DE ESTAR DE ACUERDO A ASUMIR
Pablo Moctezuma Barragán
La mayoría de las personas estamos de acuerdo en que no debe existir la esclavitud, que México ha de ser soberano, en lo inaceptable de la violencia contra la mujer, lo odioso de la pobreza, apoyamos la existencia del derecho al empleo, la salud, la educación, la vivienda. Si preguntamos a la gente si está de acuerdo en esto, se aceptará generalizadamente, dirán … sí estamos de acuerdo.

Pero en la vida real, se vive la moderna esclavitud y se niegan derechos elementales a trabajadores en el esquema del outsourcing, a migrantes y en general en el ámbito laboral. A su vez crece la violencia hacia la mujer y en la vida cotidiana la mujer violada muy difícilmente logra justicia, hay decenas de millones de desempleados, sin dinero no se asegura un buen servicio médico, ni la educación y menos el tener un techo. Se necesitan “palancas” para conseguir un empleo, entrar a un programa de vivienda, atención en una clínica, como si se recibiera un favor que hay que agradecer.
En la realidad que vivimos cada día, la Constitución es letra muerta, tan solo una lista de buenos deseos. Porque la mayoría no tiene empleo, ni vivienda digna, ni acceso a buenos servicios de salud, o agua suficiente. No hay justicia si no pagas a las autoridades venales, con dinero en la bolsa tienes todo, sin dinero estás perdido. Esa es la realidad. Y se prioriza en todo el derecho del capital.
Por ejemplo, dice la constitución, artículo 4: tienes el derecho al agua. Pero acto seguido Conagua les da el agua a las corporaciones mineras, refresqueras, inmobiliarias, cerveceras, complejos turísticos y se la quita a vecinos y comunidades enteras. Da concesiones y privatiza el precioso líquido.
La ley se ignora y por otra parte las normas y reglamentaciones van en contra de los derechos. Además de que a la Constitución le han hecho cientos de reformas, que son antirreformas para favorecer a las corporaciones. Y si se propone defender los derechos del pueblo nos argumentan que eso espanta a la inversión y al mercado. Que hay que ser realistas. Pero nada es más importante que los derechos, ni el dinero, la inversión, o el mercado.
El pueblo de México, suma muchos millones y si nos organizamos bien podemos controlar a un grupo de corruptos desarrolladores inmobiliarios, corporativos mineros, acaparadores de agua. Todos los poderosos pueden ser vencidos por la fuerza de un pueblo de 130 millones de personas, su fuerza organizada puede contra un puñado de explotadores. Es un error subestimar nuestra fuerza y conciliar con ellos. Esa fuerza la encabeza la clase obrera que todo lo produce y que está detrás de cada bien y servicio disponible.
Si nuestros derechos son violados cada día y la Constitución de 1917 no ha podido garantizarlos, hace falta, no solo “estar de acuerdo” con los derechos sino asumirlos, tomarlos en nuestra propia mano y asegurar su cumplimiento. Sin negar el avance grande que significó el reconocimiento formal de derechos en el siglo XX tenemos que recordar que en el siglo XXI estamos obligados a garantizar esos derechos y revisar todo lo que ha impedido su cumplimiento. Si no tenemos derechos debido a las insuficiencias y fracasos de la ley suprema del siglo viejo, del siglo pasado, tenemos que tomar en cuenta que estamos en el siglo XXI y vamos a lograr remontar esas limitaciones. Asumiendo nuestros derechos es claro que hace falta una nueva Constitución y un nuevo orden social establecido por la sociedad organizada.
Queremos un mundo mejor para todos, y podemos entenderlo si somos seres humanos plenos. Somos las personas que creemos en la liberación. Y sabemos que, en el momento exacto, con la gente precisa, de la manera pertinente lo vamos a lograr. La humanidad es sobreviviente y ha sabido remontar cada obstáculo que impide su sobrevivencia, el pueblo mexicano en momentos históricos siempre ha logrado destruir al régimen que lo oprime. Pero para ello hace falta una organización superior que dirija el proceso hacia buen puerto. Es la organización de la clase obrera y el pueblo, un partido de nuevo tipo, que no incluya en su seno, ni defienda a los explotadores, y luche por una sociedad nueva: el socialismo.
Lo importante no es “estar de acuerdo” con las buenas ideas, sino asumirlas. Responsabilizarnos personal y colectivamente de garantizar su existencia, eso implica responsabilizarnos de la construcción del Partido. Para ello debemos comprometernos y sentir cada uno que generamos el cambio, no tan solo seguir a un “líder”. Asumir todas y todos el trabajo de transformación. Para construir organización hay que hablar, debatir, modificar lo necesario, reagruparnos, reorganizarnos, aprender cómo y cuándo. Es decir, ser ampliamente democráticos y también llegar a acuerdos y todos de forma unificada impulsarlos. Tengamos fe en que nuestra idea y nuestra palabra tienen poder, la fuerza de cambiar al mundo y de movilizar al pueblo. Nos guía el marxismo-leninismo que es la teoría revolucionaria que se ha desarrollado y enriquecido a lo largo de 170 años, que ha tenido experiencias vastas, victorias, derrotas que a la luz de la teoría y la práctica pueden superarse.
