GENOCIDIO OCCIDENTAL AYER Y HOY
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Pablo Moctezuma Barragán. 3 de septiembre 2025
Quinientos años de colonialismo y neocolonialismo han tratado de destruir nuestras raíces, identidad y autoestima para que sigamos sometidos a las potencias extranjeras. Nuestra historia la han distorsionado al máximo para que tengamos una visión falsa de nosotros mismos, además de atacar nuestra autoestima y nuestra gran potencialidad para liberarnos de la opresión actual a la que nos somete el Imperio norteamericano y sus socios occidentales. El objetivo es que no nos creamos capaces de ser soberanos.
Hoy Israel, Estados Unidos y Occidente, realizan un genocidio espantoso, matan a decenas de miles de palestinos, destruyen Gaza y no dejan piedra sobre piedra para invadir todo el territorio, aquí en el Anáhuac nos hicieron lo mismo los europeos, un genocidio, una gran masacre y la destrucción de Mexico-Tenochtitlan, arrasaron con todo: la gente, la cuidad, hasta con el lago. También quisieron acabar con la cultura que fue calumniada y distorsionada al máximo.
Se mató, esclavizó y sometió a la gente, incluso la herraban con metal al rojo vivo y se destruyó el medio natural con crímenes brutales contra el medio ambiente. No nos extrañemos de que nos inundemos, puesto que la actual Ciudad de México fue construida durante la Colonia sobre los lagos, canales y ríos, desecándolos. En la Cuenca de México existían cinco lagos: Zumpango, Xaltocan, Texcoco, Chalco y Xochimilco, hermosos, cada uno con un color diferente. La ciudad de Mexico-Tenochtitlan tenía gran número de acequias y canales, las acallis (lanchas) transportaban gente y una diversidad de productos. En la esquina de Roldán y Corregidora estaba la Acequia Real que pasaba junto a lo que hoy es el Palacio Nacional.
Las acequias drenaban el agua de lluvia y servían para el transporte de mercancías y personas. Algunas de las más importantes fueron: Acequia de Santa Ana, en Tlatelolco. Acequia de Texontlate, bordeando Tepito y La Lagunilla. Acequia del Apartado o del Carmen, cruzando San Cosme y Santa María. Acequia Real, la más larga y caudalosa. Acequia de Mexicalzingo o Canal de La Viga, que conectaba con la ciudad desde el Lago de Chalco. Para evitar las inundaciones, se construyó el albarradón de Nezahualcóyotl, que regulaba la cantidad de agua que entraba al lago, pero éste fue derribado durante la invasión por los destructores e ignorantes españoles que acabaron con todo.
Para aplastar nuestra cultura, la ciudad fue construida sobre los antiguos lagos, ¡qué despropósito construir sobre lo que eran cuerpos de agua!, destruyeron el sistema hidráulico, acueductos y compuertas, talaron los bosques, desecaron los lagos. En 1607 el virrey Luis de Velasco ordenó la construcción del canal de Huehuetoca para drenar el lago de Zumpango y para interceptar el río Cuautitlán y redirigirlo hacia el río Tula. En 1781 se construyó el Tajo de Nochistongo para drenar el Lago de Texcoco. Durante la Colonia se vio desaparecer los cuerpos de agua, lo que continuó en el neocolonialismo, época en la que se acabó con 13 de los 14 ríos que existían en la Ciudad de México a inicios del siglo XX. En la medida de lo posible, es imprescindible recuperarlos. Agua es vida.
Mexico-Tenochtitlan era una ciudad colorida llena de flores y cultivos diversos. Nuestro país tiene una rica herencia que data de la época precuauhtémica en el cultivo y cuidado de plantas, tanto de ornato como medicinales y comestibles. Tenemos muchos testimonios que dejaron los cronistas que conocieron las ciudades de la Cuenca de México. Por ejemplo, la dalia es una flor emblemática de la Ciudad de México y de México en general. Su nombre en náhuatl, "acocoxóchitl", significa "flor que viene del agua". Los aztecas la conocían también como "aztlaxóchitl", o "flor de Aztlán", debido a su presencia en lagunas y lagos de la antigua civilización de Tenochtitlan.
México es un país megadiverso, cuenta con una extraordinaria riqueza de flora y fauna. Se calcula que posee alrededor del 10% de la biodiversidad mundial. Esto se debe no solo a su ubicación geográfica, su variedad de ecosistemas, sino también a que hubo una gran civilización ancestral donde los pueblos respetaban y hacían florecer la naturaleza, cuidando y multiplicando plantas y flores. México cuenta con alrededor de 26,000 especies diferentes de plantas, muchas de ellas endémicas, quiere decir que estas especies solo se encuentran en nuestro país. Y se lo debemos a nuestra gran civilización originaria.
