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AGUSTINA RAMÍREZ, HEROÍNA DE MOCORITO

Ignacia Riechy “La Barragana”.


Ignacia, la heroína tapatía nació en Guadalajara entre los años 1816 a 1818. Se destacó por su lucha durante la Reforma y la Intervención Francesa. Venciendo los prejuicios de su época ayudó a la Revolución de Ayutla y la de Reforma con las armas en la mano. Posteriormente combatió durante la invasión francesa.



Era miembro de una familia acomodada de modo que pudo tener una vida regalada y cómoda, pero viviendo los problemas de México, las amenazas del extranjero y conociendo el trabajo de los peones en la hacienda de su cuñado, se identificó con el sufrimiento del pueblo, y se comprometió con su suerte y la del país.


Se indignó por la traición de Santa Anna durante la invasión norteamericana en la que nos hizo perder la mitad del territorio y luego se llenó de coraje cuando se autoproclamó “dictador”, entonces se comprometió con la lucha que se inició en la Revolución de Ayutla para derrocar al “Quince uñas” como le llamaba el pueblo a Santa Anna quien de modo ridículo se autonombró “Su Alteza Serenísima”. Entonces involucrándose activamente en la causa, Ignacia fue correo de Pedro Ogazón y colaboró con Santos Degollado durante su gobierno de septiembre de 1855 a mayo de 1856. Luego defendió la Constitución de 1857.


En la Guerra de los Tres Años se relacionó con Ignacio Zaragoza y otros patriotas. Cuando se iniciaba la invasión francesa promovió en Guadalajara que se formara un batallón de mujeres que defendiera a México de la invasión, al no lograr lo que quería, ella misma vistió uniforme y se alistó para ir al campo de batalla. Su amigo, el general Ignacio Zaragoza la incorporó al Estado Mayor de la Segunda División que encabezaba el general José María Arteaga. Los machistas le reprochaban el que como mujer no se conformara con su papel “natural” de madre potencial y enfermera de los hombres heridos en batalla.


Luchaba valientemente, en el combate de las Cumbres de Acultzingo, el 28 de abril de 1862 apoyó audazmente la retirada de Arteaga cuando en ese trance fue hecha prisionera por los invasores franceses y tras maltratarla, la encarcelaron en la ciudad de Orizaba. Luego de estar un largo año presa logró escapar de las garras del ocupante junto con otros jefes del Ejército de Oriente. Regresó a Guadalajara y se alistó otra vez con su jefe el general Arteaga, por sus méritos pasó del grado de teniente al de capitana.


Se cuenta que cuando combatiendo en Jalisco cuando una brigada de caballería huía llena de miedo, ella fue tras ellos gritándoles ¡¡Media vuelta!!… ¡¿Que no somos hombres?! Por cierto, que ella vestía siempre su uniforma militar.


Continuó luchando con Arteaga en el sur de Jalisco y luego en Michoacán participó en la batalla conocida como “la sorpresa de Jiquilpan” o “batalla de la Trasquila” el 22 de noviembre de 1864 en la que los patriotas encabezados por el Gral. José María Arteaga enfrentó audazmente a las poderosos fuerzas francesas comandadas por el general Justin Clinchant, sufriendo una gran derrota.


Por su intrepidez en el combate fue ascendida a comandante de los “Lanceros de Jalisco” jefaturados por el coronel Ruiz Suavia. Continúo la lucha en Uruapan, muy dolida por el desastre de Jiquilpan. Ignacia era querida por la gente del pueblo y fue llamada “La Barragana”. Para recordar a la célebre Juana Barragán, que lucho junto a Morelos en el sitio de Cuautla en 1812 y en otras acciones militares.


En México se guardó en la memoria a Juana quien era llamada “La Barragana” por su apellido. Quien se unió a la lucha por la Independencia, luego de que encontró los cuerpos de sus familiares ahorcados colgados de un árbol. Ella no sabía que su familia estuviese involucrada en la Independencia y, al conocerlo, muy decidida tomo el dinero que habían dejado sus padres y reunió un grupo de campesinos para unirse a las tropas de Morelos. “La Barragana” se convirtió en un mito. Y por eso décadas después a Ignacia le hicieron el honor de nombrarla “La barragana” en memoria de Juana.


