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Un repaso del posicionamiento de los dirigentes del Banco Mundial y del FMI

Eric Toussaint CADTM 26 de junio 2024


Aunque numerosas voces ya ponían en evidencia, desde comienzos de los años 1970, los peligros de un crecimiento ilimitado y del consiguiente agotamiento de los recursos naturales, los dirigentes del Banco Mundial y del FMI continuaban afirmando que no era una cuestión urgente.


Lawrence Summers, economista jefe y vicepresidente del Banco, desde 1991 a 1996, y a continuación secretario de Estado del Tesoro durante la presidencia de William Clinton, declaraba en 1991: «No hay (…) límites a la capacidad de absorción del planeta capaces de bloquearnos en un futuro previsible. El riesgo de un apocalipsis debido a un calentamiento global o a cualquier otra causa es inexistente. La idea de que el mundo corre hacia su perdición es profundamente falsa. También es un profundo error pensar que deberíamos imponer límites al crecimiento debido a los límites naturales; es además una idea cuyo costo social sería asombroso si alguna vez se llegase a aplicar» [1].


«También es un profundo error pensar que deberíamos imponer límites al crecimiento debido a los límites naturales; es además una idea cuyo costo social sería asombroso si alguna vez se llegase a aplicar.» Lawrence Summers, economista jefe y vicepresidente del Banco Mundial de 1991 a 1996.


En una carta dirigida al semanario británico The Economist, publicada el 30 de mayo de 1992, escribía que, según su parecer e incluso pensando en el escenario más pesimista: «Esgrimir el fantasma de nuestros nietos empobrecidos si no enfrentamos los problemas globales del medio ambiente es pura demagogia». Y agregaba: «El argumento según el cual nuestras obligaciones morales respecto de las generaciones futuras exige un tratamiento especial de las inversiones medioambientales es estúpido» [2].


La posición adoptada por Lawrence Summers causó un verdadero clamor de indignación en la época y, cinco años más tarde, en 1997, Nicholas Stern (futuro economista jefe del Banco) lo escribió en el libro, auspiciado por el Banco, para describir su primer medio siglo de existencia: «El compromiso del Banco en el dominio del medio ambiente ha sido puesto en duda por algunas personas después de la publicación, a fines de 1991, por la revista The Economist de extractos de una nota de servicio interno escrita por Lawrence Summers, a la sazón economista jefe. La nota de servicio interno sugería la posibilidad de que los temas de medio ambiente eran sobreestimados en lo que se refiere a los países en desarrollo; esos países podrían reducir sus costos marginales comerciando o tolerando sustancias contaminantes» [3].


En completa oposición con las tranquilizadoras declaraciones de Lawrence Summers, citadas más arriba, prediciendo que el calentamiento global no reduciría el crecimiento más que un 0,1% anual en el curso de los dos próximos siglos, Nicholas Stern afirmaba en 2006: «El informe estima que si no actuamos, los costos y los riesgos del cambio climático en conjunto representarán el equivalente de una pérdida de por lo menos el 5% del PNB mundial anual, ahora y para siempre. Si se toma en consideración un abanico más amplio de los riesgos y de los impactos, las estimaciones de las pérdidas podrían alcanzar hasta el 20 % del PNB o más». Era un desmentido contundente pero tardío de las afirmaciones de Lawrence Summers.


«El argumento según el cual nuestras obligaciones morales respecto de las generaciones futuras exige un tratamiento especial de las inversiones medioambientales es estúpido» Lawrence Summers, Banco Mundial.


Las afirmaciones del tipo de las de Lawrence Summers no constituyen un fenómeno aislado: reflejan la posición dominante del gobierno de Washington en relación con las decisiones del Banco Mundial y del FMI. Estas posiciones, que niegan que el modelo productivista cause graves daños al medio ambiente, y que también niegan que un cambio climático esté en curso, eran expresadas por Washington, al menos, hasta hace poco.


