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Cuba: Del pueblo dimanan todos los poderes del Estado

Leidys María Labrador Herrera granma Noviembre 21, 2022


José Melquíades Marrero Licea, o más bien Pepe, como le dicen sus vecinos y amigos, nació y se crió en el mismo barrio donde durante 17 años fungió como delegado


«Yo todavía me siento delegado, eso es algo que marca una impronta. A veces estoy en la casa mientras llueve, y le digo a mi esposa, “se me moja fulano, o seguro que a la casa de mengano le entró el agua”. Esa preocupación por los problemas de las personas se convierte en parte inseparable de tu vida».

José Melquíades Marrero Licea, o más bien Pepe, como le dicen sus vecinos y amigos, nació y se crió en el mismo barrio donde durante 17 años fungió como delegado. Ya existía en su familia una cierta tradición, primero su tío, luego una prima y finalmente él.


«Lo de ser delegado llegó de forma inesperada; nominar implica resaltar los valores de una persona, es un gran honor. A partir de ser elegido perdí el apodo, hoy todavía pasan y me dicen: “¡delegado!”. A mí no me molesta, al contrario, me digo a mí mismo que eso es una señal de que algo hicimos bien».


Aunque hace alrededor de tres calendarios que serios problemas de salud le impidieron seguir al frente de su comunidad, este profesor de Historia y Marxismo habla con notable pasión de esos años. Dice con orgullo que le gustaba mucho ser delegado, y el brillo en sus ojos, al pronunciar esas palabras, no deja lugar a duda.


«El delegado es una de las figuras más importantes del sistema político cubano. En esa figura se refleja el Estado y las instituciones. Bajo esa premisa, y con la preparación que me dio mi propia carrera, yo pude comprender –desde el inicio– qué era un delegado, cómo debía ser, qué función debía cumplir. Así, al mismo tiempo, mientras aprendía sobre la marcha, fui pertrechándome de herramientas, de maneras de hacer que permitieran que el trabajo fuera cada vez mejor.


«La primera premisa y la más importante es que el delegado es un servidor público. Eso no es poca cosa, porque usted vive, trabaja y respira porque tiene que pensar en el pueblo. Usted ejerce su función obedeciendo al soberano.


«El delegado no está por encima de nadie, porque en el artículo 3 de la Constitución dice que del pueblo dimanan todos los poderes del Estado. Por tanto, el delegado tiene que ser un amplio conocedor de todas las aristas de su población; tiene que tener un diagnóstico profundo y real, no para cumplir una formalidad, sino para hacer su trabajo con los pies en la tierra».


El profe Marrero guarda muchas lecciones de vida de ese periodo, pero entre las más importantes que atesora, está el hecho de saber que un delegado, solo, no puede cumplir su tarea.


«Para el trabajo del delegado es esencial el Grupo de trabajo comunitario. Le permite atemperarse a lo que sucede en la comunidad, proyectar las soluciones a los problemas con más realismo. Yo tuve el privilegio de contar con uno muy bueno. Éramos sumamente unidos, al punto de que si yo estaba fuera de la provincia, nada dejaba de funcionar aquí. Al delegado le corresponde mantener la vitalidad de ese grupo, y hay que romper los patrones formales de quienes lo componen, y aunar a todo aquel que pueda contribuir al trabajo comunitario. Eso no se logra en un día, pero una vez que se consigue, deja los mejores frutos».



EDUCAR CON EL EJEMPLO


«Un nombramiento te da prerrogativas pero no te da autoridad. Eso se construye con tu quehacer, con tu ejemplo, ganándote el respeto, el cariño y la confianza de tus electores. Fidel lo dijo, el delegado es, ante todo, un ente político, y eso es porque le toca aglutinar, explicar, conocer, escuchar a todo el mundo.


«El delegado no solo tramita, tiene que exigir y controlar, dar seguimiento a los planteamientos de su gente, tocar puertas, porque los directivos no hacen favores, cumplen una función estatal.


«Pero el logro más grande que puede tener es cultivar valores, sentimientos, cultura en su comunidad. Tiene que transformar ese espacio a partir del mayor conocimiento posible de la realidad; y, sobre todo, desde una perspectiva endógena: qué tengo dentro de la circunscripción para resolver sus problemas.


DE TODOS LOS DÍAS Y TODAS LAS HORAS


En el tiempo en que conversamos, escuché a varias personas llamarlo desde la calle, saludarlo, mientras él respondía jocoso, jovial, y me aseguraba que así mismo era cuando fungía como delegado.


«El delegado tiene que tener su horario y día de despacho, pero tiene que saber que si el pueblo viene hay que atenderlo, sea en el momento que sea. No es malo que las personas te busquen, lo malo es que no lo hagan, porque eso implica que no confían en ti ni en tu gestión.


Además, usted tiene que conocer a todas las personas, saludar a todo el mundo, conversar con la gente. Tiene que ser cercano a su pueblo.


«El delegado no tiene que crear una imagen electoral, eso es falso. El delegado tiene que ser sencillamente humano, profundamente humano y sensible. Tiene que caminar su circunscripción para conectar con la gente, no puede hacer su trabajo siendo distante; debe saber que a quien hay que favorecer es al más desprotegido, al más vulnerable.


«En los tiempos que vivimos hay que enaltecer mucho a esa figura, pero eso tiene que partir de una labor cada vez más profunda, seria y estable de los propios delegados. Tienen que ser íntegros, transparentes, sinceros y no comprometerse nunca con resolver un problema, sino con hacer bien la parte que les toca para resolverlo.


«Ser delegado es, por encima de todo, cumplir una tarea de la Revolución, dignificar cada día la obra de Fidel, porque Fidel decía que la Revolución o es de pueblo, o no es Revolución».


El socialismo, sistema que denigra el Gobierno de los Estados Unidos, lo defendemos porque creemos en la justicia social, en el desarrollo equilibrado y sostenible, con una justa distribución de la riqueza y las garantías de servicios de calidad para toda la población.

Practicamos la solidaridad y rechazamos el egoísmo, compartimos no lo que nos sobra, sino incluso lo que nos falta; repudiamos todas las formas de discriminación social y combatimos el crimen organizado, el narcotráfico, el terrorismo, la trata de personas y todas las formas de esclavitud.

Defendemos los derechos humanos de todos los ciudadanos, no de segmentos exclusivos y privilegiados; creemos en la democracia del pueblo y no en el poder político y antidemocrático del capital.

Buscamos promover la prosperidad de la patria, en armonía con la naturaleza y cuidando las fuentes de las que depende la vida en el planeta; y porque estamos convencidos de que un mundo mejor es posible.

(General de Ejército Raúl Castro Ruz, el 10 de abril de 2019)



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