EL MERCURIO DIGITAL 11 de enero de 2022
Teodoro Rentería Arróyave*
Desde anteriores entregas nos hemos sumado a la defensa Julián Assange por las libertades de prensa y expresión, quien enfrenta de ser deportado a Estados Unidos, una condena de cárcel de por vida y hasta la pena de muerte, que para el caso es lo mismo, por lo que, de consumarse la injusticia, ese u no otro seria el destino mortal del colega australiano.
Ahora vamos a tratar de resumir el artículo sobre el tema del reconocido colega cubano Luis Manuel Arce Isaac, (Periodista de Prensa Latina) difundido por la plataforma América Latina en Movimiento, ALAI, que titula: “Assange, una batalla contra la impunidad”. La defensa del fundador de WikiLeaks ha intentado desmontar la falacia de los presuntos delitos por los que Assange es perseguido en Estados Unidos -17 en total-, lo que podría dar lugar a una condena de más 175 años de cárcel o hasta la pena de muerte, indica el autor.
Entre otros delitos, que le ha inventado la “justicia estadounidense”, sobresalen el de espionaje y de traición a la patria, y por desgracia, en ellos basa la arbitraria decisión de dos magistrados británicos. Ante ello, precisa Arce Isaac, se une la revelación de las gestiones en su defensa del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, solicitadas a su colega Donald Trump, redirigidas de hecho a su sucesor Joe Biden para que le condonen la pena y permitan su asilo en México.
Fue como golpear con el badajo una campana neumática, afirma el colega, puesto que la Casa Blanca hizo mutis en el foro con lo cual evidenció que su interés de castigar al joven australiano es irreversible, tanto para republicanos como demócratas, que incurren por igual en la misma mentira y en violación de sus propias normas jurídicas y leyes.
¿Qué ocultan los cargos a Assange? Se pregunta Luis Manuel, y expone: A Assange lo tratan de inculpar de delitos muy graves, aunque indirectos, como espionaje o traición, de los cuales está muy lejos de ser responsable, y ocultan tras esa falacia el verdadero motivo que es seguir bloqueando, como han hecho hasta ahora, el derecho a la libre información de la ciudadanía. Con esa posición de culpabilidad, además, dan un espaldarazo a criminales de guerra que actuaron en la aberrante guerra de Iraq para apoderarse de su petróleo y hacerse de un enclave geoestratégico en esa región del Oriente Medio.
Assange no espío ni traicionó a nadie, simplemente publicó en su sitio en redes 77 mil documentos militares reveladores de hechos brutales en ese país y, meses más tarde, 400 mil informes muy comprometedores que pusieron al desnudo la naturaleza asesina y de conquista de aquella guerra.
Y concluye, “gracias a ello, el mundo conoció los horrores de la invasión, incluso con imágenes desgarradoras de torturas y asesinatos deliberados a civiles por parte de los soldados estadounidenses, a través del sitio web que él mismo fundó en el 2006: WikiLeaks. Más allá de las atrocidades que WikiLeaks develó gracias al trabajo informativo de Assange y su equipo, lo que más dolió y pesa en contra del australiano, fue la evidencia de la rapiña que sirvió de eje a la invasión en favor de las grandes transnacionales del petróleo de Estados Unidos”. Recapacitemos, la lucha de Julián Assange, es la lucha de las mujeres, de los hombres, de los pueblos libres que luchan y lucharán por sus libertades primarias: las de prensa y expresión.
*Periodista y escritor mexicano
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