Los numerosos discursos de Anne Krueger, economista jefe del Banco Mundial durante el mandato presidencial de Ronald Reagan y, más tarde, número dos del FMI de 2000 a 2006, aportan la prueba. En uno de ellos, pronunciado el 18 de junio de 2003 con ocasión del 7º Foro Económico Internacional de San Petersburgo, Anne Krueger declaraba: «Tomemos esta inquietud inmemorial de que un crecimiento rápido agotará los recursos de combustibles y que si ello se produce, el crecimiento sufrirá una parada en seco. Las reservas de petróleo son más importantes hoy que en 1950. En esa época, se estimaba que las reservas mundiales de petróleo se agotarían en 1970. El pronóstico no se cumplió. Hoy, las reservas conocidas pueden durar 40 años con la tasa actual de consumo. No hay duda que cuando lleguemos a 2040, la investigación y el desarrollo habrán generados nuevos avances en la producción y la utilización de la energía».


Anne Krueger continuó diciendo: «Tampoco causamos daños irreparables al medio ambiente. Es claro que después de una fase inicial de degradación el crecimiento económico conlleva a continuación una fase de mejora. El punto crítico, a partir del cual la gente elige invertir en la prevención de la contaminación y la limpieza de las zonas contaminadas, se sitúa alrededor de 5 000 dólares de Producto Interior Bruto (PIB) por habitante».

«Tampoco causamos daños irreparables al medio ambiente»Anne Krueger, número 2 del FMI de 2000 a 2006.

Al afirmar eso, Anne Krueger quería transmitir el siguiente mensaje; el crecimiento al comienzo del despegue económico de los países en desarrollo conlleva una degradación del medio ambiente pero cuando se supere el umbral fijado de 5.000 dólares de Producto Interior Bruto (PIB) por habitante, la gente, retomando su expresión, comenzarán a invertir en la prevención de la contaminación y en la limpieza de las zonas contaminadas. Por lo tanto, no es necesario, en el ámbito de los poderes públicas tomar medidas obligatorias para forzar a las empresas a respetar las normas ambientales fuertes, la autocorrección se efectuará naturalmente desde el momento en que se llega al umbral mágico de 5.000 dólares de producto Interior Bruto (PIB) por habitante. Es solo humo. Ese umbral no se basa, para nada, en datos empíricos, se trata simplemente de propugnar el laisser-faire.


Esta cita de Anne Krueger contiene dos errores (o mentiras) manifiestos. Primero, los hechos demuestran que se han causado daños irreparables al medio ambiente. Segundo, no es cierto que después de «una fase inicial de degradación» del medio ambiente, «el crecimiento económico conlleva a continuación una fase de mejora». Los países más industrializados han superado desde hace tiempo los 5.000 dólares de PIB por habitante [4], sin embargo, la mayoría de ellos continúan con una política que implica un aumento de la contaminación.


Hubo que esperar las consecuencias del huracán Katrina, en agosto de 2005, para que la Casa Blanca comenzara, con desgano, a reconocer la evidencia.


«El CADTM denunció la promoción realizada por el Banco Mundial y el FMI de políticas que favorecen la deforestación y el desarrollo de megaproyectos energéticos destructores del medio ambiente»


El CADTM, así como otros movimientos, no esperó una catástrofe como la que golpeó a Nueva Orleáns, en agosto de 2005, para reprochar al Banco Mundial y al FMI las políticas que favorecieron el cambio climático y que debilitaron la capacidad de los países en desarrollo para hacer frente a las calamidades naturales. El CADTM denunció la promoción realizada por el Banco Mundial y el FMI de políticas que favorecen la deforestación y el desarrollo de megaproyectos energéticos destructores del medio ambiente [5]. Del mismo modo, el CADTM pidió al Banco Mundial que abandonase el apoyo a los proyectos destructores de las protecciones naturales de las costas, como son los manglares que amortiguan los efectos de los maremotos (tsunami) [6]. El CADTM también exigió que el Banco Mundial dejara de conceder préstamos al sector de las industrias extractivas. El CADTM denuncia el apoyo del Banco Mundial al agronegocio, a los monocultivos para la exportación, a la privatización de tierras, a los intereses de las grandes empresas de semillas, responsables de la reducción de la biodiversidad, de la emisión de gases de efecto invernadero en grandes cantidades y del empobrecimiento de las trabajadoras y los trabajadores de la tierra. Finalmente, el CADTM cuestionó la decisión tomada en la conferencia de Río en 1992, por la que se confiaba al Banco Mundial la gestión de un fondo mundial de protección del ambiente. Y esto, sin duda, era igual que confiar a un zorro el cuidado de un gallinero.


