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Comisiones de la verdad y el papel de Estados Unidos: Raúl Álvarez Garín y lo que falta investigar.

Por Carolina Verduzco


Periodistas Unidos. Ciudad de México. 08 de octubre de 2022.-


Las comisiones de la verdad –como las que se han propuesto, desde que se supo que Raúl interpondría una demanda penal–no están encaminadas a la justicia y sus investigaciones, aunque sí logran detallar y documentar una parte de la verdad que ya se conoce en lo fundamental omiten, deliberadamente, investigar la otra parte.


Hoy son muchos los casos que evidencian que estas comisiones terminan concluyendo que los crímenes de Estado deben ser resueltos mediante la creación de organismos independientes del Estado Mexicano, pero dependientes de la ONU o de la OEA – cuya parcialidad es tan grande, que ésta última han sido caracterizada como “el ministerio de colonias de Estados Unidos”– expertos en la “justicia transicional”.


Las investigaciones de Raúl Álvarez y de la FEMOSPP son suficientes para identificar a los principales actores del gobierno mexicano responsables de los hechos delictivos que se documentan, sin embargo, en el momento en el que las indagatorias se realizaron no se consideró la posibilidad de averiguar y documentar el papel clave que jugó el gobierno de Estados Unidos en la determinación de la política, la estrategia, las tácticas y el adiestramiento y de los principales responsables norteamericanos en la sucesión de actuaciones genocidas.


Si bien se tenía presente que el contexto de la represión de los casos denunciados era la guerra fría, fue hasta el 22 de diciembre de 1992, cuando en la ciudad paraguaya de Lambaré, Martín Almada descubrió los “Archivos del Terror” en los que se demuestra el papel que el gobierno mexicano había jugado en la constitución del contrainsurgente Plan Condor, cuyo artífice fue el ex secretario de Estado de Estados Unidos, Henry Kissinger; y que los gobiernos de Johnson, Nixon, Ford, Carter y Reagan, proporcionaron la planificación, coordinación adiestramiento para la tortura y apoyo técnico a los países de América Latina.


Muchos años después fue cuando Almada pudo acreditar y difundir en el mundo esta información. Es posible que estas evidencias y otras hayan motivado en Raúl la iniciativa de realizar en agosto de 2009 una manifestación frente a la Secretaría de Relaciones Exteriores, para solicitar que se buscaran en las cárceles de alta seguridad de Estados Unidos a Edmundo Reyes y a Gabriel Cruz, militantes del EPR que habían sido desaparecidos. En dicha movilización algunos de los integrantes del Comité 68 hicieron un performance en el que se veían presos en las instalaciones militares norteamericanas de Guantánamo.


En un folleto que publicó en 2010, Raúl expone una serie de hechos y argumentos por los que afirma que el principal problema de la seguridad nacional de México es Estados Unidos. Estos planteamientos no pueden obviarse si de lo que se trata es investigar el origen de la violencia represiva en nuestro país.


Lo que no se ha empezado a investigar


Si no se deja de lado que México es un Estado intervenido por el país del norte en materia de inseguridad, las averiguaciones que se realizan o se puedan realizar se limitarán al ámbito mexicano, sin tomar en cuenta a los responsables primeros de la estrategia y del adiestramiento, así sólo se harán investigaciones a medias, se encontrarán verdades a medias y la justicia que se demande también será a medias.


Avanzar en dirección del origen del problema no es imposible, algo irracional o impensable. En 2002, una comisión especial del Parlamento belga, que investigó el asesinato de Patrice Lumumba, héroe de la independencia congoleña, llegó a la conclusión de que la responsabilidad moral de su muerte recae sobre Bélgica, puesto que sus militares estaban adiestrando a los separatistas del Congo. (https://www.jornada.com.mx/notas/2022/06/21/mundo/belgica-devuelve-un-diente-del-heroe-congoleno-lumumba-a-su-familia/)



La conclusión de esa comisión se quedó corta, pues es inconsistente decir que esa responsabilidad del país europeo haya sido únicamente moral, porque también fue material, política y penal; no obstante, la constitución de esa comisión demuestra que sí es posible someter a investigación a los responsables del adiestramiento para cometer crímenes, aunque sean muy poderosos.


Es sabido que los vuelos de la muerte, las técnicas de interrogación a los disidentes políticos, de tortura, de ejecución extrajudicial, etc. tienen un patrón común en América Latinas. Eso no es obra de la casualidad, sino del adoctrinamiento y adiestramiento que ha recibido una gran parte del personal militar de México y de los otros países latinoamericanos en Estados Unidos.


Se sabe por ejemplo que el general Manuel Díaz Escobar, quien conformó, entrenó y dirigió a grupos paramilitares como el Batallón Olimpia, que actuó en la matanza del 2 de octubre de 1968, fue enviado a Estados Unidos en donde fue adoctrinado y entrenado, y que dos semanas antes del golpe militar en Chile, fue enviado a ese país como agregado militar.


Están identificados públicamente otros perpetradores de crímenes represivos, y se sabe también que son cientos o miles los militares de distinto rango que han ido a entrenarse al país del norte, en instalaciones como la terrorífica Escuela de las Américas (hoy rebautizada como Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación de Seguridad) y que se continúa teniendo “cooperación”.


Pero es mucho lo que se desconoce y es indispensable que, quienes se propongan investigar formulen preguntas que son el punto de partida para encontrar la verdad de los hechos, tales como las siguientes:


¿Cuáles son los nombres de todo el personal mexicano que ha recibido ese adoctrinamiento y adiestramiento y cuáles son sus actividades actuales?


¿Quiénes fueron sus adoctrinadores y entrenadores?


¿Cuáles han sido las relaciones de los adiestrados con sus instructores?


¿Quiénes son los instructores con los que continúan en comunicación?


¿Cuál es la correspondencia y las distintas formas de comunicación que tienen los adiestrados con sus preceptores?


¿Cuáles son los operativos en los que han participado los entrenados?


¿Quiénes son los artífices y los autores de los textos de la doctrina de Seguridad Nacional? etc.


Hay suficientes investigadores en todas partes y es mucha la información que está en los archivos de México y de Estados Unidos y para avanzar en las investigaciones de los crímenes de lesa humanidad es indispensable averiguar tanto aquí como allá, porque de lo que no hay duda es que las doctrinas militares, las políticas, las estrategias y tácticas; los ideólogos, los dirigentes y los entrenadores iniciales se encuentran en Estados Unidos. Allá está la raíz de los crímenes de Estado que se cometen aquí, y para que nunca más haya repetición es necesario ir a ella y no renunciar a conocer en concreto la información de los responsables primigenios al igual que la de los responsables locales.

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