Por Izcuauhtli Paz
Uno de los grandes retos para México es recuperar la soberanía alimentaria, el sector agrícola ha sido sometido por decenas de años a un proceso de globalización, políticas antinacionales de anteriores gobiernos, dieron pauta a que grandes corporaciones se adueñaran del sector en el país, más del 80% de las inversiones son privadas, la autosuficiencia alimentaria se ha visto gravemente afectada.
El sector agrícola es uno de los más dinámicos en el país, de acuerdo con la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), este junto con el pecuario, representan cerca del 10% del PIB. México al ser un país megadiverso, puede mantener altos niveles de productividad, alrededor de 40 millones de hectáreas que se pueden utilizar para la agricultura, y solo se siembran 20 millones y se cosechan más de 200 productos diferentes al año, entre los que destaca el maíz, la caña de azúcar, el aguacate, chile verde, tomate, sorgo y frijoles.
Aunque para México, la agricultura es una de las actividades prioritarias y más importantes, que genera gran cantidad de empleos, existe una gran precariedad y explotación en las condiciones laborales de los agricultores, labradores, campesinos, jornaleros, sus sueldos van de los 70 a los 250 pesos, un sueldo engañoso ya que ahí se encuentra integradas vacaciones, prima vacacional, aguinaldo, servicio médico, jubilación, apoyo a la vivienda.
Por otro lado, se importan granos básicos como el maíz, que, aunque por casi 9 mil años el maíz nativo ha estado presente en las culturas mesoamericanas y en la dieta de estos, alrededor de 3 mil. Para el periodo 2016-2020, se ha importado, en promedio, 13.7 millones de toneladas al año, y el 95% de estas importaciones son de maíz amarillo transgénico estadounidense, México se ha constituido como el primer mercado a nivel mundial de maíz estadounidense.
A pesar de esto, vale la pena decir que México continúa siendo autosuficiente en la producción de maíz blanco para consumo humano, en 2019 se produjeron 27 millones de toneladas. Hay que cuestionar esta autosuficiencia ya que al menos dos terceras partes del mercado mexicano de semillas de maíz están en manos de corporaciones transnacionales.
Las mala políticas y prácticas neoliberales que han impulsado gobiernos mexicanos desde los ochentas, han dado oportunidad a que en el campo mexicano esté presente una gran cantidad de semillas transgénicas y agrotóxicos como el glifosato herbicida de amplio espectro, mismos que provocan graves repercusiones para los agricultores y los pueblos indígenas de México, poniendo en riesgo las semillas autóctonas, la diversidad de variedades agrícolas conservadas en los campos resultan fundamentales para la producción de alimentos nacionales, daños al suelo, el agua, el aire, la fauna y la propia salud de los seres vivos incluyéndose los humanos.
Si bien el gobierno actual, emitió un decreto que impulsa la sustitución del herbicida glifosato y de los granos de maíz genéticamente modificados para conseguir eliminar totalmente el uso de ambos en el año 2024, es indispensable que el gobierno analice y derroque las políticas neoliberales e impulse políticas públicas nuevas a favor de recuperar la soberanía y seguridad alimentaria, que respondan a las necesidades alimenticias de millones de personas, que preserven los entornos naturales, que contemplen la regeneración del suelo, de sus nutrientes, que no sea contaminado, y estimulen el progreso al mejorar la calidad de vida en las zonas rurales del país, que generará fuentes de empleo digno en el campo agrícola además de regularizar en trabajo actual, y deje en manos de mexicanos el campo mexicano y no en corporaciones extranjeras.
México cuenta con una gran fuerza y potencial para el sector agrícola.
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