Pablo Moctezuma Barragán
Josefa Ortiz de Domínguez fue iniciadora de la Independencia de México, era el alma de las tertulias en las que los conspiradores organizaban el levantamiento popular, ella reclutó a mucha gente y cuando fueron descubiertos avisó a Hidalgo y Allende urgiéndoles a que se levantaran de inmediato, pues los preparativos estaban casi listos. Allende y Aldama titubearon, pero Hidalgo con energía siguió la línea que marcaba Josefa e inició la Revolución de Independencia.
Ella nació en la Ciudad de México el 17 de abril de 1873. En la ciudad en una casa cerca del convento de Santa Regina, ubicada en Regina 87. El régimen colonial y ahora el neocolonial, siempre ha tratado de ocultar tanto a esta mujer como el papel clave que jugo en la lucha independentista. De hecho, se ha investigado poco sobre su vida y la mayoría de sus biografías tienen mal hasta su fecha y lugar de nacimiento, confunden sus datos con otra Josefa Ortiz que nación en Valladolid el 8 de septiembre de 1768. Pero investigadores como la cronista de la Ciudad de México, Ángeles González Gamio han encontrado su acta de nacimiento y dan datos veraces, que también confirma el historiador Gabriel Agraz García de Alba.
Desde niña Josefa era muy enérgica y decidida. Su padre, un militar vasco de nombre José Ortiz dejó muy pronto el hogar y por desgracia su madre Manuela Téllez murió cuando era muy niña, quedando la huerfanita al cuidado de su hermana María Sotero.
Pero, sin amilanarse y por propia iniciativa, algo inusitado para la época, Josefa solicita de puño y letra ingresar al Colegio de San Ignacio de Loyola Vizcaínas. Que era una escuela fundada por vascos, era y fue el primer colegio laico para mujeres del continente americano. Se fundó para atender a niñas huérfanas y viudas. Ahí vivió y estudió quien se llamó María Josefa Crescencia Ortiz Téllez-Girón que era su nombre completo.
Siempre le llamó la atención el edificio de la escuela que ocupaba toda una manzana con sus fachadas estilo barroco cubiertas de piedra de tezontle. La construcción era hermosa y ese era el único lugar donde una pequeña podía educarse de forma un poco más libre, pero no completamente libres, ahí las niñas eran vigiladas, les revisaban todos los paquetes que les llegaban a las colegialas, y a escondidas en un “Locutorio” las autoridades escuchaban todas sus conversaciones que desarrollaban con sus visitas.
Josefa, que era muy inquieta, fue una alumna destacada por sus ideas cercanas a la Ilustración, a las nuevas teorías emancipadoras, sobre los derechos, la libertad de pensamiento y el desarrollo intelectual, cultural y filosófico en el nuevo siglo que comenzaba. Usar las luces de la razón y el conocimiento del ser humano, para «librar de la ignorancia a la humanidad». Según Agraz “Un dato más que no consigna ninguna biografía es el de su paso, en dos épocas diferentes, por el Colegio de las Vizcaínas”
Ahí en la escuela conoció a Miguel, su futuro esposo quien también era oriundo de la Ciudad de México. Él era un joven muy serio y capaz que, tras terminar su educación básica, estudió leyes en el Colegio San Idelfonso donde se recibió de abogado muy joven. A los 19 años ya era un abogado de prestigio que formaba parte del Colegio de Abogados. A su vez era miembro del patronato del Colegio de las Vizcaínas. En una ocasión realizó una visita con otros funcionarios y ahí fue que conoció a Josefa que lo impresionó vivamente por la seguridad en sí misma y por su firmeza que contrastaba con la timidez de las demás alumnas que solo agachaban la cabeza ante las visitas, mientras que Josefa no perdía su gracia, desenvoltura y no dejaba de opinar.
El abogado quedo prendado de ella y no dudó en pedir permiso para visitarla. Se trataron y hubo mutua atracción que duraría toda la vida. Ya de novios comenzaron a preparar la boda, pero como los trámites se alargaban, Josefa optó por irse a vivir con él, quien era viudo y ya tenía dos hijas. Aquello fue un gran escándalo para la mentalidad de la época y cuando posteriormente se casaron el 23 de enero de 1791 lo hicieron en “completo secreto” en el Sagrario Metropolitano de la Ciudad de México para no dar más de que hablar a la sociedad puritana, porque Josefa ya tenía una hija y se había embarazado de nuevo. Ella era entonces una muchacha de 17 años. No cabe duda que Josefa no se ajustaba a la mentalidad colonial y era de espíritu libre, mente amplia y abierta. Con Miguel hizo pareja toda la vida, hasta su muerte, Miguel destruido por la falta de Josefa murió en abril de 1830 un año después que ella.
