Pablo Moctezuma
Entre las mujeres que jugaron un rol crucial en las luchas de liberación nacional y social de México se encuentra una norteña, de familia texana, que siempre estuvo del lado de su Patria y de su pueblo, que apoyó a los pueblos originarios y se opuso a la intervención extranjera y la dictadura de la oligarquía. Doña Lola García fue una de ellas y se le recuerda con cariño.
Cuando el traidor Antonio López de Santa Anna firmo los “Tratados de Velasco” reconociendo la “Independencia de Texas”, que, aunque no fue aceptado por el Congreso Mexicano, se dio por un hecho. Aunque el territorio entre el Río Nueces y el Río Bravo quedó en disputa y luego de la invasión norteamericana cuando firmó el 2 de febrero de 1848 fue entregando explícitamente Texas hasta el Río Bravo, además de California, Arizona, Nuevo México, Nevada y Utah; así como parte de Colorado, Oklahoma y Wyoming. Lo que en total significó más de la mitad de nuestro territorio.
Familias enteras de San Antonio, Bahía de Espíritu Santo, Golhiad, Nacogdoches y de otras partes de Texas se trasladaron al sur de la nueva frontera de México. Entre estas familias que fundaron nuevas villas y colonias en México estaba la de Francisca Leal y Cesáreo García que se avecindaron en Mier. Dolores fue la última de los hijos, nació póstuma, en 1946 después de la muerte del padre.
Cuando era bebé de pecho, comenzó la invasión norteamericana. Estando su madre débil y enferma llegaron los oficiales gringos a su casa para decirle que debía dar alojamiento al general Taylor a su estado mayor y a los jefes. Doña Francisca se negó pretextando su estado de salud. Entonces el oficial alzando la voz le exigió que recibiera en su casa al general. Ella perdió los estribos y sin poderse contener le respondió. “Dígale a su general en jefe que venga y tome por la fuerza mi casa, de la misma manera que invade a México y nos arranca nuestras libertades, que yo, por mi voluntad, ni le alquilo el hospedaje, ni le sirvo”. Al enterarse el general Taylor fue en persona a pedirle disculpas a doña Francisca.
En ese clima patriótico creció Dolores, que además tenía un carácter enérgico y decidido. Cuando ella era una adolescente de 16 años, Francia invadió México con su ejército, el más poderoso del mundo pensando dominarnos fácil y rápido, contaban con todo el apoyo de los conservadores. Los mexicanos encabezados por Juárez resistieron heroicamente y a pesar de que hubo un punto en el que llegaron a dominar las principales ciudades, la guerra de guerrillas que desarrollaban “los chinacos” no daban tregua a los extranjeros. Dolores vivía con gran aprehensión las derrotas y rebozaba de alegría con las victorias de los mexicanos.
En la región donde vivía Dolores, marchaban y ocupaban los europeos las localidades y eran asolados por los patriotas Mariano Escobedo, Canales y José Francisco Naranjo de la Garza. Este último era un joven de 25 años que tenía fama de valiente en los combates que se desarrollaban desde hacía ocho o nueve años, primero contra los conservadores, había participado en la Revolución de Ayutla contra Santa Anna y luego en la Guerra de Reforma, posteriormente combatió contra los franceses. Cuando conoció a Dolores hubo atracción y admiración mutua, ya que los dos eran decididos defensores de México y creían firmemente en la victoria. Se enamoraron y se comprometieron a unir sus vidas. Pero lo importante por ahora era la liberación de la Patria, cuando ésta se lograse ellos iban a poder consumar su unión.
El primero de marzo de 1866 el coronel José Francisco Naranjo le propinó una gran derrota a la Legión Extranjera que apoyaba la invasión, a doce kilómetros de Parras, Coahuila en la rinconada de Santa Isabel, logró acabar con los ocupantes extranjeros comandados por el Conde Brian que quedó muerto en el choque armado. Naranjo se cubrió de gloria, aunque quedó seriamente herido, tardando cien días en recuperarse para volver a derrotar al enemigo en Santa Gertrudis cerca de Camargo Tamaulipas el 16 de junio.
Naranjo fue ascendido a general y corrió a pedir la mano de Dolores quien le dio el sí. Para luego irse a radicar a Lampazos de Naranjo. El joven esposo de Dolores participo en Querétaro, en el Cerro de las Campanas y en la toma de México el 20 de junio de 1867. La República había triunfado. En Lampazos Dolores tuvo cinco hijos. El mayor, Francisco participó en la Revolución Mexicana. Cuando Porfirio Díaz usurpa el poder el General Naranjo se retira del ejército. Su hijo Francisco combatió al lado de Madero contra la Dictadura Porfirista.
En años posteriores la siempre activa Dolores apoyó a los indígenas de “Nacimiento” en Muzquiz, Coahuila, y siempre fue un sostén para el pueblo Kikapúe. Cuando su marido agonizaba en 1908 el Dictador Díaz fue a visitarlo y Doña Dolores no salió a recibirlo ni se presentó a darle la bienvenida. Díaz la mandó llamar y le reclamó: “Vengo a tu casa y no me recibes a pesar de que visito a un amigo enfermo, a un compañero de armas en la lucha contra los franceses” a lo que ella altiva le respondió al Dictador: “No es esta mi casa, si lo fuera no estaría Usted aquí porque ni es amigo de mi marido, ni lo ha estimado jamás como compañero de armas”. Así repudió a Don Porfirio.
El 3 de julio de 1927 con más de ochenta años murió Doña Lola García en Lampazos, respetada, admirada y querida por todas y todos.
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