El cambio de dirección iniciado por el Banco


Sin la menor autocrítica, el Banco Mundial publicó en abril de 2006 un informe dedicado a las catástrofes naturales. Su autor, Ronald Parker, escribió: «Hay un aumento de las catástrofes relacionadas a la degradación del medio ambiente a lo largo y ancho de todo el planeta» [7]. Mientras que la cantidad de terremotos permanece casi constante, la cantidad y la amplitud de las catástrofes naturales relacionadas con el clima están en fuerte aumento: de un promedio anual de 100 en 1975, pasaron a más de 400 en el año 2005. El Banco reconoce que el calentamiento global, la deforestación y la erosión del suelo aumentaron la vulnerabilidad de regiones completas. El Banco estima que los países en desarrollo sufrieron daños de, por lo menos, 30.000 millones de dólares por año. Como lo declaró Lester Brown, director del Earth Policy Institute: «Ese Informe subraya que, aunque continuemos calificando esas catástrofes como “naturales”, ellas son, algunas veces, claramente de origen humano» [8].


El informe de Nicholas Stern sobre el calentamiento global


Nicholas Stern fue bien claro: los países menos industrializados, aunque sean menos responsables del calentamiento global, serán los más afectados: «Todos los países se verán afectados. Los más vulnerables –los países y las poblaciones más pobres– lo sufrirán antes y con mayor intensidad, aunque hayan contribuido mucho menos al cambio climático». Agrega, en completa contradicción con la filosofía de los partidarios de la mundialización neoliberal, que: «El cambio climático es el fracaso más grande del mercado que el mundo haya conocido e interactúa con las otras imperfecciones del mercado». Dicho esto, Nicholas Stern no propuso en absoluto ninguna alternativa al modelo productivista y al mercado capitalista. Por el contrario, su informe tenía por objeto hacer sonar la alarma con el fin de que hubiera fondos suficientes dedicados a los gastos para la reconversión industrial y la protección del medio ambiente, ya que de esa manera se permitiría la prosecución del crecimiento ciego. Afirmaba que la humanidad podía ser al mismo tiempo «verde y procrecimiento» («green and growth») Stern explicaba que el mercado de la protección del medio ambiente ofrecería un nuevo nicho de mercado al sector privado para obtener beneficios. Y para poner la guinda al pastel, decía que dado que los PED contaminan menos que los países industrializados, sufriendo al mismo tiempo más los efectos del calentamiento global, podrían vender a los países ricos sus derechos para seguir contaminando. Con las ganancias provenientes de la venta de esos derechos, podrían financiar la reparación de los daños sufridos por su población.


«Todos los países se verán afectados. Los más vulnerables –los países y las poblaciones más pobres– lo sufrirán antes y con mayor intensidad, aunque hayan contribuido mucho menos al cambio climático».


Nicholas Stern participó en 2013 en la creación de la Comisión Global sobre la Economía y el Clima (Global Commision on the Economy and Climate), que es a la vez un think tank y un grupo de presión dedicado a la promoción del capitalismo verde. Stern, quien copreside esa comisión, está acompañado de dirigentes de grandes empresas privadas particularmente contaminantes como la cementera Holcim-Lafarge, o la petrolera Schell (cuyo presidente es miembro de la comisión). También participan en la dirección de esa comisión privada: la directora general del FMI, un director del HSBC, una exdirigente del Banco Mundial, un expresidente mexicano, un exdirigente del Banco de desarrollo de China y un dirigente del Banco de desarrollo asiático [9].


El Banco Mundial se autofelicita por la acción que pretende llevar a cabo para luchar contra el cambio climático.


En la web del Banco Mundial, encontramos en muchísimos lugares afirmaciones sobre el extraordinario esfuerzo que ejerce en la lucha contra el cambio climático y a favor de las poblaciones:


«Inmediatamente después que el mundo se congregara para establecer el histórico Acuerdo de París referido al cambio climático, el GBM dio a conocer su ambicioso Plan de Acción sobre el Cambio Climático (PDF, en inglés) con el objetivo de intensificar el apoyo financiero y técnico a los países en desarrollo para ampliar la acción climática.»


«En ese plan, el GBM se comprometía a incrementar la proporción del financiamiento que se destina a iniciativas climáticas y llevarla del 20 % del total en 2016 al 28 % para 2020. Esta meta se superó en cada uno de los tres últimos años.»