A instancias de la administración virreinal, Domínguez, desempeñó diversos cargos públicos en la oficina de la tesorería, en 1802, Miguel, fue promovido por el virrey de Nueva España, Félix Berenguer de Marquina, al cargo de Corregidor de la ciudad de Santiago de Querétaro un puesto muy importante, lugar al cual se trasladó la pareja.
A Josefa nunca habían gustado las desigualdades, la discriminación y era enemiga del sometimiento y explotación entre las personas. Fue entonces que Josefa indignada por todos los males que generaba el colonialismo, mismo que impulsó la esclavitud, la opresión de la mujer, el racismo, la discriminación a los criollos, el desprecio a los mestizos, la dominación de los pueblos originarios y el robo de sus tierras. Con la educación y las ideas que tenía no tardó en comenzar a adherirse a la causa de la independencia y paulatinamente se integró a un movimiento que se iniciaba.
Doña Josefa, inteligente y de carácter impetuoso pudo participar en la preparación de la lucha por la Independencia dado que conoció a un conspirador, Ignacio Allende, quien era novio de la hija mayor de Miguel, María Josefa Domínguez Alarcón que entonces tenía 30 años. Con Allende la “madrastra” hablaba de política y éste al darse cuenta de las ideas patrióticas de su suegra le habló de las reuniones que se realizaban para conspirar. Allende quería rebelarse porque era un criollo resentido ya que solo los españoles eran los que ocupaban los puestos de primer nivel tanto en el gobierno, como en el ejército, la iglesia y la actividad económica.
La Corregidora se mostró rápidamente como una estratega muy competente, de carácter fuerte e ideales liberales, que ayudó en toda lo que pudo a la organización de la rebelión. Pasó a la historia al ser ella quien avisó a los caudillos que habían sido descubiertos, pero su participación en el movimiento fue más grande, ya que posteriormente, durante muchos años estuvo activa en la lucha, mandando recados o dinero cuando podía para seguir apoyando la causa. A la muerte de Hidalgo apoyó a Morelos, luego a Guerrero y fue una de las organizadoras de “los Guadalupes” que en secreto impulsaban en esa época la causa patriótica.
Don Miguel Domínguez también conspiraba a favor de la independencia, en 1808 realizaban reuniones literarias en un grupo llamado “Los Apatistas” que, para esconder la organización subversiva, le daba una apariencia cultural. En 1808 se reunían en 3 casas distintas, entonces Josefa insistió que también se reunieran en la casa de los Corregidores y para 1810 también se reunían ahí, pero no solo en este lugar, sino en otros muchos, para esconder sus actividades.
También comenzaron a acumular armamento en casa de Epigmenio González y en otros tres lugares. Josefa y su esposo no asistían a las reuniones fuera de su casa, pero Ignacio Allende les informaba del avance de sus planes. Para 1810 ya un par de centenares de patriotas estaban en la conspiración y junto con Josefa se tiene registro de decenas de mujeres, pero en realidad fueron centenares.
Todo estaba listo para iniciar la Revolución de Independencia, Josefa era uno de los motores del levantamiento y trabajaba incansablemente. Pusieron fecha para el inicio de la lucha, 1º de octubre de 1810. Aquella mujer privilegiada y reconocida socialmente que podía vivir en paz, en medio de riquezas y comodidades, de diversiones y honores, estaba en una posición de máxima autoridad y sin embargo no dudó en cumplir su deber. Madre de 12 hijos en aquel entonces, embarazada, y como es de suponer, con grandes demandas a nivel doméstico, casada con un hombre bueno e inteligente lo arriesgó todo por causas superiores: la de México, su independencia, su libertad. La de la justicia, para eliminar la esclavitud y la servidumbre. Puso por encima de sus intereses inmediatos, personales, los intereses superiores de su pueblo oprimido y explotado.
De modo que Josefa es un modelo claro para mujeres y para hombres de cómo hay que vivir la vida y de cómo hay que luchar por los derechos. Josefa Ortiz de Domínguez no era una mujer que pasara desapercibida en la sociedad mexicana de fines del siglo XVIII. Y ciertamente su personalidad fuerte y sus cualidades, que la llevaron a ser una mujer adelantada en su tiempo, hicieron que muchos la reconozcan como una de las heroínas de la historia de México, aunque aún falta reconocerle todos sus méritos.
Su ejemplo no morirá, así como ella luchó contra el colonialismo, ahora millones de mujeres mexicanas lucharán contra el neocolonialismo que nos ahoga.
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