(Encuentro Internacional de Solidaridad con Cuba)
La Habana, 2 de mayo de 2022
Nosotros, representantes de organizaciones sindicales y sociales de los pueblos del mundo, reunidos en el Encuentro Internacional de Solidaridad con Cuba, reiteramos nuestro júbilo y agradecimiento por el inmenso privilegio de haber participado junto al pueblo de Cuba en la celebración por el Día Internacional de los Trabajadores. En este contexto, reafirmamos la ineludible voluntad de continuar apoyando de manera solidaria al heroico pueblo cubano y su Revolución.
Hemos conocido que el gobierno de los Estados Unidos, en lo que constituye una nueva acción discriminatoria y políticamente motivada, intenta excluir a Cuba de la IX Cumbre de las Américas, que se celebrará en la ciudad de Los Ángeles el próximo mes de junio.
Expresamos el más firme rechazo y denunciamos enérgicamente cualquier intento de división de nuestros pueblos, que implique la exclusión de Cuba, o de cualquier otro país hermano de Nuestra América, de la referida Cumbre.
Los planes de los organizadores de ese evento, dirigidos a impedir la participación de Cuba, provienen de los mismos que ejecutan una guerra político-comunicacional que pretende imponer la mentira y la manipulación mediática contra un pueblo que lucha y avanza en la construcción de un modelo propio de desarrollo, en medio de las enormes dificultades que se derivan del recrudecimiento sin precedentes del brutal bloqueo económico, comercial y financiero.(se eliminó la parte final del párrafo con la referencia a Estados Unidos)
De consumarse esta intención, el gobierno de los Estados Unidos, de manera unilateral y en abuso de facultades que no le están conferidas como país anfitrión, se estaría arrogando el derecho de excluir a su conveniencia a un país que es ejemplo de cooperación, solidaridad y humanismo, que practica el antimperialismo, la libertad, la independencia y la defensa de los anhelados sueños de un futuro mejor para los pueblos del mundo, sin injerencia ni dominación extranjera. Ello constituiría, sin dudas, un grave retroceso histórico con relación a cumbres anteriores.
Si el gobierno de los Estados Unidos no invitara a Cuba, quedaría en evidencia el claro propósito de evadir el creciente reclamo internacional de poner fin al injusto y criminal bloqueo y otras medidas coercitivas adicionales contra Cuba, que tienen un alto costo para la población, y son el principal obstáculo al desarrollo del país y una flagrante violación de los más elementales derechos humanos de todo un pueblo.
De ceder a este chantaje, la Cumbre ignoraría las legítimas aspiraciones de soberanía, unidad e integración latinoamericana y caribeña. Propiciaría, además, el reforzamiento de la Doctrina Monroe y de la visión panamericanista de exclusión, discriminación e injerencia en los asuntos internos de los países de la región. Se igualaría definitivamente a la desprestigiada y moribunda Organización de Estados Americanos (OEA), al colocarse al servicio de los intereses hegemónicos de la potencia imperialista del norte.
Otra sería la realidad si, de manera incluyente y en igualdad de condiciones para todos los países del hemisferio, la Cumbre debatiera con sincero compromiso los problemas estructurales que afectan a nuestras economías y sociedades, las verdaderas causas de los crecientes flujos migratorios irregulares, la protección del medio ambiente y enfrentamiento al cambio climático y otros problemas acuciantes de la región; si atendiera y se propusiera buscar soluciones a los alarmantes niveles de pobreza en América Latina y el Caribe, el aumento del desempleo y la inequidad de género; si rechazara y adoptara medidas para evitar la utilización de los sistemas judiciales para perseguir, encarcelar y debilitar a integrantes de movimientos sociales y populares, el asesinato de líderes sociales en varios países de la región y las masacres, la brutal represión y proscripción de la protesta social.
Justo sería que sobre todos estos temas se escuchara a los representantes de las organizaciones civiles, sindicales, y de movimientos sociales, formados en el enfrentamiento cotidiano a las duras realidades que vive el continente, y no de manera selectiva y discriminatoria a los que han sido diseñados artificialmente como precaria oposición, pagada y manipulada, al servicio de las aspiraciones de dominación estadounidense.
Reunidos hoy en La Habana, rechazamos la pretensión del gobierno de Estados Unidos de aislar infructuosamente a Cuba y manifestamos el respaldo inquebrantable a esta Isla, que siempre ha extendido su mano solidaria y ha servido de tribuna en defensa de las causas más nobles de nuestros pueblos.
Apoyamos los esfuerzos genuinos por fomentar la integración basada en la convivencia civilizada, la paz, el respeto a la diversidad y la solidaridad en todo el hemisferio. Reconocemos la postura asumida por organizaciones y gobiernos que, honrando a sus pueblos, han participado alzando su voz en estas cumbres, en contra de la injusticia y en defensa de la paz, el respeto y la convivencia civilizada.
Exhortamos a las organizaciones y movimientos sociales de las Américas a apoyar firmemente y participar activamente en la Cumbre de los Pueblos, que se realizará del 8 al 10 de junio en la ciudad de Los Ángeles, como genuino espacio de la sociedad civil de la región, siempre excluida y silenciada por la sumisa OEA y sus mecanismos de intervención imperial
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