«Como resultado del Plan de Acción, todos los nuevos proyectos del Banco se someten a un estudio inicial para determinar el riesgo climático.»


«Es importante señalar que el apoyo del Banco se ha extendido más allá de los sectores tradicionalmente identificados con la acción climática (energía, agricultura y medio ambiente) y se ha ampliado la gama del desarrollo inteligente desde el punto de vista climático para abarcar también otros proyectos, (…)»


«No queda otra alternativa más que tener en cuenta el clima en la recuperación posterior a la Covid-19»


«No hay duda de que la disrupción provocada por la Covid-19 pone de relieve la importancia de protegerse contra los riegos ambientales que pueden originar impactos graves y sistemáticos en la economía.»


«A través de su Plan de Acción, el GBM ha ayudado a los países a reducir el riesgo de desastres con una combinación de medidas dirigidas a generar mayor resiliencia en las personas, la infraestructura y las economías.»


«El GBM dio prioridad a las inversiones en energía renovable y eficiencia energética como elemento clave para ayudar a los países clientes a reducir las emisiones.»


«El próximo Plan de Acción sobre el Cambio Climático (2020-25), ya en curso, tiene como objetivo intensificar el apoyo a los países a fin de que encaren iniciativas climáticas ambiciosas. Para esto, se incrementará el financiamiento destinado a medidas de adaptación y se respaldará una mayor acción climática sistémica en el nivel nacional [10].


Existe una enorme brecha entre el discurso del Banco Mundial y la realidad de sus acciones


La brecha es enorme entre el discurso del Banco Mundial y la realidad de sus acciones. Al promover las energías fósiles y/o contaminantes, el Banco Mundial actúa en contra de los compromisos tomados con las Naciones Unidas. Ese es el resultado de una investigación llevada a cabo por el Consorcio internacional en el que participan tres medios de comunicación alemanes: El canal de TV NDR, el periódico Süddeutsche Zeitung y el servicio de radiodifusión internacional Deutsche Welle [11]. En 2021, la mayor refinería de petróleo del mundo deberá comenzar a funcionar en Nigeria. La hizo construir Aliko Dangote, el hombre más rico de África [12]. A pesar de los compromisos mundiales sobre el clima, el Banco Mundial sostiene el proyecto de Aliko Dangote, financiando al menos cinco bancos que prestaron dinero al empresario. Y éste obtuvo del Banco Mundial un crédito suplementario de más de 150 millones de dólares.


«Al promover las energías fósiles y/o contaminantes, el Banco Mundial actúa en contra de los compromisos tomados con las Naciones Unidas.»

Según la periodista Sandrine Blanchard, durante la investigación de los periodistas del consorcio internacional, el Banco Mundial justificó su acción afirmando que «El crédito fue concedido para ayudar a Nigeria a mejorar la revalorización de sus actividades en el ámbito de los recursos naturales, especialmente en la producción de abonos». Pero, en realidad, Sandrine Blanchard afirma que es difícil separar esa fábrica del resto del proyecto petrolero [13].


De acuerdo al Consorcio internacional de periodistas de investigación (The International Consortium of Investigative Journalists), se trata solo de un ejemplo entre otras inversiones del Banco Mundial en las energías fósiles. A veces, el Banco invierte directamente en la extracción de carbón, gas natural o petróleo. Especialmente, es el caso de Kenia, Mozambique o Guyana. De todas maneras, el Banco Mundial concede más medios financieros a las energías fósiles que a las energías renovables, lo que preocupa a Uwe Kekeritz, diputado al parlamento alemán (Bundestag), y responsable de la política de desarrollo en el seno del partido ecologista alemán. «La influencia del Banco Mundial es gigantesca y sus inversiones continuas en las energías fósiles tienen repercusiones catastróficas sobre el clima. Es inaceptable ya que se trata de un Banco dedicado al desarrollo y que debería poner el desarrollo del mundo en el centro de su política, pero no es el caso.»


Por su parte, la ONG alemana Urgewald afirmó que el Banco Mundial concedió créditos por más de 12.000 millones de dólares a proyectos con combustibles fósiles entre 2015, año de la adopción del Acuerdo de París sobre el Clima, y 2020.


«La influencia del Banco Mundial es gigantesca y sus inversiones continuas en las energías fósiles tienen repercusiones catastróficas sobre el clima.»


