Ana Arenas
Hace cien años se fundó el Partido Comunista Mexicano. En esta conmemoración es importante reflexionar sobre qué características debe tener un Partido de la Clase Obrera en el Siglo XXI. Como puede enfrentar en la actualidad con éxito las tareas necesarias que conduzcan a la liberación nacional y social.
Es sabido que tanto el Partido Comunista Mexicano, como otros partidos por no hablar del Partido Comunista de la Unión Soviética fueron primero desviados de sus objetivos, luego degeneraron hasta llegar a su liquidación.
¿Cómo fue esto posible? Uno de los factores importantes fue que la dirección del partido se desvió del camino de lucha y terminó colaborando con las potencias anglo-sajonas y con los gobiernos burgueses de sus países renunciando a sus objetivos de lucha.
Los militantes de esos partidos seguían ciegamente a sus líderes y no fueron capaces de rescatar a sus partidos cuando se dio la traición. También esto sucedió en el movimiento obrero y popular que seguían ciegamente a sus líderes. Al ser los partidos quienes dirigían a las organizaciones de masas, también éstas se subordinaron a una línea traidora. Hace un siglo se planteo que un partido comunista debe integrarse por militantes que tengan por lo menos 18 años, que colaboren militando en una organización de base, den una cuota y estén organizados en base al centralismo democrático y sigan la línea del Partido. Pero en la actualidad debemos reconocer que es necesario lograr que los militantes y el pueblo asuman su programa de lucha, participando no solo en la ejecución de este programa, sino en su elaboración. Que los militantes tienen que lograr que cada organización elabore y luche por su programa, para lo que es necesario que cada militante participe en el colectivo de su colonia, fábrica, escuela, asociación en el terreno de la acción, impulsando a que cada colectivo actúe conscientemente. Que la fuerza del pueblo está en sus colectivos organizados.
Quedó claro ya que no basta seguir a un líder, o seguir los lineamientos de una organización, sino que es necesario crear organización donde la cada quien luche por los intereses generales, colectivos y sociales basándose en su misma organización. Actuando por sí mismo, elaborando la línea que va a defender. De modo que se construya un movimiento a nivel nacional que tenga su propia agenda. Los líderes deben ayudar a que los colectivos se empoderen conscientemente y deben poner al partido al servicio, como instrumento para que los colectivos se activen a sí mismos.
El rol del partido ya no puede ser, estar a la cabeza, dar lineamientos, estar aparte del pueblo, sino que deben buscar que cada colectivo ubique los problemas, plantee las soluciones y desarrolle la fuerza para llegar a esas soluciones. Que no se cruce de brazos esperando que va a plantear el liderazgo.
En la democracia representativa, lo representantes asumen la dirección y reciben un cheque en blanco para tomar decisiones por sí y ante sí. Usurpan la representación popular. En la actualidad debemos de luchar para que no esté el pueblo afuera de la toma de decisiones, confiando en sus representantes, que imponen su ideología y su política, sino que sea el pueblo el que decida, que tenga su programa y lo lleve a cabo y que los representantes juegan un nuevo rol, el de impulsar que se lleven a cabo las decisiones que tomó el pueblo.
Que el pueblo decida y no sus líderes, que ya no mas exista una distancia entre líderes y pueblo, entre partidos y pueblo. Que ya no sean los dirigentes los que hablen por el pueblo, sino que los colectivos hablen en nombre propio. La labor del militante es fomentar la organización para que la gente impulse el programa sin seguidismos.
El papel actual de un partido es convertirse en instrumento para desarrollar la organización, la unidad y el poder del pueblo para que el pueblo decida. Al lograr la organización consciente y desde abajo de la población no habrá líder traidor que pueda imponer su ideología, ni su propia agenda.
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