Rocío Luna.
México se ha propuesto terminar con el uso indiscriminado de plaguicidas. El Gobierno ha ordenado la prohibición del glifosato –el herbicida más utilizado en el mundo– para 2024. El decreto presidencial fue publicado el 31 de diciembre de 2020, este mandato también busca prohibir el maíz transgénico, ya que hay argumentos sobre los efectos nocivos en la salud, tanto de los seres humanos como de algunas especies animales. Es así como México se une así a la creciente lista de países que, como Austria o Alemania, que están vetando el glifosato, convertido en el símbolo de los perniciosos impactos de la agroindustria.
La compañía Monsanto patentó el pesticida en 1974 con la marca Roundup, pero desde que venció la patente en el año 2000 también lo comercializan otras empresas. En junio de 2012, en el gobierno de Felipe Calderón, se otorgaron a Monsanto los primeros permisos para la siembra comercial de soya transgénica, que abarcaban un total de 253 mil 500 hectáreas distribuidas en siete estados donde también se aplicó el glifosato. Este cultivo en Yucatán superaba las 60.000 hectáreas, esto afecto seriamente a Campeche en el municipio de Hopelchén, que pese a su colindancia con la Reserva de la Biosfera de Calakmul es una de las zonas más deforestadas de México.
Entre 2011 y 2012, más del 70% de las abejas de los apicultores de Hopelchén murieron. Los habitantes de ese municipio al sur de México llegaban a sus apiarios y encontraban a esos pequeños polinizadores por el suelo. El desplome en las poblaciones de abejas coincidió con la llegada de Monsanto a su territorio: en 2012.
Las semillas del gigante agroindustrial de Monsanto están genéticamente modificadas para resistir al glifosato, un herbicida que acaba con las malas hierbas de la cosecha, con las abejas y gran cantidad de quelites endémicos, afectando de modo gigantesco la biodiversidad del país.
Las organizaciones Muuch Kambal, constituida sólo por mujeres, y el Colectivo Apícola de Los Chenes, hoy Colectivo de comunidades Mayas de Los Chenes, que ya aglutina a 36 localidades se aliaron con asociaciones nacionales e internacionales defensoras del medioambiente y los derechos humanos, como Indignación, CEMDA y Greenpeace, que han acompañado la defensa jurídica expusieron el caso frente al Tribunal Internacional contra Monsanto en 2016, que tuvo lugar en La Haya, y ahora se encuentra ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
El interés de frenar la introducción de especies transgénicas y el uso del glifosato es que México es el sexto productor mundial de miel. El 40% de ella la aportan los estados de la península de Yucatán. En el caso de Campeche, se estima que aproximadamente 25 mil familias, en su mayoría indígenas, subsisten de la apicultura tradicional. Pero esa actividad económica se vio amenazada en las últimas décadas por la tala indiscriminada y recientemente la introducción de cultivos transgénicos y el uso de pesticidas agresivos como el glifosato.
En México, la lucha emprendida por los apicultores mayas llevó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación a suspender la siembra de soya transgénica en Yucatán y Campeche. Jorge Oziel Pech, sobrino de la líder de ese movimiento, Leydy Pech, ve como una nueva victoria el decreto para la prohibición del glifosato, pero dice que es “solo el inicio”. “El glifosato es la sustancia de la que más se habla, pero existen otras que causan mayores daños y que se comercializan de forma incontrolada en la región”. En México hay 140 plaguicidas autorizados que en otros países están prohibidos por su toxicidad.
Aunque no hay datos fiables sobre la cantidad de glifosato que se utiliza en este país, sí se sabe que la Secretaría de Medio Ambiente impidió la importación de 67.000 toneladas entre diciembre de 2019 y agosto de 2020, dice Fernando Bejarano, director de la Red de Acción sobre Plaguicidas y Alternativas en México (RAPAM).
Durante años, el movimiento “Sin Maíz No Hay País” denunció que la contaminación genética es irreversible e impredecible, pues aseguran que las variedades transgénicas contaminan genéticamente a otras de la misma especie o a especies silvestres emparentadas, ya que una vez liberados al medio ambiente los transgénicos no se pueden controlar.
El maíz parte fundamental de la alimentación de los mexicanos, pero el 90.4 %de las tortillas que se consumen contienen secuencias de maíz transgénico, lo mismo que el 82% por ciento de las tostadas, harinas, cereales y botanas de este grano y existe una gran posibilidad de que contengan residuos de glifosato.
Es por eso por lo que se celebra que el herbicida glifosato no podrá usarse en México a partir del año 2024 por sus efectos en la salud y el medioambiente. El Gobierno de México trabaja con sus productores en la sustitución del herbicida glifosato y de los granos de maíz genéticamente modificados para conseguir eliminar totalmente el uso. La Secretaría de Agricultura, dentro del programa público-privado "Maíz para México", pretende reemplazar el maíz transgénico importado por maíz amarillo producido en aquellos estados del país "que cuenten con este potencial productivo y estén vinculados a los principales centros de consumo".
El reto será satisfacer la demanda de la industria pecuaria cuyas tasas de crecimiento, como reconoce Agricultura, "han estado en ascenso". Para lograrlo, el Gobierno priorizará sus esfuerzos teniendo en cuenta "factores como la ubicación geográfica" y el favorable estatus sanitario del ganado.
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