¿Cómo puede ser que el Banco Mundial afirme, con total tranquilidad, que puso fin, desde 2019, a la financiación de las energías fósiles? La respuesta es simple: oficialmente, el BM se limita a conceder créditos para aportar asistencia técnica a las autoridades de los países que desean desarrollar la explotación de combustibles fósiles. Según su propia versión, el BM ya no financia directamente la exploración y explotación de esos combustibles, pero, en realidad, debido a sus créditos para la asistencia técnica tiene un rol indispensable para permitir a los Estados a explotar los combustibles fósiles que se encuentran en su correspondiente subsuelo.


Si hacemos una búsqueda en la web del Banco Mundial, vemos que en 2020, este banco aprobó créditos para proyectos que están ligados directamente a actividades en la industria del carbón ; proyectos en las energías renovables, así como proyectos en la explotación de gas y petróleo, teniendo mucho cuidado en mezclar inversiones llamadas «de medio ambiente» e inversiones extractivistas. El verde no es más que la prolongación de todo los que está ligado a la explotación a ultranza de la Naturaleza, es simplemente un greenwashing (ecoblanqueo o lavado verde).


Damos ahora, una serie de ejemplos que muestran el nefasto papel de los préstamos del Banco Mundial en materia de asistencia técnica.


Mozambique: El megaproyecto de explotación de gas natural licuado cofinanciado por el Banco Mundial


En julio de 2020, el gigante petrolero francés Total y sus socios firmaron acuerdos de financiación por un valor de 14.900 millones de dólares USD para el megaproyecto de gas natural licuado (GNL) de la zona 1 de Mozambique. Ese acuerdo se celebró como la mayor financiación, nunca realizada en África para un proyecto. Están implicados 19 bancos comerciales, financiaciones públicas de ocho agencias de crédito a la exportación, el Banco Africano de Desarrollo y el Banco Mundial.


La contribución del Banco Mundial consiste en un préstamo de 87 millones de dólares para financiar la asistencia técnica en los sectores del gas y de la explotación minera para favorecer un crecimiento generalizado. Como lo denuncia Heike Mainhardt de Ugerwald, una gran parte de la ayuda del Banco se concentra en el sostén a las zonas 1 y 4, que hacen que Mozambique sea uno de los más grandes exportadores de gas licuado (GNL) del mundo [14]. El desarrollo de ese megaproyecto conllevará varias consecuencias muy negativas: desplazamiento de poblaciones, pérdida de medios de subsistencia de los pescadores y aumento de la crisis climática y ecológica. Por numerosas razones, como lo dice Heike Mainhardt, es importante comprender el papel del Banco Mundial.


«El desarrollo de ese megaproyecto en Mozambique conllevará varias consecuencias muy negativas: desplazamiento forzado de poblaciones, pérdida de medios de subsistencia de los pescadores y aumento de la crisis climática y ecológica.»


En la práctica, la asistencia técnica del Banco Mundial financia a consultores encargados de aconsejar al gobierno sobre cuestiones tales como las políticas fiscales y reglamentarias, y la facilitación de grandes y complejos acuerdos financieros. Los consultores financiados por el Banco ayudaron al gobierno durante años a poner las bases jurídicas y a negociar los acuerdos que permitieron un paquete financiero de 14.900 millones de USD. Durante la consulta apadrinada por el Banco Mundial, una nueva ley que cubre las actividades de las zonas 1 y4 de GNL, fue publicada en diciembre de 2014. Según el gabinete de abogados Shearmen y Sterling, entre las numerosas concesiones, esa ley prevé que ninguna preferencia debe otorgarse a los proveedores mozambiqueños para la compra de bienes y de servicios necesarios. Esa concesión aumentó considerablemente las oportunidades para las empresas de países que, teniendo Agencias de créditos a la exportación, participan en un megaproyecto, y eso, en detrimento de las empresas mozambiqueñas. El Export & Import Bank de Estados Unidos (US Exim) anunció que su préstamo de 5.000 millones de dólares para la zona 1, concierne a 66 proveedores estadounidenses y sostendrá a cerca de 16.400 empleos en Estados Unidos. Es fácil entender que este acuerdo de financiación realizado con la ayuda de consultores pagados por el Banco Mundial no favorecerá la creación de una cantidad importantes de empleos en Mozambique.


