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Bolsonaro y Duque: pésimas similitudes

Granma. 10 de mayo de 2021

Se trata, lamentablemente, de dos países afectados por el mismo modelo neoliberal, con la misma protección imperial de Estados Unidos, y en los que tendrá que ser el pueblo quien diga la última palabra


Este 10 de mayo, el escenario mediático de Sudamérica localizaba dos países: Brasil y Colombia, y a dos presidentes: Jair Bolsonaro e Iván Duque.

En ambos casos la situación es caótica. Desde una pandemia no atendida responsablemente, y que ha dejado en Brasil 421 316 muertos y 15 145 879 contagiados, y en Colombia 77 854 fallecidos y 3 002 758 infectados, hasta la balacera que segó la vida de 28 personas en una favela de Río de Janeiro y la arremetida policial contra el pueblo en las calles colombianas, que ha causado la muerte de más de 40 personas, hasta ahora.

En la más grande nación sudamericana, Brasil, el presidente ha «felicitado a la policía por la masacre en la favela», criticada por políticos y medios, por el abuso de la fuerza por parte de los uniformados. Al respecto, el mandatario aseguró que «no se pueden tratar como víctimas a presuntos criminales».

Bolsonaro, en esta y otras oportunidades, ha defendido su tesis de que «los policías que maten a delincuentes no deben responder a la justicia».

En tal caso, sería necesario preguntar si debe ser procesado o no un gobernante que ha sido el máximo responsable de los muertos por la COVID-19 en su país.

De la atención mediática a la Colombia de estos días, me detengo en la decisión del presidente Duque de ordenar un mayor despliegue de fuerzas militares, fundamentalmente en la ciudad de Cali, para recuperar el control del orden, según dijo.

En la última jornada de choques entre la policía y la población, se ha informado que entre ocho y 12 indígenas han resultado heridos, de acuerdo con datos del periódico local El Tiempo.

En Colombia, una avalancha de pueblo, exacerbada por la tolerancia gubernamental y el caos institucional, las constantes masacres de dirigentes campesinos, indígenas y exguerrilleros acogidos al Plan de Paz, y una grave situación económica y social, han conducido a la explosión actual.

Se trata, lamentablemente, de dos países afectados por el mismo modelo neoliberal, con la misma protección imperial de Estados Unidos, y en los que tendrá que ser el pueblo quien diga la última palabra sobre los cambios que deberán suceder.

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