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En México la soberanía alimentaria ¡Tarea Urgente!

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    Mexteki
  • hace 1 día
  • 7 Min. de lectura
Imagen tomada de: Pacto Social e Intercultural del Sur.
Imagen tomada de: Pacto Social e Intercultural del Sur.

Pablo Moctezuma Barragán

 

Crece la hostilidad de Washington contra México y el mundo, y en esa situación lamentablemente dependemos alimentariamente de Estados Unidos, eso es muy peligroso.


Cada nación debe ser capaz de producir sus propios alimentos sin depender del extranjero, sobre todo si esos vecinos históricamente han sido abusivos. México debe ser capaz de alimentar a sus casi 130 millones de habitantes. Para lograr la soberanía nacional, es indispensable la soberanía alimentaria.


Sin soberanía económica no existe la soberanía política y los dos pilares de la economía son energía y alimentos. ¡No podremos tomar nuestras propias decisiones si es el caprichoso y violento vecino el que nos da de comer!


Además de ser estratégica, prioritaria, la alimentación es sobre todo un derecho humano irrenunciable, añadiendo que puede ser imprescindible para la descontaminación del ambiente y el combate contra el calentamiento global.

 

En 2022 México importó 17 millones de toneladas de maiz amarillo. En 2023, México subió a 19 millones 700 mil toneladas de maíz amarillo, principalmente de EU en 2024 se disparó a  23.9 millones de toneladas según información de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.


México se ve obligado a importar, a precios altos, cereales y granos básicos, debido a que la producción interna es incapaz de cubrir la demanda local. Importa 83% del arroz y 65% del trigo que se consume. Las compras al exterior de agroproductos siguen en aumento informa Consejo Nacional Agropecuario (CNA) que además de que México es el 1º importador de maíz, es el 3º en sorgo (usado para el sector pecuario), 9º en trigo y el 10º arroz, somos el 3er en pollo, 3º en cerdo y 6º en carne de res.


En 2024, las importaciones de maíz en México alcanzaron un valor de 5 mil 366 millones de dólares. Este valor representa un aumento del 7.6% en comparación con el año anterior y para 2024, se aumentó la importación debido a la sequía y a la menor producción como sucedió en Sinaloa, Sonora y Tamaulipas. Es grave que el 94 por ciento de los envíos provinieron de EU. La situación es patetica pues ya hemos desplazado a China como el mayor comprador mundial del grano, siendo que  ellos tienen 1,400 habitantes y nosotros diez veces menos.


La tierra del maíz ¿importando maíz? Fue en lo que hoy es México, en Tehuacan, Puebla, donde nuestros antepasados inventaron un nuevo híbrido, el maíz hace más de 8 mil años, al combinar dos plantas silvestres el Teozintle y el Tripzacum. México es la tierra del maíz y se lo dimos al mundo.


Desde el siglo XIX hasta la época del neoliberalismo exportábamos maíz. Es claro que debemos y podemos ser autosuficientes. Pero Washington, tras habernos endeudado, a través del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial dicto lo contrario, buscando que el negocio fuera para las corporaciones norteamericanas. Hoy debemos romper con los planes de EU de especular con nuestra alimentación.


Además del maíz los productos alimenticios se han encarecido. México importa, a precios altos, cereales y granos básicos, debido a que la producción interna es incapaz de cubrir la demanda local.


El 85 por ciento del maíz transgénico que se produce en Estados Unidos es tolerante al glifosato. Este plaguicida penetra en las plantas y llega a los granos. Esto envenena nuestras tortillas y a los otros alimentos hechos.


Actualmente, existe un panel de solución de controversias entre los gobiernos de México y Estados Unidos sobre las importaciones de maíz transgénico al mercado mexicano. En diciembre de 2024, el panel emitió un informe final, determinando que las restricciones impuestas por México a las importaciones de maíz transgénico, basadas en el decreto presidencial de febrero de 2023, no tienen fundamento científico suficiente y violan los compromisos comerciales con Estados Unidos y Canadá, según fuentes. La secretaría de Economía no emitió comentarios sobre el informe final, lo que ha sido un duro. No debe ser que un tribunal extranjero esté por encima de los intereses de México y de su soberanía.

 

Además para garantizar el abasto de carne de cerdo y pollo, trigo, leche en polvo o fórmulas, cereales, soya, pescado, semillas, frutos oleaginosos y frutos diversos, azúcar procesada, edulcorantes y productos de confitería dependemos de las importaciones a pesar a tener un alto potencial agropecuario.. Las frutas, los frutos secos y las verduras también se importan en demasía.

 

A fin de cuentas alrededor del 50 por ciento de nuestros alimentos provienen del extranjero.. En 2024, las importaciones de alimentos de México alcanzaron los 46 mil 284 millones de dólares, un aumento del 6 % en comparación con el año anterior, según La Jornada. Este valor representa un nuevo récord en las importaciones agroalimentarias del país. Para colmo el valor de las importaciones de enero a abril de esta año, alcanzó 3,898 millones de dólares, 4.2% más al comparado con el mismo mes de 2024.


Y si bien en el sector agropecuario México tiene un superávit, en 2024 de 7,795 millones de dólares, este se logra a costa de producir lo que demanda el pueblo estadounidense cuando lo lógico y necesario es que la producción agropecuaria satisfaga primero las necesidades alimenticias de nuestra población. Así se le ha dado prioridad a la producción de cerveza, aguacate, tequila, mezcal, jitomate, pimiento y frutos rojos como los berries, además con un alto costo ambiental.