En el Anáhuac, la base social descansaba en los calpullis, grandes clanes familiares que eran autosostenibles pues en cada uno sembraban la milpa: maíz, frijol, calabaza, chile y su propio abono natural. Los calpullis además de su labor agrícola se especializaban en alguna actividad: siembra de flores, tomates, herbolaria y magia, artesanía, comercio, transporte por los lagos, etcétera. Uno de los calpulli se especializaba en el gobierno y su tótem era el águila, de ese clan, por méritos, escogían al Tlahtoani que era el vocero del Consejo Supremo o Tlahtocan. No había reyes y los representantes eran electos en asambleas para integrar los consejos que eran quienes gobernaban.
El colonialismo y el neocolonialismo nos quitó la autosuficiencia alimentaria, nuestro sistema de gobierno y rompió la armonía entre los seres humanos imponiendo un patriarcado feroz sobre el género femenino. Recordemos que en esa época, en Europa, a las mujeres de conocimiento e ideas las acusaban de “brujas” y las quemaban vivas. Por el contrario, en Tenochtitlan, antes de la invasión española, la mujer desempeñaba un papel muy importante en la sociedad. Ellas podían ser sacerdotisas (cihua--tlama—casqui), en donde sus funciones eran: organizar los principales ritos, elaborar lienzos y atizar el fuego sagrado. También eran parteras, curanderas, astrólogas, gobernantes y eran reconocidas dentro de la sociedad, participaban en la agricultura, el comercio, la manufactura y había una asamblea de mujeres. Las ancianas tenían funciones importantes, ya que eran sabias, maduras y serenas. Las mujeres tenían una participación económica relevante, pues intercambiaban en el tianguis productos elaborados o cosechados por ellas mismas, además de animales, producían textiles y trabajos de alfarería. El género femenino tenía muchos espacios de respeto y la posición social de la mujer en la época prehispánica era de gran dignidad. Su participación política, lejos de ser pasiva, fue muy destacada. Los invasores acabaron con todo ello, apartaron a la mujer de la vida económica, política y social para encerrarlas en sus hogares como esclavas domésticas.
Desde sus orígenes la Ciudad de México es una ciudad de ciudades y cada altépetl (centro urbano) era autónomo. Además de Tenochtitlan, en la cuenca de México había alrededor de 60 altépetl, cada uno con diversos pueblos o icniuyotl: Xochimilco, Tlalpan, Coyoacán, Cuajimalpa, Mixcoac, Iztapalapa, Iztacalco, Tláhuac, Tacuba, Tizapan, Azcapotzalco, Tultitlán, Cuauhtitlán, Chimalhuacán, etcétera. De modo que no existía un imperio sino una red de alianzas, federaciones y confederaciones.
Se respetaba la migración, misma que fue el origen de la civilización del Anáhuac. Hace 10,000 años, se comenzó a poblar la Cuenca de México. Tlatilco, Cuicuilco y Copilco fueron de los primeros asentamientos. En el Valle de México, hace 2,000 años, ya existían aldeas en Azcapotzalco y en Culhuacán. Primero llegaron los Xochimilcas a la rivera del lago Xochimilco, luego los Chalcas, los Tepanecas, los Culhuas, Tlahuicas, etc. Los mexicas fueron los últimos en llegar, luego de haberse radicado en Chapultepec y Culhuacán se asentaron en una pequeña isla que pertenecía a Azcapotzalco, donde el tlahtoani Acolnahuac les dio permiso para poblarla hace 700 años. La isla era insignificante, pedregosa y llena de serpientes, sus vecinos consideraban que no valía nada. Pero los laboriosos mexicas aprendieron de los xochimilcas a construir chinampas. Así pudieron extender grandemente la isla. Originalmente se crearon cuatro calpullis: Atzacualco, Teopan, Moyotla y Cuepopan, luego de cada uno de ellos se derivaron cinco calpullis. Los migrantes no invadían las tierras de otros y cuando en una batalla se definía la inclusión de un nuevo pueblo en la alianza, la alianza vencedora no invadía, ni destruía y si construían asentamientos era a un lado del otro, no sobre él. Por el contrario, los invasores occidentales destruyen todo para construir encima de las ruinas del pueblo vencido.
Nuestra organización política, económica y social es original, absolutamente distinta a la euroasiática pues durante decenas de miles de años tuvimos un desarrollo propio. Somos una civilización originaria, una de las cinco que han existido en el mundo: la del Anáhuac, la de Mesopotamia, la de China, la del Valle del Indo y la del Tawantinsuyo o Inca.
