Por Izcuauhtli Paz
Debido al sistema capitalista y sus políticas neoliberales y globalizadores son más de 700 millones de personas en el mundo las que se enfrentan al hambre y cada vez es más difícil la obtención de alimentos naturales, sanos e inocuos, debido a los intereses de las corporaciones dominantes, el campo agrícola se ve afectado por factores como el cambio climático, erosión, escasez de agua, introducción de especies transgénicas, competencia con los grandes monopolios, cambio de uso de suelo, sobrepastoreo, monocultivos, falta de políticas públicas a favor del campo y el campesino así como la dependencia a los fertilizantes importados.
México puede ser soberano alimentariamente porque cuenta con una gran variedad de frutas y verduras que se cultivan y cosechan a diario, para el año 2021, la superficie sembrada por el sector alcanzó aproximadamente las 18 millones de hectáreas en este periodo, aunque el potencia del país podría superar considerablemente estas cifras, la superficie cosechada fue de alrededor de 17,09 millones de hectáreas. De este total es menos del 30% la superficie sembrada que cuenta con riego y se encuentra a cargo de grandes productores agroindustriales, lo que deja en desventaja a los pequeños y medianos productores. Y desde luego que cuenta con millones de trabajadores del campo capacitados y que no encuentran oportunidades de empleo y financiamiento, lo debería ser prioritario por parte del Estado Mexicano.
Por otro lado la falta de nutrientes en el suelo por las malas prácticas agrícolas que imponen las corporaciones, sumado al objetivo de tener altos rendimientos en la producción agrícola, lleva a los productores a el uso de fertilizantes, estos insumos se han utilizado en el país desde los años cuarenta y fue en los setentas cuando se formaron las primeras paraestatales dedicadas al manejo de los fertilizantes, Fertilizantes Mexicanos, S. A. (FERTIMEX), fue creada para producir, importar, comercializar y distribuir fertilizantes de manera eficiente en el país, sin embargo del 1991 al 1992 el gobierno federal privatizó FERTIMEX vendiéndolo al sector privado y colocando al país en desventaja hacia la producción nacional de estos insumos.
En lugar de producir los fertilizantes en el país el año pasado el país importó 3 millones 467 toneladas de fertilizantes de las cuales el 27% provino de Rusia, el 11% de China y el 9% de Estados Unidos, de los cuales 44% fueron nitrogenados, 19% fosfatados, 16% triple 17 (N, P, K) y el restante de cloruro de potasio, fosfato diamónico, nitrato de calcio, sulfato de potasio y nitrato de potasio. En ese mismo año se observó un incremento de más del 70% en el valor de las importaciones de fertilizantes en México, en especial el cloruro de potasio y el sulfato de amonio fueron los que más incrementaron su precio, con 154% y 107%, resultado del conflicto bélico en Rusia. Esto es el resultado de que la producción y distribución de fertilizantes se encuentre a cargo de un pequeño monopolio a nivel mundial que fomenta los fertilizantes, que como sabemos tienen componentes químicos que afectan el suelo.
Las exportaciones globales de fertilizantes están a cargo en primer lugar Rusia, segundo de Canadá y China, siendo el nitrógeno el fertilizante de mayor demanda en el mundo, más del 50% de las exportaciones son de este tipo de fertilizante y tan solo Rusia comercializa un 15% de los fertilizantes nitrogenados en todo el mundo y para su producción utilizan gas y amoniaco proceso que afecta en gran medida a la atmósfera, este país en conjunto con Bielorrusia está a cargo del 40% de las ventas de fertilizantes potásicos, que ayudan al rendimiento a corto plazo, pero a la larga afectan al suelo.
Cabe mencionar que es el nitrógeno (N), el fósforo (P) y el potasio (K), los tres macronutrientes que más demandan las especies vegetales para su correcto desarrollo, la parte del follaje, el crecunuebti de las raíces, la maduración de los frutos y la producción de las semillas, es decir son necesarios para la producción de hortalizas, de raíz, de hoja, de tallo, de flor, de fruto y de semillas. Estos nutrientes y muchos más como el azufre, calcio, magnesio, hierro, boro, manganeso, zinc, cobre, cloro y molibdeno se encuentran disponibles en el suelo de forma natural como parte de las cadenas tróficas, sin embargo, por las malas prácticas agrícolas escasean estos nutrientes en el suelo.
Aunque a nivel mundial son altamente utilizados los fertilizantes ya que contribuyen al mayor rendimiento de los cultivos y por lo tanto al aumento de la producción de alimentos, sin embargo, su aplicación excesiva produce contaminación del agua por lixiviación hacia aguas subterráneas y superficiales, modifican el pH de los suelos, deterioran de la estructura y microfauna del mismo, con el tiempo es inevitable la eutrofización, acidificación y toxicidad, desequilibrios biológicos como el ciclo del carbono o el nitrógeno y reducción de la biodiversidad. La salud humana también es afectada por las emisiones de fertilizantes nitrogenados como el amoníaco agrícola que se puede combinar con las emisiones de los vehículos y crear partículas peligrosas en el aire que exacerban las enfermedades respiratorias.
Es de suma importancia impulsar políticas públicas a favor del uso eficiente de los fertilizantes, de cómo fertilizar sin contaminar y alternativas del uso de los abonos. Programas públicos que fortalezcan la producción y distribución nacional de abonos y fertilizantes, que estos mismos se puedan implementar desde las localidades, regiones y nacionalmente. Fomentar la investigación en las instituciones educativas en materia de nutrición vegetal. Que los productores se vean impulsados a retomar el campo agrícola. Que se revalorice la producción de alimentos naturales, sanos e inocuos, en los campos mexicanos de producción. Cortar con la dependencia de la importación de fertilizantes que son químicos y fomentar los abonos que ayudan al suelo. Un manejo integrado para poder potencializar la capacidad productiva que involucre a varios sectores de la población desde la educación, la producción, hasta el consumidor. Todo esto sin poner en riesgo el equilibrio ecológico y la subsistencia de las generaciones futuras. Hoy por hoy la soberanía alimentaria es una meta imprescindible de alcanzar.
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