La Jornada lunes 06 de marzo de 2023
Miguel Tinker Salas y Victor Silverman*
Empezó la campaña para elegir el próximo presidente de EU, y es evidente que el malo de esta película será México. En esta ocasión no se trata simplemente de declaraciones racistas como las de Donald Trump en 2015 al iniciar su campaña, México envía sus bad hombres, sus violadores y sus asesinos y, por tanto, habría que construir un muro para detenerlos.
Ahora la campaña es más nefasta; el problema ya no son individuos malos, sino es un país. A diario, la derecha y sus portavoces en los medios, en especial Fox News, empresa de Rupert Murdoch, que recién admitió haber difundido información falsa, exigen que el gobierno de Joe Biden clasifique a los cárteles que operan en México como grupos terroristas. En un artículo en el Wall Street Journal, también propiedad de Murdoch, el ex procurador de Trump, Bill Bar, compara a los carteles que operan en México con el grupo ISIS y propone que las fuerzas especiales de EU operen en México. Senadores republicanos como Lindsey Graham alegan que carteles mexicanos trafican fentanilo con el singular propósito de matar estadunidenses. Steve Bannon, ex asesor de Trump, plantea que la muerte de estadunidenses es parte de una estrategia consciente para disminuir la población blanca en EU, la llamada teoría del remplazo, y así permitir que gente de color sea mayoría.
Más allá del narcotráfico, se alega que los carteles han infiltrado a organismos de seguridad de EU, controlan los puntos de entrada al país y, por tanto, representan una amenaza a la seguridad nacional. Contra estos retos sectores de la derecha proponen utilizar los fondos autorizados para la guerra en Ucrania y destinarlos para financiar una nueva guerra contra los carteles en México.
En ningún momento se considera que EU es el principal consumidor de drogas ilegales en el mundo, o el principal proveedor de las armas de los grupos criminales. Tampoco se considera que la llamada guerra contra el narcotráfico que en EU lleva más de 50 años, es una estrategia fallida, cuyo propósito inicial era criminalizar la protestas contra la guerra en Vietnam y los movimientos por los derechos civiles en los años 70. La guerra es una propuesta que opta por una solución militar sin considerar el origen de la adición en EU. La actual crisis del fentanilo antes fue crisis de la mariguana o de la cocaína o de las metanfetaminas.
La intención es clara. Declarar a grupos delictivos en México terroristas implica que EU pudiera atacar a los carteles en territorio mexicano. En teoría las fuerzas de EU podrían lo lanzar misiles a los centros operativos de los carteles o podrían introducir fuerzas especiales para capturar sus líderes. En sus libros Mike Pompeo (candidato a la presidencia) ex director de la CIA y ex secretario de Estado, y Mark Esper, ex secretario de Defensa, revelan que Trump propuso que quería lanzar misiles contra los supuestos laboratorios de los cárteles en México.
Sería fácil proponer que los grupos conservadores representan una minoría en EU. Pero la realidad es que los argumentos de derechistas encuentran terreno fértil en EU. Históricamente México ha sido el otro contra quien EU ha definido su identidad nacional. El concepto de destino manifiesto, empleado en el siglo XIX y el concepto de una identidad anglosajona que este produce, se crea en contraposición a una identidad mexicana que considera “racialmente inferior”. El expansionismo de EU en el siglo XIX estaba dotado de un fuerte sentimiento racista, sobre todo, antimexicano. En el siglo XX México continuó siendo representado como enemigo de la cultura anglosajona. Ello llegó al grado que, en 1978, William Colby, entonces director de la CIA, en plena guerra fría, propuso que México y su población constituían el principal enemigo de EU y no la URSS. Según Colby, si no se detenía la inmigración mexicana, EU perdería su identidad. Colby insistió que ante la creciente ola de migrantes los agentes de la Patrulla Fronteriza no tendrían suficientes “balas para detenerlos”. En su ensayo el Reto hispano, el académico liberal Samuel Huntington, de Harvard, propuso lo mismo. Según Huntington, la cultura latina, en particular la mexicana, representa un reto fundamental para la preservación de una cultural anglosajona. Posturas como las de Colby y Huntington todavía ejercen influencia en los debates políticos en EU.
Los ataques contra México no sólo son producto de una ultraderecha desquiciada. La experiencia histórica contradice esta propuesta. En múltiples ocasiones liberales han acogido políticas represivas para refutar las acusaciones de los conservadores. Barack Obama adoptó una política de inmigración restrictiva, deportando más de 2.5 millones de personas, más que gobernantes republicanos. El gobierno de Biden, que como candidato criticó a Trump, hoy aplica las mismas políticas excluyentes contra inmigrantes; no les permite solicitar asilo en EU, pretende enviarlos a México y ha divido familias que solicitan asilo. Ante el Senado, el fiscal general de Biden, Merrick Garland, criticó a México por no haber hecho más por detener el tráfico de fentanilo y atacar los cárteles. Tanto conservadores como liberales ven en México un blanco para sus ataques.
Esos ataques ocurren cuando al parecer EU necesita de México como parte de su economía imperial. El llamado nearshoring revela que México es parte clave de la estrategia de una nueva guerra fría donde EU reubica su producción industrial desde Asia a México. El otro aspecto de este debate es la presión que EU ejerce sobre México para que mantenga control de su seguridad interna, la alternativa, según conservadores y algunos liberales, sería la intervención estadunidense. Aun cuando faltan meses para que concluya la elección presidencial en EU, el guion está escrito; es claro que México será el malo de la película. Lo más probable es que ese filme tenga muchas secuelas.
*Historiadores Pomona College
@mtinkersalas
Comments