Mexico-Tenochtitlan, fundada hace 700 años, es un ejemplo de lo avanzado de esa cultura cuyos frutos aún perduran. Un ejemplo de ello es su urbanización. En Tenochtitlan se construyeron grandes calzadas y se urbanizó el espacio. Muchas de las grandes avenidas actuales son precuauhtémicas: México-Tacuba, Tacuba-Azcapotzalco, Tlalpan, Iztapalapa, Vallejo, Tepeyac, Nonoalco-Tlatelolco, Tenayuca. Se hicieron grandes obras hidráulicas acueductos como el de Churubusco (Huitzilopochco), el de Chapultepec y el albarradón de Nezahualcóyotl de 16 km, para separar el agua salada de la dulce. La increíble innovación en su desarrollo sorprende hasta el día de hoy.
Tras la devastadora invasión española pasaron más de tres siglos y medio para comenzar a encontrar ruinas de lo que fue una de las ciudades más impresionantemente bellas del mundo. Fue total la destrucción, al grado de que tardaron casi 400 años en resurgir vestigios. En el año 1900, Leopoldo Batres rescató 56 metros cuadrados de la fachada oeste de la plataforma de la Plaza Oeste y Edificio O de lo que, en 1914, Manuel Gamio identificó como el Templo Mayor. Entre 1967 y 1970 se encontró una teocalli (pirámide) dedicada a Ehécatl y otros vestigios en la estación Pino Suárez del Metro. Posteriormente, con el hallazgo fortuito de la escultura de Coyolxauhqui, en 1978, comenzó el rescate del Templo Mayor que culminó en 1982. A partir de lo cual se han encontrado vestigios mexicas, en la zona del Templo Mayor y en áreas aledañas.
El 2 de octubre de 2006 se encontró el Monolito de Tlaltecuhtli, dentro del predio de las Ajaracas-Campanas ubicado en Argentina y Guatemala a un costado del Templo Mayor, es el monolito mexica más grande conocido hasta la fecha. Tlaltecuhtli, representa la dualidad elemental vida-muerte en una gran civilización que sabía claramente que todo en la naturaleza es dual: vida-muerte, frio-caliente, alto-bajo, mujer-hombre, cerca-lejos, dulce-salado, noche-día, frío-calor, luz-obscuridad. La diosa de la tierra, Tlaltecuhtli, recibía a los muertos y transfiguraba su alma para ir al otro mundo y dirigirse al otro plano de la existencia, conocido en el mundo mexica como el Mictlán. De la tierra surge la vida, produce alimentos para sustentar a las personas, y estas, ya muertas, regresan a la misma tierra donde su ser es transformado para existir en otra vida. Tlaltecuhtli tenía cantidad de pigmento original sobre su superficie, que se conservó estupendamente desde la época prehispánica hasta nuestros días. Sus colores siguieron teniendo vida.
En 2015 se identifica el Huei Tzompantli, muro ritual de cráneos, en 2017 el templo de Ehécatl-Quetzalcoatl y una sección del Juego de Pelota, en 2024 en la avenida Chapultepec se detectó un muelle y canal precuauhtémico.
Hoy por hoy la globalización, el neocolonialismo, el capitalismo depredador, está causando desastres devastadores por la explotación y opresión de la gente, el extractivismo y la violencia contra la naturaleza, la contaminación de agua, aire y tierra.
Los pueblos son quienes van a terminar con esta era de destrucción y cuando tomen el mando y el poder de decisión en un nuevo sistema político, económico y social lograrán el fin de la explotación entre la gente y hacia la naturaleza. En esa tremenda lucha nos inspira nuestra gran civilización originaria del Anáhuac y su ejemplo nos da pistas para construir lo nuevo. Nuestra raíz nos dará fuerza. También la heroica resistencia del pueblo palestino abreva de su antigua raíz y cultura que le da fuerza para sobrevivir al brutal genocidio y destrucción que condena toda la humanidad consiente y le permitirá prevalecer pese a todo.
Hoy ante el brutal genocidio que los gobiernos neocolonialistas permiten en Palestina, ante los màs de 70 mil asesinados, la mayoría mujeres y niños, la destrucción de hospitales, escuelas, el asesinato de periodistas, personal de la salud y de la ONU, el pueblo mexicano se solidariza y llama a su gobierno a ser congruente con su tradicional política exterior y que rompa relaciones de todo tipo con Israel. Y entendemos al pueblo palestino que es sometido a sed y hambruna, a violencia extrema … porque tenemos memoria y condenamos el genocidio occidental de ayer y el de hoy.





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