Ignacia y los “Lanceros de Jalisco” siguen combatiendo en Zitácuaro a las órdenes de Vicente Riva Palacios. Ahí luchó junto a Nicolás Romero y otros Patriotas. El 17 de diciembre de 1864 marcharon sobre Toluca, donde la mujer, por su valentía provoca la admiración de todos. En la navidad, una brigada de 400 combatientes atacó Toluca y en esa batalla se distinguió Ignacia que combatía bajo las órdenes de Nicolás Romero. Le causaron 38 bajas al enemigo.


Zitácuaro era el único punto de Michoacán que no había caído en poder de los imperialistas, el 14 de enero de 1865 la infantería de Zitácuaro vence en el combate a los imperialistas en Mineral de El Oro. Entonces los Lanceros de Jalisco ofrecieron una cena, en la que en medio de los brindis comenzaron a burlarse de la comandante Ignacia Riechy, divirtiéndose a su costa y riéndose de ella.


Entonces sucedió la tragedia. La cena devino en una terrible borrachera. Se burlaban de ella llamándola “marimacha” y esa noche se excedieron con sus “chascarrillos” y groserías. Las burlas machistas y desconsideradas golpearon tanto el ánimo de esta mujer que estaba deprimida desde hacía dos meses por la derrota de Jiquilpan que abandonando los brindis se retiró a su cuarto.


Ya en su habitación se sentó y escribió tres cartas, una a Nicolás Romero, otra a su jefe Ruiz Suavia y una más a su amiga Felipa Rojas de Guadalajara y además anotó una lista de pequeñas deudas que tenía con distintas personas para que fuesen cubiertos por el pagador. Después de esa despedida, con calma se colocó su carabina en el corazón y se dio un balazo. Así terminó con su vida.


Una mujer que jamás se amedrentó ante las armas enemigas en el campo de batalla, cayó ante las burlas y los comentarios ofensivos de sus propios compañeros junto a los cuales combatía y arriesgaba su vida hombro a hombro.


El 17 de enero de 1865 en el Panteón de Zitácuaro le hicieron honras fúnebres en medio de honores militares, la comandanta fue sepultada ahí, siendo su fosa cubierta de flores por los vecinos del lugar. Los tontos y crueles “compañeros” que se burlaron de ella, nunca se perdonaron su grave error, que les hizo perder a una mujer extraordinaria que ya no pudo vivir la triunfal entrada de Benito Juárez a la capital, el 15 de julio de 1867 con la que se coronó la victoria contra el ejército más poderoso del mundo: el francés, gracias a la lucha de mexicanas y mexicanos como la comandante Ignacia Riechy. Ella se sacrificó y hoy pocos se acuerdan de su nombre.


Ignacia Riechy, luchó heroicamente como oficial del Ejército de Oriente.  Fue una oficial distinguida por Arteaga, Riva Palacio y Nicolás Romero, apodado “El León de las Montañas” quien por cierto fue hecho prisionero a las dos semanas el 31 de enero en la cañada de Papazindan y fusilado el 18 de marzo en la plazuela de Mixcalco, en la Ciudad de México. Desgraciadamente también pocos meses después, el 13 de octubre el General Arteaga, a quien le decían “El Gordo” por su enorme tamaño y peso, fue emboscado en Santa Ana Amatlán y cae prisionero. Fue fusilado el 21 de octubre en Uruapan, de modo que Ignacia Riechy, Romero y Arteaga su unieron ese mismo año de 1865 en el panteón de los héroes. Los tres se encontraron y se unieron en la gloria.


Por su valentía a toda prueba Ignacia fue admirada por los grandes patriotas y envidiada por los misóginos que no entendían como una mujer “era más valiente que un hombre”.


Porque fue una de las mexicanas que con su lucha construyeron la República y consolidaron a México. Ignacia queda por siempre de los siempres en los corazones de todas y todos.

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