Pablo Moctezuma Barragán
Ante la inseguridad, la salida es la organización social desde abajo y la generación de fuerzas de seguridad con control social así como previamente depuradas, desechando a los mandos corruptos y reforzando los elementos sanos además de comprometidos. Unir la acción de un ejército y policía populares, una guardia nacional con mando civil y núcleos organizados de guardianes por la paz en las colonias.
Desde luego que sin justicia no hay paz además que hace falta un cambio en el modelo económico, político, social, cultural para poner al ser humano en el centro y evitar que se creen condiciones en las que la gente se degrada y es obligada a delinquir. Pero junto con este cambio de modelo es necesario que se desarrolle una ciudadanía proactiva, unida, firme que no solo controle su propia vida personal, sino lo que sucede en su colonia, municipio, estado, región y en su país. Y lo primero que busca la sociedad es la seguridad.
La organización por la seguridad debe ser un entramado que vaya desde lo local a lo regional y nacional. Comenzando por una organización desde las colonias, barrios, pueblos, unidades habitacionales para que en todo municipio o alcaldía existan desde abajo colectivos organizados de jóvenes que promuevan la paz, la protección civil y la seguridad.
Organizando núcleos comunitarios de docenas de jóvenes en sus comunidades, ligados y coordinados con sus vecinos. En estas tareas debe darse un papel protagónico a las mujeres y a la defensa de la equidad de género desde las familias hasta las más altas instancias de la vida nacional.
Así se podrá conjuntar un número de alrededor de 500 a 2 mil jóvenes en cada uno de los municipios o alcaldías. De estos núcleos se pueden mantener reuniones con los mandos de la guardia nacional con mando ciudadano, del ejército y la policía para retroalimentar la información y dar seguimiento a los resultados. La labor prioritaria de los guardianes por la paz y de todos los niveles de gobierno es la prevención del crimen creando opciones para actividades educativas, laborales, culturales y fortaleciendo la integración comunitaria. A su vez las labores de inteligencia son clave para evitar los crímenes, detectándolos en su origen y gestación y no reaccionar hasta que ya sucedió el problema. Dice el dicho “después de niño ahogado, tapan el pozo”, los delitos tienen que prevenirse con anticipación. En México se puede levantar una fuerza de más de dos millones de guardianes por la paz, que sería un apoyo decisivo para transformar la situación.
Todo el sistema de justicia debe cambiar radicalmente para facilitar la denuncia y la detención de los criminales y no dar pie a la corrupción de los jueces. Para dar facilidades, sin bloqueos en el ministerio público, garantizar que a todos los delincuentes conocidos ampliamente en cada lugar se les aplique la ley, detectar a sus cómplices en el aparato de justicia así como fuerzas de seguridad y neutralizar a los grupos delictivos comenzando por las cabezas.
El sistema del capitalismo decadente en su fase neoliberal ha provocado grandes males sociales. Para lograr el dominio de las corporaciones han destruido el tejido social, fomentado el individualismo, la degradación y tal miseria que cada persona en lo único que piensa es sobrevivir.
Una de las causas de la inseguridad es el afán de ganancia fácil y está generada en primer lugar por grandes mafias que operan desde hace décadas desde el más alto nivel hasta la sociedad entera. Miles de personas, en particular jóvenes al no encontrar otra alternativa se involucran con las bandas criminales.
La inseguridad es fomentada por el sistema porque entre otras cosas paraliza y aterroriza masivamente a la población que así es presa fácil de sus dominadores. De modo que los grandes capitales se encuentran cómodos frente a una sociedad dividida, desmoralizada y sin capacidad de organización y respuesta.
La existencia de mafias que contratan provocadores además de saboteadores para generar violencia y caos es una forma más de evitar la amplia organización así como desvirtuar las causas justas y las movilizaciones populares masivas. Estos grupos de provocadores deben ser identificados y neutralizados, ya que una de las claves de la transformación está en la plena libertad para salir a las calles a expresarse.
Las mafias criminales buscan aliados, corrompiendo a mandos del ejército y de la policía que actúan sin ningún control, por si fuera poco en ocasiones son cómplices de los criminales. También reclutan ejércitos de jueces y magistrados para que hagan que prevalezca la impunidad y la injusticia. Este profundo mal debe erradicarse por completo.
Es común que luego de ser detenidos los delincuentes, bien conocidos, sean liberados de inmediato por jueces venales que se amparan en un sistema de justicia que no responde a las necesidades de la sociedad. Esto se puede deber también a que los policías, a propósito, no integran bien el expediente.
En la vida cultural predominan medios de comunicación que hacen apología de la violencia, en televisión, cine, periódicos, revistas, videojuegos que normaliza en la vida cotidiana la violencia más brutal. Esto tiene que cambiar para educar para la paz y la armonía. Puede y debe existir un sistema de información que promueva la cultura de la paz así como la seguridad.
Para eliminar la inseguridad hace falta una profunda transformación revolucionaria de la vida económica, política, cultural asimismo las fuerzas de seguridad y de justicia. Actualmente es una necesidad prioritaria para el bienestar de la población.
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