Pablo Moctezuma Barragán
En Glasgow frente a la Cumbre Climática COP26 150 mil personas denunciaron las eternas promesas de los líderes que no cumplen ni con los Acuerdos de París 2015 y solo llegan a promesas limitadas. Aunque efectuarán lo anunciado reducirían solo la mitad del CO2 necesario en 2030 para limitar el calentamiento mundial a 1.5 grados.
Según Global Witness, hay más delegados en la COP26 asociados con la industria de combustibles fósiles que de cualquier país, 503 personas vinculadas a esas corporaciones que han negado décadas la crisis climática.
Hoy las potencias y sus corporaciones buscan como negocio “la agenda verde”. El problema lo genera el modelo económico que promueve el consumo desenfrenado que, para enriquecer a las corporaciones, despilfarran recursos, tiran desechos. Es insostenible y conlleva un gasto exorbitante de energía. Todo contamina, la turbosina de los aviones, los barcos, el diésel para transportar por todo el mundo productos que en buena parte se podrían producir en cada país. El Acuerdo de París ni menciona los gases de efecto invernadero producto de los transportes aéreos y marítimos y estos igualan la emisión de CO2 de Inglaterra y Alemania juntos. Y está el problema del uso de estirenos y plásticos contaminantes. A las corporaciones no les importa el colapso ecológico que provocan.
El G20 es responsable del 75% de la contaminación mundial y genera el 80% de la riqueza. Agrupa a las principales potencias, pero no ayuda a solucionar la crisis climática y de salud. En la reciente cumbre, la Organización Mundial de la Salud les pidió 23.400 millones de dólares para vacunas, pruebas y medicamentos contra la COVID 19 en los países pobres para el año 2022 y se negaron, tampoco quisieron que las grandes farmacéuticas cedieran sus patentes para la amplia distribución de vacunas. Mientras que EU tiene un gasto militar de 811 mil millones este año Y un solo mega millonario Elon Musk tiene una fortuna de 230,000 millones de dólares.
Las “ayudas” que ofrecen son empréstitos que endeudan a los países pobres. Hay que cambiar el modelo económico y empoderar a los pueblos. Cuidar los bosques es una tarea apremiante para reducir la temperatura del planeta, En la COP26 se acordó por 100 países la reforestación mundial. Prometiendo solo 20 mil millones de dólares en cuatro años como ayuda a los países en desarrollo contra la deforestación, restaurar tierras y enfrentar incendios forestales. Para comparar en cuatro años. Un solo país México ha pagado 140 mil millones por el servicio de la deuda siete veces más.
El ingreso bruto anual de 78 oligopolios es de $1 millón 800 mil millones de dólares. Pero los gobiernos de los países desarrollados no cumplieron desde la cumbre anterior con aportar 100 mil millones de dólares.
Eliminemos el “hambre de energía” Basta de obsolescencia programada con la que las corporaciones producen para desechar, todo se descomponen y se rompen rápidamente, cambian de modelo constantemente para vender más, desperdiciando recursos. El Estado debe exigir calidad y durabilidad de los productos. La sociedad de consumo contamina, faltan cambios profundos en el modo de vivir, producir, consumir para que exista bienestar y armonía entre las personas y con la naturaleza. No es viable por el gasto de energía traer los productos desde el otro lado del mundo. Necesitamos autosuficiencia, desarrollar la producción, el intercambio, el consumo local y nacional. Un estilo de vida con capacidad local para que la gente viva, trabaje, estudie, se cure en sus lugares, caminar, usar bicicleta, transporte eléctrico, trenes. Fomentar los cultivos locales, la agroecología, los fertilizantes naturales que produce cada región sin trasladar químicos y plaguicidas que envenenan y se producen a miles de kilómetros. Desarrollar programas de reforestación con especies endémicas y en cada comunidad, para que el suelo realice un intercambio natural del bióxido de carbono, lo absorba y no se vaya a la atmósfera. Crear empleo local, cosechar agua de lluvia, dotarse de energía solar, desarrollar la agroindustria y las industrias locales.
Los países subordinados no pueden cumplir los objetivos climáticos para 2030, porque tienen una deuda que sumaba 8 millones 700 mil millones de dólares en 2020, y con la pandemia creció en más el 5%. Las naciones soberanas deben suspender el pago de la deuda y dedicar esos recursos para la gente y la recuperación de la naturaleza.
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