Jordana González - 26 Nov 2021
El agua dulce de la comunidad agraria de San Miguel Chimalapa, ubicada en el corazón del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, se encuentra en peligro. La canadiense Minaurum Gold pretende explorar agresivamente dos lotes que suman 6 mil 409 hectáreas de bienes comunales para extraer minerales, expone la defensora e investigadora zoque Josefa Sánchez Contreras. En la selva de los Chimalapas, su pueblo hace frente al principal proyecto minero “Santa Marta” –actualmente vigente– para conservar sus ríos y fauna libres de contaminación y sostener la forma de vida comunal en esta región
Los zoques que habitan la selva de los Chimalapas, en Oaxaca, son una cultura del agua: sus asentamientos se encuentran a la orilla de los ríos desde hace más de 3 mil años. El agua dulce construye su realidad como pueblo: siempre está presente en sus sueños, pero no en el sentido de realismo mágico, sino que se trata de la vida misma del pueblo. Hoy, la empresa canadiense Minaurum Gold amenaza el vital líquido de una de las regiones más biodiversas de Mesoamérica con una mina a cielo abierto.
Los recuerdos de su infancia en los ríos y tener conocimiento de la lucha ancestral del sostenimiento de la vida en este territorio, ha hecho que Josefa Sánchez Contreras –activista e investigadora zoque, integrante del Colectivo Matza– defienda el corazón del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca. Tiene en mente la importancia de los kilómetros de agua para las nuevas generaciones y “para nosotros mismos. Toda esta memoria es parte de una generación”.
Por ello ha dialogado con la gente de su pueblo sobre las implicaciones del proyecto minero Santa Marta, que también atentaría contra la pesca. Sánchez Contreras cuenta a Contralínea que el temor de que los ríos se contaminen alcanzó a los niños: ellos se manifestaron contra la minería cuando inició todo. “El río no es propiedad privada, no es propiedad de nadie”.
Agrega que otras comunidades fuera del territorio zoque –los pueblos binniza (o zapoteca) e ikoot (o huave) también se han manifestado en contra, porque se alimentan de los ríos Ostuta, Zanatepec y Espíritu Santo. Los afluentes contaminados, además, afectarían a los habitantes de Juchitán, Ixtaltepec, San Mateo, San Dionisio y San Francisco del Mar.
“En Oaxaca han sido muchas áreas que han sido devastadas y la nuestra sigue siendo un territorio altamente biodiverso, un territorio donde hay muchas especies tanto en los ríos como en la selva, en los bosques, porque además como hay muchas vegetaciones, no sólo hay selva baja, selva alta o bosque caducifolio […]”, explica.
La activista considera que “es urgente y vital defender” el agua de San Miguel, ante la insistencia de Minaurum Gold de querer extraer oro, cobre y plata, en 7 mil 109 hectáreas de bienes comunales concesionadas por la Dirección General de Regulación Minera de la Secretaría de Economía por un periodo de 30 años (2008 al 2058). Su concesión es la 20OA2020MD038, de acuerdo con la Cartografía de Minas.
Josefa Sánchez asegura que Minaurum solicitó el permiso para iniciar la fase de exploración agresiva en 2020. Trámite que “ya está cerrado”. Añade que “la Secretaría del Medio Ambiente ya evaluó la manifestación de impacto ambiental y emitió un resolutivo que no ha hecho público. No ha informado si es negativo o positivo para la empresa”. Ante ello, la maestra en estudios latinoamericanos acusa falta de transparencia.
Consultada al respecto por Contralínea, la Semarnat informó que el pasado 17 de agosto entregó el resolutivo al promovente o gestor del proyecto, en el siguiente sentido: las exploraciones 20OA2015MD069 y 20OA2020MD038 de Minaurum Gold en San Miguel Chimalapa se han desistido y otra se negó: 20OA2018MD020.
Diciembre de 2011. Indígenas zoques aseguran que pese a lo que se ha dicho, San Miguel Chimalapa vive en paz, y exigió la defensa del territorio.
Mujeres, defensoras y sostenedoras de la vida
La resistencia de las mujeres zoques abarca a las encargadas de las redes comerciales entre pueblos, de los flujos de comunicación en los mercados, mujeres encargadas de sostener los trabajos colectivos, explica la integrante del Colectivo Matza, pero también a las que se encargan de la alimentación.
El papel de ellas en la alimentación es de relevancia en el Istmo, aunque es de “las resistencias donde no está el foco. Ellas sostienen muchas veces la vida comunitaria y sin ellas no serían posibles muchas otras cosas”, dice Sánchez Contreras. La activista destaca que en manos de ellas están los trabajos de apoyo mutuo para una fiesta, un entierro o una actividad que compete a la alimentación de todo el pueblo.
“Si tú fuiste a mi fiesta y me fuiste a ayudar pues yo voy a la tuya. Yo te apoyo también el día que necesites. Hay toda una red de economía de ayuda mutua entre mujeres que sostiene la vida comunitaria y que sostienen la alimentación no sólo en las fiestas, sino también en momentos de acciones directas”, expone.
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