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Producción agrícola: focos rojos

30 de mayo 2021 La Jornada

El Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (Siap), de la Secretaría de Agricultura, anunció que la producción de maíz grano, caña de azúcar, chile verde, sorgo y otros cultivos sufrió una caída con respecto a sus niveles de 2020. En el primer cuatrimestre del año, se cosechó 1.9 por ciento menos maíz, por lo que se prevé que la cobertura de la demanda nacional del grano pase de 64.5 a 61.2 por ciento, lo cual significa que deberán incrementarse las importaciones con el fin de cubrir las necesidades de consumo.


El factor central en el retroceso de la producción agrícola se encuentra en la escasez de agua. Entidades como Sinaloa y Tamaulipas han enfrentado una sequía tan severa que sus cosechas de maíz de otoño-invierno fueron, respectivamente, 20 y un catastrófico 80 por ciento menores a lo previsto. A la crisis hídrica se han sumado tanto heladas como calores excesivos que arruinaron cientos de miles de hectáreas, y todo ello empeora –a decir del presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Sistema Producto Maíz, Vicente Álvarez Delgado– porque no hay una política gubernamental dirigida al productor.


Ciertamente, las sequías son fenómenos naturales cuya ocurrencia y duración se encuentran fuera del control de las autoridades, pero éstas deben desarrollar estrategias a corto y largo plazos a fin de mitigar sus efectos tanto entre quienes se relacionan con el campo mediante una cadena de intermediarios (la población urbana, que resiente las crisis agrícolas en la forma de alzas de precios), como en los sectores que ejercen la siembra como actividad económica primaria e incluso de subsistencia. No puede olvidarse que el hambre es la consecuencia inmediata de una mala cosecha para millones de campesinos de autoconsumo.

La implementación de un plan oficial de auxilio al campo cobra particular urgencia en el caso de cultivos que forman parte de la dieta básica de la inmensa mayoría de los mexicanos y, sobre todo, de las clases más desfavorecidas; el primero de los cuales es, por supuesto, el maíz. Así, de poco sirve a la economía de las familias el incremento global en el volumen de las exportaciones agropecuarias si estos cultivos comerciales acaparan el agua y las tierras que podrían emplearse en alimentos básicos.

Además de constituir un tema urgente para aliviar las circunstancias de pequeños productores agrícolas y de las clases populares en general, la recuperación de las cosechas nacionales es un requisito ineludible en la búsqueda de la soberanía alimentaria, la cual se aleja en la medida en que debe recurrirse a las importaciones para cubrir el consumo interno.

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