Emir Sader. América Latina en Movimiento. 21 de junio 2021
Aunque todavía queda mucho tiempo por delante, Bolsonaro parece agotado como líder. Como la tercera vía no se consolida y se debilita, Lula tiende a mantener el soporte actual o incluso a incrementarlo.
Las encuestas han cambiado a lo largo de este año, básicamente por la entrada directa de Lula en la carrera presidencial. Las consecuencias fueron inmediatas.
Lula se convirtió en el candidato favorito, Bolsonaro se desinfló, pasando del 30% al 25%, con tendencia a la baja. Los precandidatos de la llamada tercera vía iban desapareciendo, así como los del propio campo de la izquierda (Boulos y Dino, entre otros).
Las encuestas agregaron una proporción siempre muy alta entre las preferencias por Lula y Bolsonaro, dejando poco para los otros posibles candidatos, lo que hace que la polarización se consolide entre los dos. Ninguno de los candidatos de la tercera vía logra obtener un apoyo significativo; al contrario, Ciro Gomes bajó del 12% al 6%. Los demás le siguen con resultados insignificantes estadísticamente. Además, los precandidatos y sus partidos no se entienden para concentrar fuerzas en torno a uno o dos de ellos.
De lo que se trata es de saber por qué estas negociaciones no prosperan y, sobre todo, por qué ninguno de los precandidatos logra despegar. Esto contradice la opinión de los analistas, quienes creen que habría un espacio significativo para alternativas y apoyos más allá de la polarización entre Lula y Bolsonaro.
En primer lugar, la polarización entre los dos candidatos gira en torno a una cuestión fundamental: a favor o en contra del modelo neoliberal. Este es un tema central en el mundo actual. El capitalismo, habiendo agotado el modelo de desarrollo predominante desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la virada de los años setenta a los ochenta, el sistema optó por la adopción del modelo neoliberal, que se generalizó en casi todo el mundo.
Dirigido por Estados Unidos, este modelo se extendió a Europa y a países de Asia y la gran mayoría de los países latinoamericanos, convirtiéndose en la política económica que caracteriza al capitalismo en su período actual.
En Brasil, el propio PSDB, originalmente socialdemócrata, mantuvo y perfeccionó el modelo heredado de Fernando Collor, aliado con la derecha tradicional, haciendo de este modelo la opción global de derecha y centro derecha en Brasil. El PT, a su vez, lideró la resistencia a este modelo y, cuando finalmente ganó las elecciones, puso en práctica un modelo antineoliberal en todos los gobiernos que formó.
Hoy, Bolsonaro representa la continuidad del modelo neoliberal, mientras que Lula representa el antineoliberalismo. Estos son los dos horizontes económicos de la sociedad. Los candidatos de la tercera vía no suelen comentar esta alternativa o, cuando lo hacen, están a favor de la política económica del gobierno. No representan una tercera vía entre estas dos alternativas fundamentales.
Por otro lado, Bolsonaro representa un autoritarismo militarizado, mientras que Lula representa la restauración de la democracia. Estos son los dos horizontes políticos de Brasil.
Los descontentos con los dos candidatos son una minoría y no encuentran alternativas para convencerlos de que los apoyen. La derecha y la extrema derecha, que tienen el rechazo del PT como su referente fundamental, se dan cuenta de que, a pesar de que Bolsonaro, tiene cada vez menos condiciones para derrotar a Lula en unas elecciones más o menos normales, no se aventuran a abandonar a un candidato que sigue teniendo alrededor del 25% del apoyo, en comparación con el 6% o menos de los precandidatos de tercera vía. Incluso la hipótesis de una debacle acelerada para Bolsonaro no garantiza que ninguno de ellos sea el destinatario de estos votos, que pueden, al menos en parte, estar dirigidos hacia Lula.
Aunque todavía queda mucho tiempo por delante, Bolsonaro parece agotado como líder. Aun proponiendo una ayuda de emergencia y otros intentos para recuperar el apoyo que tuvo, en el mejor de los casos podrá frenar su tendencia a la baja en las encuestas. Como la tercera vía definitivamente no se consolida y se debilita, Lula tiende a mantener el soporte actual o incluso a incrementarlo.
Para desesperación de sectores de derecha que se sienten muy incómodos con la alternativa entre Lula y Bolsonaro, la alternativa está en camino de ser esta. Por tanto, Brasil tiene estas dos alternativas en su horizonte.
Uno de ellos llevará al país a perpetuar un régimen político antidemocrático, con un modelo que favorece el capital financiero y profundiza las desigualdades y el desempleo, el otro hará que Brasil rescate la democracia, reanude el crecimiento económico, distribuya los ingresos, genere empleo y reduzca las desigualdades.
Brasil, en su presente y en su futuro, se divide entre estas dos posibilidades.
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