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Cien mil litros de cloruro de vinilo ardieron en Ohio.

El tamaño de la nube que se formó después de la explosión del tren indica que el problema es mucho mayor de lo que se anunció en los primeros informes


Raúl Antonio Capote | internacionales@granma.cu

19 de febrero de 2023


Por el grado de contaminación causada, algunos han nombrado el accidente como «el pequeño Chernóbil químico». Foto: Reuters

La noticia, a pesar de los esfuerzos por ocultarla, mimetizar sus esencias o tergiversar su contenido, siempre se abre paso: en East Palestine, Ohio, hubo un accidente químico.


Washington intentó que la información sobre lo ocurrido no trascendiera las fronteras de East Palestine; incluso, como denunció el expresidente de Bolivia, Evo Morales, trataron de ocultarlo deteniendo a periodistas como Evan Lambert. Sí, así actúan los pregoneros de la libertad de prensa.


Evo exigió al mandatario de EE. UU., Joe Biden, que explicara al mundo todo lo relacionado con el desastre medioambiental que comenzó cuando, el pasado 3 de febrero, el tren Norfolk Southern Railroad, cargado de productos químicos, que viajaba de Illinois a Pennsylvania, se descarriló en East Palestine y provocó un gran incendio.


Días después, especialistas realizaron una combustión controlada de los vagones que quedaron volcados, para impedir una posible explosión. Durante la operación se liberó al aire cloruro de hidrógeno y fosgeno, un gas tóxico que fue utilizado como arma en la Primera Guerra Mundial, responsable del mayor número de muertes por gases en ese conflicto bélico.


La presencia de estas sustancias solo se reveló después de la quema de los coches. Trent Conaway, alcalde de la localidad, declaró el estado de emergencia en la zona y detalló que los vagones accidentados cargaban tóxicos peligrosos.



Por su parte, la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. notificó que, en los vagones afectados, también había otros compuestos como éter monobutílico de etilenglicol, acrilato de etilhexilo e isobutileno.


Especialistas en la materia, de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de ese país, advirtieron que el acrilato de etilhexilo es una sustancia cancerígena, el isobutileno provoca mareos y somnolencia cuando se aspira, y la exposición al éter monobutílico puede originar sangre en la orina, vómitos y depresión del sistema nervioso.


Dos semanas después se siguen presentando pruebas de la contaminación causada, lo que incrementa la incertidumbre de las personas que viven en Ohio, y no solo allí, sino en todo el país y en varias partes del mundo, al punto de que algunos han nombrado al accidente como «el pequeño Chernóbil químico».


La directora del Departamento de Recursos Naturales de Ohio, Mary Mertz, comunicó que un río cercano a la zona del desastre fue contaminado, lo que causó la muerte de unos 3 500 peces.


Cien mil litros de cloruro de vinilo ardieron en Ohio. El tamaño de la nube que se formó después de la explosión del tren indica que el problema es mucho mayor de lo que se anunció en los primeros informes. Las lluvias ácidas previstas pueden abarcar un radio mucho mayor y afectar poblaciones muy alejadas del incidente.


Según Andrew Whelton, ingeniero ambiental que investiga los riesgos químicos durante los desastres, no está claro de cuánto se diluyó en el aire, en el agua o cayó al suelo, y explicó que estos compuestos pueden permanecer activos por años si no se toman las medidas adecuadas, refirió bbc News Mundo.


Como si no fuera suficiente, el 14 de febrero un camión cisterna tuvo un accidente en una carretera de Tucson, al sur de Estados Unidos, lo que causó una fuga de ácido nítrico, sustancia que es considerada como altamente peligrosa para la salud, informó el Departamento de Seguridad Pública de Arizona, en un comunicado.



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