Andrés Peñaloza Méndez. SICmx . 29 de septiembre
Las manos y máscara de látex de Tek Zik, el duende verde más terrorífico del mundo, promovida por el Grupo Rev, para la temporada de Halloween, cuestan cuatro mil pesos. Desde Jiutepec, Morelos, más de cinco mil máscaras de diversos personajes son arrojadas a los mercados diariamente.
Esta empresa, produce entre 700 mil a un millón de máscaras al año; sumándole otros artículos como disfraces, decorativos y accesorios son más de 2 millones los productos ofertados anualmente.
Detrás de esas máscaras Ghoulish, una de las razones sociales ligadas al grupo Rev, se ocultan terribles condiciones laborales.
Sindicato fantasma
Inaugurada en 1948, esta empresa familiar, se expandió con la apertura comercial, sus productos se venden en más de una treintena de países. Emplea a unas 400 personas.
Al ingresar a la empresa y, por varios meses, la contratación es individual y “por tiempo determinado”; el salario y las prestaciones son las mínimas.
Pasado un año, se le otorga a la trabajadora (las mujeres son mayoría) la seguridad social y se le retiene, la correspondiente cuota sindical, de una agrupación fantasma.
Prácticamente en el grupo Rev, nadie de sus trabajadoras sabe qué es legitimar un contrato colectivo de trabajo mucho menos de democracia sindical, aspectos que las autoridades tanto presumen en estos años de gatopardismo laboral.
Al tono de la dominante relación laboral del país, se afianza la libertaria orientación a Ley Federal del Trabajo introducida el 1 de mayo de 2019, en claro menoscabo de la contratación colectiva. Desde entonces, fueron cancelados más de 108 mil contratos colectivos de trabajo (CCT). La cifra acaso sea superior: alrededor de 400 mil, considerándolos registros previos a 2018. Con ello, se “legitima” la atomización contractual.
La individualización en la contratación laboral es la regla y suele justificarse para cubrir necesidades de “prestación de servicios de personal especializado”. Laxo tratamiento del “trabajo especializado” para encubrir, las derivas de la subcontratación, supuestamente extinta.
La democracia sindical es la excepción en el mundo del trabajo; probablemente más del 75% de los CCT vigentes están tutelados por sindicatos fantasmas o blancos; y el resto por agrupaciones, con escasa o simulada vida democrática.
Bruma patronal, ensombrece el ambiente
Distribuidos en ocho áreas las y los trabajadores del grupo Rev, tienen jornadas de 12 horas (aunque se indique un máximo de 48 horas a la semana, se suele trabajar más). De lunes a jueves ingresan a las 6:50 de la mañana y salen a las 7: 30 de la noche. Disponen de 10 minutos de desayuno y 30 minutos de almuerzo. Los viernes se trabaja, a destajo.
Sin equipamiento adecuado, acoso y frecuentes presiones, las quejas abundan en la base laboral, pero el miedo a perder el trabajo, las acallan.
En el área de pintura, la aplicación de solventes y pinturas, niebla la vista.
Los hornos, agitan flamas y escupen sobrantes del material látex sobre la ropa. No queda más que desecharla. La temperatura es altísima, más de cuarenta grados. Ni el bono ofrecido por permanecer más dos meses, detiene la rotación de personal. El letrero de vacante nunca es retirado. Buscan albañiles, habituados al trabajo rudo y sucio. Ahí es donde se hacen las máscaras. Luego, pasan hacia las otras áreas. La preocupación es que los trabajadores aguantan sólo de dos a seis meses.
Para cambiarse de un área a otra o mejorar en el escalafón, tienen que renunciar para ser contratado por otra razón social del grupo, perdiéndose antigüedad y otros derechos.
Los accidentes y alergias son frecuentes en todas las áreas sobre todo en los meses de mayor trabajo. Con despensas, ventiladores, boletos para el cine, convivios, motivan a la fuerza de trabajo, pero el desencanto sobreviene cuando tienen que reclamar los constantes errores en la nómina, las reducidas porciones de comida con ingredientes de baja calidad. En el reparto de utilidades, pocos rebasan los 1,200 pesos. Al fin de año, reciben un aguinaldo de 17 días y se les manda descansar once días, sin pago.
Esta no es una anodina realidad, su sombra se proyecta sobre el mundo del trabajo, trasluciendo la explotación vigente. Inaceptable. Por lo mismo, invisibilizada por autoridades laborales y la opinión pública.
Los esfuerzos por desgarrar el velo, impuesto por el capital a la masa trabajadora, son aún insuficientes por quienes padecen la opresión en sus centros laborales. Entre tanto, el “ya te llevó el payaso” sigue siendo una macabra realidad.
El ideal del capital es tener un ejército de personas zombis, muertos vivientes, produciendo y consumiendo.
Para quitarnos los grilletes, no queda sino rebelarse, con audacia, creatividad y organización.
Por lo pronto voltee las máscaras y vea más allá de la etiqueta.
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