Según Juan Luis Hernández Perez, se  calcula que 20 grandes corporaciones controlan el mercado agroalimentario mexicano: Maseca, Bimbo, Cargill, Bachoco, Pilgrims Pride, Tysson, Nestlé, Lala, Sigma, Monsanto, Archers Daniel’s Midland, General Foods, PepsiCo, Coca­Cola, Grupo Vis, Grupo Modelo, Grupo Cuauhtémoc, Walmart, Kansas City y Minsa, y son las beneficiarias de la actual política agropecuaria.


Desgraciadamente, los productos básicos fueron relegados a un segundo plano. Esta política debe de variar, garantizando primero la producción de productos alimenticios básicos. Tenemos tierra, en un país de casi 200 millones de hectáreas, con 88 millones con vocación agropecuaria, apenas se siembran 18 millones de has y se irrigan solamente 6 millones. Además tenemos mano de obra suficiente, en México pueden trabajar 100 millones de personas, aunque la Población Economicamente Activa, aquellos que tienen o buscan trabajo son solo 60 millones, pero apenas 5.5 millones trabajan el campo. Se puede duplicar la tierra sembrada y triplicar las personas que trabajan en el sector agropecuario. El Estado tiene la obligación de invertir lo necesario para un proyecto de soberanía alimentaria, no nos dejemos engañar con las cifras “macroeconómicas” que esconden una realidad, que los únicos beneficiados en la actualidad son las grandes corporaciones a costa de nuestro desarrollo productivo.

 

En el campo se han consolidado grandes corporaciones agropecuarias frente a un 75% de productores de subsistencia y 55% de la población rural en la pobreza. El mercado agroalimentario de México –desde la comercialización y distribución de granos hasta la transformación industrial de productos agrícolas y la importación de alimentos, Tan sólo en el caso del maíz, cuatro grandes empresas, Archer Daniels Midland (ADM), Bunge, Cargill y Louis Dreyfus, conocidas como las ABCD, controlan una parte significativa del comercio internacional de granos y tienen influencia en la determinación de los precios internacionales de los alimentos (Oxfam y RedPar).. Y en México según Juan Luis Hernández Pérez son cuatro las empresas que controlan 66% de la oferta y la distribución del grano (nacional e importado): Maseca, Cargill, Minsa y Archer Daniel’s Midlandcontrolan el 66 por ciento de la oferta del grano. Y además como lo señalamos acaparan el agua.


Hace falta que el Estado invierta lo necesario para lograr la soberanía alimentaria y apoyar al mediano y pequeño productor, se argumenta que no hay presupuesto. ¡Sí hay dinero! Basta con afrontar el problema de la deuda que ya asciendía en abril a 18, 669 millones de pesos según estudios del economista Héctor Torres González de la Promotora para la Suspensión del Pago de la Deuda Pública. Este año se va a parar un billón (un millón de millones) por el servicio de la deuda. Es necesario suspender pagos, auditarla y renegociarla para que así el gobierno federal tenga la capacidad de invertir para solucionar los problemas internos, que pague la deuda social antes que a los acreedores. Otra gran necesidad es efectuar una reforma fiscal progresiva para que las grandes corporaciones y los bancos paguen lo justo y no sigan siendo los grandes consentidos y además imponer un impuesto a las grandes fortunas que tanto han acumulado en los últimos años, a costa de las y los trabajadores, de las y los consumidores y de la explotación de nuestros recursos naturales. Tomando estas medidas urgentes el Estado mexicano puede contar con recursos para impulsar un gran programa nacional agropecuario, para que el país que fue autosuficiente, antes de endeudarse al máximo y antes de la aplicación de políticas dictadas por el Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial que a partir de 1976 nos condujeron al neoliberalismos.


No habrá transformación en México si no logramos rescatar al campo mexicano, a las personas que laboran en el sector agropecuario y la autosuficiencia alimentaria que disfrutamos antes del periodo neoliberal.

 

Para lograr la plena soberanía alimentaria, es necesario revertir las contra reformas implementadas en 1992 por Carlos Salinas de Gortari para lo que es indispensable reformar el articulo 27 de la Constitución y la renovación de la ley agraria y de leyes de patentes –que a veces coartan la producción agrícola tradicional para beneficiar a corporaciones–. Asimismo, se necesita la aprobación de la nueva ley general de agua, la cual revierta la actual privatización que se ha intensificado mediante concesiones del preciado líquido, en la segunda década del siglo XX había 2,000 concesiones, tras ser aprobada en 1992 la Ley Nacional de Aguas y hasta la fecha alcanzan ya el medio millon, que acaparan las grandes corporaciones en detrimento del mediano y pequeño productor que carece de la suficiente cantidad de agua para la producción agropecuaria.


Esta problemática fue clarificada en el Foro Nacional de la Asamblea Nacional por la Unidad Campesina para la deliberación de la iniciativa de reforma al articulo 27 de la Constitución celebrada en al Palacio Legislativo el viernes 27 de junio, impulsada por el gran luchador campesino José Jacobo de la Coordinadora Obrera Campesina y Popular (COCYP) y la Asamblea Nacional por la Unidad Indigena y Campesina (ANUIC).


Seamos conscientes de que podemos y debemos rescatar la soberanía alimentaria. ¡Es tarea urgente!

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