Continuando con Heike Mainhardt, según este investigador, desde 2012, el Banco Mundial otorgó préstamos a Mozambique por más de 14 millones de dólares con el fin de financiar contratos del gobierno con, por lo menos, 12 sociedades del Consejo de ayuda para las negociaciones del paquete financiero concerniente a las zonas 1 y 4. Un cierto número de estas sociedades tienen relaciones con las compañías petroleras y, al menos, dos de ellas tienen importantes conflictos de intereses. Además de asesorar al gobierno de Mozambique, el gabinete de abogados SNR Denton también asesoró a varias compañías petroleras implicadas en la zona GNL 1 de Mozambique, como Total, ONGC Videsh Limited (OVL) y Bjarat Petro Resources.


Además en 2016, Exxon Mobil adquirió una participación del 25 % en la zona GNL 4 de Mozambique. En 2018, el Banco Mundial financió un contrato de 2,4 millones de dólares para la asistencia en las transacciones de GNL que implicaban a un grupo de consultores, entre ellos el gabinete de abogados preferido de Exxon Mobil, Hunton Andrews Kurth. Durante ese mismo período, Exxon Mobil pagó al gabinete de abogados 500.000 dólares de gastos de presión en Estados Unidos. Es evidente que en lugar de promover una gestión que pondría al gobierno fuera del alcance de la influencia de la industria petrolera, la ayuda del Banco Mundial la facilita.


No solamente las compañías petroleras y financiarlas se ven favorecidas en detrimento de los intereses de Mozambique, sino que los préstamos del Banco Mundial también contradicen el compromiso de Mozambique y del Banco Mundial con los objetivos del Acuerdo de París sobre el Clima, que comprende la limitación del calentamiento climático a 1,5 ºC.


En noviembre de 2019, los investigadores de varias organizaciones de expertos, entre ellos el Programa de las Naciones Unidas para el medio ambiente, alertaron a la opinión pública internacional y afirmaron que, al ritmo que van las cosas, se produciría un 120 % más de combustibles fósiles en 2030, lo que sería incompatible con un aumento de 1,5 º C de temperatura. En otras palabras, las inversiones en la producción de los combustibles fósiles son ya demasiado importantes.


El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) advirtió en su Informe de Brecha de Emisiones de 2019 que se necesitan reducciones de las emisiones del 7,6% anual desde 2020 hasta 2030 para cumplir el objetivo acordado internacionalmente de limitar el aumento de las temperaturas a 1,5 ° C en comparación con niveles preindustriales. Los científicos coinciden en que es una tarea difícil y que la ventana de oportunidad se está cerrando.


«Al ritmo actual, se produciría un 120 % más de combustibles fósiles en 2030, lo que sería incompatible con un aumento de 1,5 º C.» Programa de las Naciones Unidas para el medio ambiente


Haciendo ver que reconocía el peligro, como ya lo indiqué, el Banco Mundial anunció en 2017 que pondría fin a la financiación directa del petróleo y del gas, en exploración y producción, desde ese momento hasta fines de 2019. De todas maneras, ese compromiso excluye la asistencia técnica y los préstamos del banco para la política de desarrollo. Los préstamos y el asesoramiento del Banco Mundial estimulan la producción de petróleo y gas, saboteando de esa manera los objetivos climáticos.


Un ámbito particularmente importante que el Banco Mundial continúa apoyando es el de las incitaciones fiscales para las inversiones en combustibles fósiles. En Mozambique para atraer nuevas inversiones fuera de las zonas 1 y 4, el préstamo de 110 millones de dólares del Banco Mundial para la política de desarrollo en 2014 obligó al gobierno a aprobar una nueva ley sobre fiscalidad petrolera. La nueva ley fiscal contiene varias incitaciones a la inversión, tales como tasas de amortización aceleradas para la explotación petrolera y de gas. Esa amortización acelerada de las nuevas inversiones en capital permite a las compañías petroleras amortizar rápidamente las inversiones en capital que, de otra manera, se desvalorizarían a lo largo del tiempo. En otras palabras, las reducciones de impuestos más importantes se conceden al comienzo de la operación, lo que hace a los proyectos más rentables y aumenta el flujo de tesorería que puede dedicarse a un mayor número de perforaciones.


