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Sanciones, armas y el factor termómetro

Miguel Ángel Ferrer REBELIÓN 17 de septiembre de 2022


Desde el comienzo de la operación militar antifascista de Rusia en Ucrania estaba muy claro que, en resumidas cuentas, el conflicto era y es entre Washington y Moscú y que Ucrania sólo era y es el teatro de las operaciones bélicas.

Y también desde el principio estaban claras varias cosas. La primera es que Estados Unidos no iba ni podía involucrarse directamente en el campo de batalla. Y así las cosas ¿cómo podría Washington ganar la guerra?

¿Con la aplicación de unas sanciones económicas, financieras y comerciales contra Rusia que al paso del tiempo han demostrado su inutilidad para dañar seriamente a Moscú y que, a la inversa, han generado una tremenda crisis económica y, sobre todo, energética en los países miembros de la OTAN?

¿O con el suministro de millones y millones de dólares en moderno armamento al gobierno ucraniano? Pues los hechos se han encargado de demostrar lo equivocado de esa apreciación.

Y ahí viene ya el crudo invierno europeo. Un enemigo que no puede ser vencido sin el suministro ruso de energéticos. En estas condiciones qué pueden hacer Estados Unidos, la OTAN y el gobierno de Ucrania. La única salida es pactar la paz, aunque ésta tenga el amargo sabor de la derrota.

¿Pensarán en Washington y en Bruselas que, sin energéticos, la guerra puede ganarse sólo con retórica, con saliva, con discursos y con la satanización mundial de Vladimir Putin?


¿Pensarán que antes de la llegada del invierno las tropas ucranianas penetrarán en suelo ruso y que en cosa de meses podrán tomar Moscú y derrocar a Putin?

Es claro que Washington, Bruselas y Kiev no han entendido que vencer a Rusia es sencillamente imposible. Y que el tiempo no conspira contra Rusia, sino, al contrario, lo hace contra los nuevos fascistas europeos.

Y mientras la OTAN y Ucrania se desgastan, Rusia solidifica su economía y su alianza militar y económica con China. Y si Rusia sola es invencible, la alianza con China refuerza esa condición.

Pero la propaganda yanqui y europea presentan los hechos como el preámbulo de la debacle de Rusia. Pronto, muy pronto, el termómetro precipitará la rendición del gobierno ucraniano. Y se verá, como ya pasó en Corea, Vietnam, Afganistán, Irak y Siria, a las tropas al servicio de Estados Unidos en retirada.

La lección es clara: pactar la paz es la única salida para Ucrania, para la OTAN y para Estados Unidos. ¿O preferirán Washington y Bruselas prolongar veinte años, como en Vietnam, Afganistán e Irak, una guerra perdida desde antes de su comienzo?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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