top of page

Raúl Álvarez Garín y el calvario del expresidente Echeverría. Primera parte

Carolina Verduzco Ríos Periodistas Unidos. 6 de octubre 2022


El 26 de septiembre se cumplieron 8 años de la desaparición física de Raúl Álvarez Garín, justo en el momento en que los normalistas rurales de Ayotzinapa estaban siendo reprimidos en un operativo que, como el del 2 de octubre de 1968, no se olvida.

Pareciera que Raúl, quien siempre tuvo un enorme respeto, cariño y predilección por el normalismo rural, se hubiera querido ir con los de Ayotzinapa. Baste mencionar que a mediados de 2010, cuando aún gozaba de relativa salud, visitó la normal rural de Tenería, acompañado de Romeo Álvaro Cartagena, para hacer una donación de libros de su propiedad que llevó en un camión de tres toneladas, para que desde ahí se distribuyeran entre todas las normales rurales del país. Posteriormente los normalistas acudieron a visitarlo y a recoger una camioneta más de libros que aún no les había entregado.


Los más sentidos homenajes que en vida recibió Raúl congregaron a miles de sus amigos y compañeros, lo cual contrasta con el aislamiento, el desprecio y el repudio con los que vivió el expresidente Luis Echeverría, sobre todo los últimos 24 años, situación que se hizo más evidente en sus exequias. En éstas tomaron distancia incluso la mayoría de sus antiguos aduladores.


En los homenajes a Raúl se hizo referencia a su trayectoria y a sus características personales, especialmente a su honestidad política, intelectual y a su indeclinable compromiso con las causas populares, sin embargo, aún sigue sin conocerse suficientemente y valorarse en su justa dimensión el alcance de lo que fue uno de sus mayores aciertos políticos: haber emprendido la lucha judicial en contra del expresidente de México, Luis Echeverría Álvarez (LEA) y de otros autores de los crímenes de Estado del 2 de octubre de 1968, del 10 de junio de 1971 y de la guerra sucia.



Hacer realidad la consigna callejera: Investigación de los hechos y castigo a los culpables

Reconstruir la historia de la lucha por la impartición de la justicia en México pasa por reconocer la valía de las acciones que enarboló Raúl, las cuales han sido invisibilizadas y minimizadas en gran medida. Peor aún, sus resultados, incluyendo resoluciones judiciales, han sido distorsionados en los medios de comunicación masiva.


Revertir la deformación informativa requiere, para empezar, de disposición para reconocer la iniciativa y el trabajo de Raúl para que no se quedara en el aire la demanda popular que en incontables movilizaciones se ha repetido y se sigue repitiendo a coro ¡Investigación de los hechos y castigo a los culpables! Para llegar a eso requirió años de investigación y estudio que plasmó en su libro “La Estela de Tlatelolco”, el cual fue la base para denunciar, con toda rigurosidad, los hechos que exhibió en la demanda judicial que interpuso junto con otros exestudiantes que sobrevivieron a la masacre del 2 de octubre de 1968.


Durante la presentación de este libro, en el Centro Cultural San Ángel, el 30 de septiembre de 1998, Carlos Monsiváis comentó:


“Al leer su polémica encendida y su manejo de pruebas no dejo de visualizar o de imaginar los años invertidos en preparar el libro, empresa iniciada en rigor en 1968, con la revisión apasionada de las publicaciones, el cotejo de evidencias a lo largo de días y noches, el incansable rumor mental dónde desfilan acontecimientos y personajes. (…). En sus reflexiones ha intervenido la gran pregunta que muchos se contestan de distintas maneras desde el 2 de octubre de 1968: ¿Quién ordenó la provocación y quiénes la ejecutaron? ¿Cómo se emboscó un movimiento pacífico y desarmado? (…). Y Álvarez Garín llega inevitablemente a la conclusión: Tlatelolco fue un crimen de Estado.”


“En ningún otro momento de la vasta literatura sobre el 68 –continúa Monsiváis– se obtiene este fervor en torno a los responsables de una matanza. Reconozco la parte medular del yo acuso por su fuerza y su poder de convicción”. Para fundamentar este reconocimiento, cita un largo párrafo en el que Raúl identifica a varios de los perpetradores por su nombre, su cargo y sus acciones el 2 de octubre. Ese párrafo concluye con lo que puede entenderse como el anuncio de la demanda penal que estaba a punto de interponer: “Estas personas son responsables y debieran ser juzgadas por el crimen de Tlatelolco, debieran rendir cuentas de su actuación como funcionarios y de los abusos de poder que han cometido.”


Lo que Carlos Monsiváis dijo que no dejaba de vislumbrar o imaginar, se explica tanto por el análisis meticuloso que hizo del libro, como por su conocimiento personal de la biografía de su autor. Esto se complementa con lo que en el mismo acto planteó Gilberto Guevara Niebla:


“Creo que el principal mérito del libro que hoy comentamos, lo más valioso, es que es una obra de Raúl Álvarez Garín. Yo estoy seguro que muchos de los miembros del Consejo Nacional de Huelga que están aquí, comparten este punto de vista: Raúl no fue sencillamente el delegado de Físico Matemáticas (…). Si hay que determinar a la persona que más poder e influencia tuvo en el Consejo yo creo que nadie debe dudar que fue Raúl Álvarez. (…) y yo creo que el Movimiento Estudiantil con su desarrollo no hubiera sido posible sin la intuición política de Raúl”.


