Héroe haitiano, líder de los guerrilleros ·Cacos
Delfín Xiqués Cutiño . Granma. 2 de noviembre de 2024
Charlemagne Péralte: dejaron podrir su cuerpo en una puerta por combatir invasores yanquis en Haití
Charlemagne Péralte, de 33 años de edad, se convirtió en un héroe y en un símbolo para el pueblo haitiano
La inestabilidad política interna y la necesidad de proteger la vida y las propiedades extranjeras fueron algunos de los pretextos que esgrimió el presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, para ordenar a los marines que invadieran, en julio de 1915, Puerto Príncipe, la capital de Haití. En realidad estaba protegiendo sus intereses imperiales.
Pero esta no era la primera vez que los infantes de la marina estadounidenses pisaban territorio haitiano. También lo hicieron el 17 de diciembre de 1914, cuando como parte de una operación que parecía más propia de «corsarios y piratas», penetraron a la fuerza en la bóveda del Banco Nacional de Haití y se llevaron las reservas de oro.
Los lingotes del preciado metal fueron a parar al National City Bank (ahora Citybank), en la ciudad de Nueva York, para su «protección», lo que significó descapitalizar al país.
De agosto de de 1912 a julio de 1915, cinco presidentes se instalaron en el Palacio Presidencial. Se había desatado una feroz lucha por el poder entre la pequeña burguesía y la oligarquía terrateniente.
Grupos opositores se habían alzado contra el gobierno del presidente Guillaume Sam, —que era el sexto mandatario haitiano—, incluso tropas del propio gobierno tomaron el Fuerte Libertad, mientras que los alzados controlaban la localidad de Cabo Haitiano.
Así las cosas, el 27 de julio de 1915, los rebeldes penetraron sorpresivamente en Puerto Príncipe, lograron dominar una parte de la ciudad y asaltaron el Palacio Presidencial en busca del presidente Sam, pero no pudieron dar con él.
Logró escapar por los pelos y se refugió en la embajada de Francia. Pero de antemano y con pánico, tuvo suficiente tiempo para ordenar la ejecución de 160 presos políticos, entre los cuáles se encontraba el ex presidente Oreste Zamor.
Al día siguiente, una enfurecida multitud penetró en la legación francesa. Lo capturó, lo linchó, y paseó su mutilado cuerpo por las calles de la capital. Ese mismo día 28, arribaba a Port- au- Prince, a bordo del acorazado USS Washington, el primer contingente de más de 300 marines que ocupó militarme el empobrecido país caribeño durante diez y nueve años.
La invasión yanqui lejos de ser una acción humanitaria en realidad era una operación planificada para salvaguardar los intereses económicos, financieros y geopolíticos del gobierno de Estados Unidos, aprovechando la inestabilidad sociopolítica del país.
Robert Lansing, a la sazón secretario de estado de Estados Unidos, justificó la ocupación afirmando que los haitianos tenían «una tendencia inherente hacia el salvajismo y una incapacidad física para vivir una vida civilizada», por lo que eran incapaces del autogobierno.
El jefe militar de la pequeña ciudad de Léogane, era un militar de carrera de 29 años de edad, llamado Charlemagne Masséna Péralte, se negó a rendirse a las tropas yanquis. Renunció a su cargo y regresó a su ciudad natal, Hincha para atender la tierra de su familia.
En 1917 fue detenido y condenado a cinco años de «trabajos forzados» por asaltar la casa de un oficial estadounidense de las tropas de ocupación. Escapó audazmente de la prisión de Cabo Haitiano en septiembre de 1918 y se internó en el monte.
Allí reunió con un grupo de rebeldes nacionalistas, que juraron luchar para expulsar a las tropas invasoras yanquis, a los reorganizó y los integró en una «guerrilla de Cacos».
Las fuerzas guerrilleras que comandaba, Peralte las llamó «Cacos», nombre proveniente de las zonas rurales para nombrar a los hombres armados provenientes de la población esclavizada, que llegaron a ejercer el poder en las zonas montañosas luego de la Revolución haitiana en 1804.
Para los invasores yanquis los guerrilleros «Cacos» eran unos «bandidos rurales» y presentaban una situación inadmisible, era como tener «una piedra en el zapato». Entre Peralte y su lugarteniente Benoit Batraville, tenían alrededor de 5,000 hombres bajo su mando y unos 15,000 auxiliares que hacían las funciones de espionaje y apoyo a las fuerzas rebeldes.
La rebelión se extendió por todo el norte de Haití bajo la dirección de Charlemagne Péralte como Comandante Supremo. Miles de campesinos se les unieron armados tan sólo de sus machetes y aperos de labranza, frente a un poderoso enemigo que contaba con modernos equipos y armas, entre ellos la aviación.
La frontera con la República Dominicana fue uno de los frentes de los guerrilleros «Cacos», pues por allí recibían apoyo de los dominicanos. Llegaron a operar en un 25% del territorio haitiano y a controlar varias regiones al punto de lograr crear un gobierno provisional en el Norte.
El crecimiento de los guerrilleros «Cacos» obligó al gobierno de Estados Unidos a enviar a Haití un contingente de fuerzas “elites” para que se internara en las montañas a combatirlos.
Péralte estuvo combatiendo durante unos dos años. Cuando se encontraba en un campamento rebelde cerca de Grande-Riviera-du-Nort, la traición de uno de sus comandantes, Jean-Baptiste Conzé, facilitó la entrada al recinto de Herman H. Hanneken, un oficial yanqui encubierto quién, luego de una breve lucha, lo asesinó el 1 de noviembre de 1919.
El cuerpo casi desnudo del heroico combatiente de 33 años de edad fue amarrado por los marines en una puerta y dejado al sol para que se pudriese. Luego tomaron una foto y la distribuyeron en todo el país con el fin de desmoralizar a la población haitiana.
Antes de su muerte y desde un lugar del territorio liberado por la guerrilla de los «Cacos», Charlemagne Péralte había redactado y enviado este llamado a las armas:
«La santa batalla en el Norte la llevan a cabo ciudadanos valientes. El Sur sólo espera que el hombre adecuado siga su maravilloso ejemplo. No os preocupéis, tenemos las armas. Deshagámonos de esa gente salvaje, cuyo carácter bestial se evidencia en la persona de su presidente Wilson: traidor, bandido, alborotador y ladrón.
Muere por tu país.
¡Viva la Independencia!
¡Viva la Unión!
¡Viva la guerra justa!
¡Abajo los americanos!
De Carlos el Grande Mássena Péralte, Gran Comendador de la Revolución en Haití, al Ministro de Francia en Haití, Puerto Príncipe».
Charlemagne Péralte se convirtió en un héroe y en un símbolo para el pueblo haitiano. Un funeral nacional al que asistieron cientos de personas se efectuó en Cabo Haitiano, donde reposan sus restos.
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