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Granjas porcinas en Yucatán: impacto ambiental y contaminación.

Rocío Luna


De las 257 granjas porciìcola con registro en alguna base de datos oficial en la Peniìnsula de Yucataìn, 122 (47%) están establecidas en regiones consideradas sitios de atención prioritaria para la conservación de la biodiversidad. Las granjas en sitios de conservación suman 20, mientras que las localizadas en sitios de restauración son 102, 65% de ellas en lugares de prioridad extrema. Al menos 43 están ubicadas en cuatro Aìreas Naturales Protegidas (ANPs) y una maìs en un sitio RAMSAR y solo 22 (de las 257) operan con Manifestación de Impacto Ambiental, de acuerdo con los resultados de una investigación realizada por la organización ambientalista Greenpeace México, sobre la operación de esta industria en esa entidad.

La principal empresa dedicada a la producción y comercialización de carne de cerdo es Grupo Porcícola Mexicano SA de CV junto con Kekén que es una empresa dedicada a la producción y comercialización de carne de cerdo con una trayectoria en el mercado de 27 años.



La población aledaña a las granjas porcinas, están preocupadas por el medio ambiente y la salud de las diversas especies, y advierten que están causando severa afectación en la producción de abejas, los mantos acuíferos y la salud de los pueblos que residen en el lugar.

La deforestación es una de las tantas consecuencias de la instalación de exceso de granjas porcinas en la península de Yucatán, tan solo se reporta una perdida de 10 997.01 hectáreas de selva, este es un gran impacto ambiental producido por la avaricia de los empresarios, lo cual también representa una grave amenaza para especies catalogadas en peligro de extinción o amenazadas según la NOM-059-SEMARNAT-2010, el jaguar en la selva o los peces ciegos en cenotes, por ejemplo, porque la selva es bien sabido que alberga una gran diversidad de flora y fauna.


Además de la deforestación se registran contaminación de las aguas residuales vertidas por un gran complejo de crianza de cerdos. El líquido contaminado se ha expandido formando dos grandes extensiones de aguas negras que afectan a los mantos freáticos, a las milpas, cenotes y ojos de agua, maravillas naturales propias del área Yucatán, añadiendo daños a la biodiversidad y al ecosistema. Un ejemplo de esta problemática se existe desde hace ocho años en Kinchil con el compromiso de someter a tratamiento a las aguas residuales, que produce una de tantas granjas porcinas, una promesa que “desafortunadamente no se ha cumplido”.


Vecinos de comunidades cercanas, como Kinchil, Maxcanú, Opichén y Chololá, en Yucatán, denuncian molestias provocadas por estas industrias como malos olores y problemas con el tránsito de los camiones. Todos tienen miedo de que los desechos de los cerdos puedan afectar al agua que consumen.


Pese a la pandemia mas de 20 granjas porcinas siguen produciendo en condiciones terribles de acuerdo con pobladores de la península afectando la vida de los pueblos y al medio ambiente de manera grave.


Además de disminuir la cantidad de granjas porcinas y desmantelar el monopolio de estás empresas que destruyen todo a su pasó con la finalidad hacerse ricos a costa de la salud y bienestar de las personas y del medio ambiente, hay alternativas para el tratamiento de sus residuos generando un menor impacto a la comunidad y a los recursos naturales.


Hay mucho trabajo para fomentar estrategias ecológicamente sostenibles de producción ganadera y protección del medio ambiente, para esto se requiere de prácticas o procesos que minimicen los residuos ya que estos pueden ser consideradas como un recurso valioso para la producción de cultivos y biogas, sin embargo, pero existe el costo económico para poder eliminar estos residuos.


Entre algunas prácticas que pueden ser consideradas para mitigar y gestionar la contaminación ambiental consisten en eliminar o disminuir la carga de contaminantes por medio de procesos físicos, químicos o biológicos con la finalidad de garantizar una disposición final sin riesgo de ocasionar daños al medio ambiente ni a la salud humana. Los tratamientos pueden ser primarios o secundarios, entre los primeros se consideran los métodos físicos como filtración o sedimentación, mientras que los tratamientos secundarios involucran el uso de métodos biológicos y/o químicos. Además, dentro de otras alternativas para el manejo de los residuos se encuentran los ensilados de cerdaza composta y vermicomposta, una excelente opción es el uso de biodigestores.


Nosotros desde nuestra trinchera debemos hacer conciencia de nuestro consumo de carne porcina, ya que nuestra dieta no requiere mucho de este recurso para funcionar perfectamente. Seamos conscientes de nuestro consumo y el impacto que genera, los invito a realizar una evaluación sobre nuestra huella ecológica con el consumo de carne.



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