Y agrega, “Bueno, es que la organización estudiantil sólo podía venir del Politécnico [de donde era Raúl] con su tradición de gremialismo estudiantil y con su experiencia de 1967, en solidaridad con la escuela de Agricultura de Chihuahua, Hermanos Escobar. Y así fue, pero yo no creo posible el surgimiento del Consejo Nacional de Huelga si no hubiera llegado (…), si no hubiera aparecido en la escena estudiantil Raúl Álvarez.[1]


Efectos innegables de la lucha judicial

Un reconocimiento semejante a los que hicieron Carlos Monsiváis y Gilberto Guevara contribuiría a que también se clarificara que, sin la lucha judicial emprendida por Raúl, no habrían ocurrido varios hechos históricos como los siguientes:



1.- El expresidente Echeverría no hubiera estado formalmente preso durante dos años y cuatro meses, imputado por el delito de genocidio.


2.- Echeverría habría muerto en libertad absoluta y no en libertad condicional. Vale insistir: LEA no regresó a la cárcel, pero tampoco fue absuelto judicialmente. Grande debió ser su sentimiento de humillación al firmar una carta de respuesta a la Procuraduría General de la República en 2019 en la que hace referencia a que su liberación no fue absolutoria. En ella reconoce textualmente que la investigación “se mantiene viva” y que “desde el día siguiente de mi libertad y hasta noviembre de 2018 el Ministerio Público ha realizado 154 diligencias”. Este hecho que fue publicado por Homero Campa en la revista Proceso (https://www.proceso.com.mx/nacional/2021/10/1/el-proceso-contra-echeverria-sigue-vivo-pero-estancado-comite-del-68-273177.html) es una prueba contundente de la falsedad de las versiones del abogado Juan Velázquez y de algunos periodistas en el sentido de que el expresidente había sido exonerado.


3.- No se tendría la resolución judicial inapelable que dejó establecido de forma definitiva que el 2 de octubre de 1968 se configuró el delito de genocidio (Sentencia dictada por el Quinto Tribunal Colegiado de Circuito en el Amparo en Revisión 132/2007).


4.- Nadie habría tenido acceso a la extensa y documentada información que contiene el Informe Histórico presentado por la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP).


5.- Esta misma fiscalía no habría integrado (concluido) las investigaciones previas en contra de 52 altos mandos del Ejército que tuvieron a su cargo distintas tareas, como borrar las pruebas del crimen y recoger los cuerpos de la Plaza de las Tres Culturas, etc.


6.- La FEMOSPP no habría iniciado más de 450 investigaciones previas por la desaparición de más de 500 opositores políticos durante la guerra sucia.


7.- Habría sido imposible evitar que con motivo de su fallecimiento, se le prodigaran elogios y honores de distinto tipo al exmandatario, lo cual habría sido un nuevo agravio al pueblo de México y una burla, especialmente para los familiares de las víctimas mortales de las masacres de 1968, del halconazo de 1971 y para los sobrevivientes de la Guerra Sucia, la cual infringió las más crueles torturas, desapariciones y demás atrocidades, como parte del Plan Condor, concebido y hegemonizado por EEUU para América Latina.


8.- La lucha jurídica que emprendió Raúl en contra de Luis Echeverría contribuyó de forma definitiva a que se rompieran las relaciones que éste había gestionado con diversas personalidades políticas en el ámbito nacional e internacional para convertirse en el líder de los países del “Tercer Mundo”, con la bandera de un “Nuevo Orden Económico Internacional”


9.- Los litigios judiciales han sido y seguirán siendo una contribución indeleble para preservar la memoria y hacer prevalecer la verdad.


Falta mucho qué investigar, no el hilo negro

Sin duda, falta mucho por develar y son necesarias otras líneas de investigación. Quienes pretendan hacer nuevas indagatorias deben tener acceso a los documentos que contienen los resultados del trabajo de la FEMOSPP, los cuales están siendo ocultados de la siguiente forma:


1.- La PGR subió a su página web (quizá por error) el Informe Histórico de la FEMOSPP (referido en el punto 5), pero unos días después lo retiró. Afortunadamente el Comité 68 ya lo había descargado y lo publicó en un libro.


2.- En cuanto a las 52 averiguaciones previas integradas (referidas en el punto 5), la PGR en lugar de consignarlas ante un juez, decretó la desaparición de la FEMOSPP y hasta la fecha la FGR no las ha consignado.


3.- Y las 450 averiguaciones previas por la desaparición de más de 500 opositores políticos durante la guerra sucia (referidas en el punto 6) fueron clasificadas por la FGR como confidenciales, por cinco años. (https://www.jornada.com.mx/2022/09/11/politica/005n1pol)


Es necesario que movimientos sociales, así como agrupamientos de carácter académico y periodístico exijan que no sigan ocultándose estos documentos y que todos estos materiales se pongan en la página electrónica de la FGR, pues sin tener acceso a ellos se corre el riesgo de que quienes investiguen sólo logren descubrir el hilo negro; así seguiría postergándose la acción de la justicia.


[1] Gilberto Guevara fue delegado de la Facultad de Ciencias de la UNAM al CNH. Ya para la década de los 70 había tomado un camino político muy distinto al que siguió Raúl Álvarez Garín. Sus diferencias ideológicas e incluso de personalidad hacen doblemente loables sus palabras testimoniales



bottom of page