Surinam (Sudamérica)


Es importante señalar que el Grupo Banco Mundial aprobó una operación de asistencia técnica de 23 millones de dólares para Surinam en julio de 2019, cuyo objetivo es desarrollar las industrias extractivas, que podrían producir petróleo o gas. El Banco Mundial presta medios financieros a las autoridades de Surinam para que abran el camino a las grandes compañías petroleras con el fin de explotar los recursos del yacimiento Guyana-Surinam en detrimento de la población y del medio ambiente. La advertencia del Banco Mundial de que la región se verá gravemente afectada por la crisis climática y la elevación del nivel del mar que eso generará, es más que cínica, como lo declara Jacey Bingler de Urgewald en un informe publicado en diciembre de 2020, en la víspera del quinto aniversario del Acuerdo de París sobre el Clima [15].


Un último ejemplo: el Banco Mundial otorgó en 2019 un préstamo de 38 millones de dólares a Brasil destinados a contratos de asistencia técnica para desarrollar la explotación petrolera.


«El Banco Mundial y el FMI saben perfectamente que sus préstamos servían y sirven para sostener políticas contrarias a los intereses de la población y del medio ambiente.»


Las deudas reclamadas por el Banco Mundial y el FMI son odiosas y deber ser anuladas.


El Banco Mundial y el FMI reclaman a numerosos países en desarrollo el reembolso de deudas que provocaron daños incalculables a las poblaciones y a la naturaleza de esos territorios y más allá, a todo el planeta. Esas deudas forman parte de la categoría de deudas odiosas ya que fueron contraídas contra el interés de la población. Efectivamente, para ser caracterizadas como odiosas, las deudas deben haber sido utilizadas contra el interés de la población del país que las contrajo, y ese es el caso. Un criterio adicional es necesario para caracterizar las deudas como odiosas: los prestamistas sabían o no pueden demostrar que no podían saber que la utilización de sus préstamos iba en contra de los intereses de la población [16]. Como lo demuestra este artículo y muchos estudios, incluidos los documentos producidos por el propio Banco Mundial y el FMI, ellos saben perfectamente que sus préstamos servían y sirven para sostener políticas contrarias a los intereses de la población y del medio ambiente. Los pueblos tienen el derecho de reclamar su anulación. Y esto también sirve para las deudas reclamadas por los inversores privados o por gobiernos prestamistas.


Conclusión


Los partidarios del modelo productivista dominante y del sistema capitalista han comenzado por negar la existencia de un problema crucial, en este caso el de los daños medioambientales y del calentamiento climático, y han continuado promoviendo con fuerza políticas que agravaban la situación. Más tarde, cuando la situación se tornó insostenible, lanzaron la primicia en los medios internacionales publicando un informe sobre el tema, intentando otorgar crédito a la idea de que las instituciones internacionales y los gobiernos de los países más industrializados tomaron conciencia de ese grave problema, de hecho voluntariamente ocultado durante décadas. En resumidas cuentas, los defensores del sistema actual hacen creer que el mismo está en condiciones de aportar una solución al problema del cuál es la causa fundamental, permitiendo así su propia perpetuación. Es urgente comprender que la única solución justa y duradera pasa justamente por el cuestionamiento de este sistema capitalista productivista, estructuralmente generador de daños medioambientales y de desigualdades galopantes.


Traducido por Griselda Piñero


Notas


[1] Lawrence Summers, con ocasión de la asamblea anual del Banco Mundial y del FMI en Bangkok en 1991, entrevistado por Kirsten Garrett, «Background Briefing», Australian Broadcasting Company, second programme.


[2] «Summers on Sustainable Growth», carta de Lawrence Summers a The Economist, 30 de mayo de 1992.


[3] Nicholas Stern y Francisco Ferreira en Kapur, Devesh, Lewis, John P., Webb, Richard. 1997. The World Bank, Its First Half Century, Volumen 2: Perspectives, p. 566.


[4] El PIB por habitante sobrepasa los 20 000 dólares en países de América del Norte (Estados Unidos y Canadá), Europa occidental, Japón, Australia y Nueva Zelanda. Agreguemos que China superó el umbral de 5.000 dólares por habitante en 2010. Sudáfrica superó ese umbral en 2005 y Brasil en 2006, las empresas de esos tres países prosiguen en dosis masiva unas actividades que degradan el ambiente.

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