pelea junto a él, porque sabe que todos los revolucionarios, porque sabe que todos los militares revolucionarios, pelean junto a él, y pelean en cualquier hora, y pelean en cualquier circunstancia, favorable o desfavorable.
Que no se engañen, que no se ilusionen, porque aquí tienen que pelear de veras (APLAUSOS), y después de pelear tienen que comparecer ante los Tribunales Revolucionarios. Que no se hagan ilusiones, que esas peleas no son para mercenarios, que no se hagan ilusiones, que esos sacrificios no son sacrificios que soporten los mercenarios, porque se probó que los mercenarios nada pueden contra los que tienen la razón, que los mercenarios nada pueden contra los idealistas, que los mercenarios no soportan rigores físicos, que los mercenarios no soportan grandes riesgos, que los mercenarios aman la vida, porque pelean por dinero, que los mercenarios aman la vida porque pelean por intereses, y si pierden la vida pierden el dinero, y si pierden la vida pierden la paga, y si pierden la vida pierden los intereses (APLAUSOS).
El mercenario no es tenaz, el mercenario es cobarde. Y solo mercenarios osarían combatir contra la Revolución, solo mercenarios osan traicionar la patria, solo por dinero se traiciona la patria. Y los que allá andan con el dinero de Batista, el dinero de Trujillo y el dinero de los malversadores; los que allá preparan campañas, preparan maniobras y preparan movimientos, esos que no se engañen, que esta es empresa de hombres idealistas y no de mercenarios, que aquí pelean los idealistas pero los mercenarios no pelean; aquí resisten los idealistas, pero los mercenarios no resisten; aquí pasan hambre los idealistas, pero los mercenarios no la soportan.
(…) ¡La historia de los grandes movimientos revolucionarios, la historia de las grandes revoluciones, no cuenta ningún hecho, ninguna revolución, ningún gobierno, que haya tenido el respaldo inmenso de pueblo, de multitudes y de masas, con que cuenta hoy la Revolución Cubana y su Gobierno Revolucionario!
Ninguna causa justa se vio jamás apoyada de tanto pueblo, ningún pueblo se vio jamás apoyado por tanta historia. Ninguna revolución ha contado con la fuerza con que cuenta esta, la voluntad de lucha con que cuenta esta. Ninguna revolución tal vez haya tenido tantos enemigos, pero ninguna Revolución tal vez haya estado tan decidida a defenderse como está la Revolución Cubana (APLAUSOS).
Y no faltará nunca al pueblo la palabra clara y precisa, no faltará nunca al pueblo la verdad, y habrá que orientarlo muchas veces y habrá que decir la verdad muchas veces, porque el pueblo debe saber que, afuera y adentro, los poseedores de grandes recursos, los representativos de grandes intereses, harán todo lo que esté al alcance de su mano, emplearán todos los medios materiales, todos los medios de cualquier índole y de cualquier orden, todas las mentiras, todas las intrigas, todos los procedimientos y todas las armas para debilitar y vencer a la Revolución.
Sabemos que tenemos que defenderla, sabemos que el camino será duro, ¡pero estamos dispuestos! Somos hombres de lucha, somos un pueblo de lucha, y la lucha no nos amedrenta.Al cumplirse un año del 9 de abril, al cumplirse un año de aquella inmolación heroica de 100 jóvenes cubanos, al cumplirse un año de aquellos bravos que cayeron, ¡y no en vano!, porque aunque sufrimos la derrota, aunque sufrimos la adversidad, supimos levantarnos sobre la derrota. Y lo que nos dio ánimo en la derrota fue el recuerdo de nuestros muertos queridos, lo que nos dio aliento en la adversidad fue el recuerdo de los compañeros caídos, lo que nos dio fortaleza fue pensar en aquellos compañeros que habían quedado en el camino, desde los que cayeron en el Moncada hasta los que cayeron el 9 de abril.
Ningún sacrificio fue estéril, ningún sacrificio fue en vano, porque los compañeros de aquellos muertos del 9 de abril siguieron peleando aquí en La Habana, los compañeros de aquellos caídos el 9 de abril siguieron peleando en las montañas, y aquella derrota en seis meses —primero en tres meses—, se convirtió en grandes victorias militares y en menos de ocho meses se convirtió en gran victoria nacional.
¿Quién lo iba a creer aquella noche del 9 de abril, en medio del terror y de la sangre, en medio del luto y de la tristeza, que antes de ocho meses la patria sería libre (APLAUSOS), que antes de ocho meses los criminales habrían sido derrotados, que antes de ocho meses aquella manada de lobos feroces —tan valientes cuando andaban en la calle asesinando indefensos, tan valientes cuando de asesinar se trataba, tan valientes contra el indefenso— habrían de huir tan precipitadamente la última noche de ese mismo año. (APLAUSOS.) ¿Quién iba a decir aquella noche que hoy estaría reunido aquí el pueblo? ¿Quién iba a decir aquella noche que hoy estaríamos rindiendo tributo a aquellos muertos, a los que ni siquiera pudimos acompañar al cementerio? ¿Por qué? Porque los muertos sirvieron de bandera, porque los muertos sirvieron de aliento, porque los muertos dieron el ejemplo, porque los muertos trazaron el camino. Los muertos del 9 de abril, los muertos de todos los combates de la libertad, los muertos del llano y de la montaña, de la lucha heroica mil veces del llano y de la lucha heroica de las montañas, les señalaron a unos y a otros el camino de la victoria.
Aquellos compañeros que cayeron, estas madres que perdieron a sus hijos, las esposas que perdieron al compañero, los hijos que perdieron a sus padres siempre pensarán con orgullo y siempre tendrán en medio del dolor la alegría de saber que los sacrificios no fueron en vano; que aquellos hombres cayeron para que una nación se irguiera; que aquellos hombres dieron su vida para que una nación viviera.
(…) Si ellos hubiesen contemplado este espectáculo, si ellos hubiesen contemplado este mar de cabezas cubanas que han venido hoy a rendirles tributo, que han venido hoy a recordarlos, a decir presente, si ellos hubiesen podido contemplar el espectáculo de este pueblo de hoy, de esta Cuba nueva, de esta patria que marcha; si ellos hubiesen podido contemplarlo... Mas, no lo contemplaron, ¡pero lo soñaron!; no lo vieron, ¡pero lo presintieron! Por esto lucharon, por esto cayeron.
Y si triste es ver que la muerte sea inútil, cuando ha sido inútil; si triste es ver que los sueños se frustran; si nunca es más amargo el recuerdo de un compañero caído como cuando no se logra el objetivo por el cual cayeron, pocas cosas consuelan y alientan como el espectáculo de ver que un pueblo está logrando los objetivos por los que ellos cayeron. ¡Nada nos consuela tanto como saber que no murieron en vano! ¡Nada nos consuela tanto como saber que su sacrificio está rindiendo los mejores frutos! Y nada nos consuela tanto como pensar que estamos cumpliendo con nuestros muertos, que los sueños se están convirtiendo en realidad, y que hoy podemos decir aquí, al cumplirse este aniversario de aquel día heroico del 9 de abril, que estamos rindiendo a nuestros mártires el mejor tributo, no de palabra, sino en hechos, ¡no en promesas, sino en hechos!
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