Necesitamos nuestro propio Partido Proletario para salir adelante, porque a las fuerzas sanas nos quieren inexistentes, nos quieren muertos, quieren anularnos, no nos quieren cerca, pero la pregunta es ¿vamos a sobrevivir? ¿vamos a someternos? ¿volveremos a las sombras? O vamos a desarrollar con nuestro Partido, la fuerza invencible que enfrentará y superará cada obstáculo.
Vamos a luchar para que la humanidad prevalezca y el planeta sea habitable y florezca. Hay momentos en que la historia cambia y ese momento se acerca. Para ello en lugar de esperar el cambio, tenemos que organizarnos en el Partido para impulsarlo. Ya inició la cuarta transformación y debemos seguir adelante, ¿si no es ahora cuando? ¿vamos a retroceder al siglo pasado? ¡no! ¿Vamos a sufrir otro retroceso más? luego de cuarenta años de neoliberalismo ¡no! Pero el sistema de partidos actual, el liberalismo y conservadurismo prevaleciente no serán la salida, sino la puerta al fracaso. El espectáculo patético que escenifican los partidos tradicionales, muestran la necesidad del Partido que de forma unida, clara, congruente, avance paso a paso junto a los trabajadores y el pueblo.
El pueblo ha de organizarse y luchar por todas y todos. La clase obrera, la más humana, reconoce los derechos de tod@s. La clase obrera ha sido esclavizada, endeudada, acallada, combatida, desorganizada, dividida, pero también ha acumulado sabiduría y experiencia de lucha. Y eso se concretiza en su propio Partido. Llegó el momento. A todos los que han luchado contra la minería, por el agua, la deuda, los derechos sindicales, los derechos de la mujer, los derechos humanos les preguntamos, ¡¿no vamos a luchar contra el Estado que genera esas violaciones?! Nos dicen que hoy la situación es distinta y los cambios suficientes, cuando lo que podemos constatar es que estamos casi en las mismas, y aunque hay avances, se requieren soluciones profundas, pero ello requiere de una nueva organización un Partido de la clase obrera que luche contra el imperialismo y la explotación, y que no concilie con las corporaciones.
Todos debemos hablar la opinión colectiva es la que cuenta, debemos comprometernos a generar un cambio. Pero un cambio para toda la sociedad, no una posición para uno mismo, no una ventaja, no un acomodamiento, sino una transformación en cómo hacer las cosas, y como lograr hacerlo de modo que el cambio sea palpable, toda la demagogia y discursos y adhesiones incondicionales no harán que el cambio sea una realidad.
Para organizarnos no importa ser pocos o muchos hoy, sino ser sensibles, interesados en el país, en el futuro. Primero la calidad, antes que la cantidad. No buscamos chamba ni dinero, no buscamos “grillar” para tener puestos y comodidad, nos arriesgamos, porque por delante colocamos lo nuevo, el futuro, la garantía de derechos, la verdad y la justicia. No te conviene unirte al Partido de los trabajadores si buscas un hueso y un trabajo que te garantice estabilidad y bienestar, únete a nosotros si buscas trabajo para todos y todas, estabilidad y bienestar general. Soberanía para todo el país. No pedimos nada irrazonable, no exageramos, solo pedimos que todos contemos con derechos básicos y que seamos soberanos.
No basta “estar de acuerdo”, hay que asumir. Tomar en nuestras propias manos con responsabilidad social la solución de los problemas. Vamos a convertir el enojo, la pena, el horror en una acción positiva, en la construcción de la nueva organización. Haciendo la diferencia triunfaremos, porque la vieja forma de hacer política ha fracasado y no lleva a la transformación. No sabemos cómo es el futuro, nadie puede predecirlo, la visión sobre el futuro no debe provenir de tan solo un líder, sino del colectivo, de las decisiones del pueblo que determine cuál es la sociedad que queremos. Que el pueblo mande, y entonces construiremos el futuro de todos y todas. El cambio no lo genera un Partido electorero sino de un pueblo organizado que cuente con un Partido de auténtica lucha y que toma sus decisiones colectivamente y las lleva a cabo organizada y unificadamente.
Tenemos derechos, hay que aplicar la ley y si ésta no sirve transformarla, porque queremos todos nuestros derechos aquí y ahora… ya. Necesitamos actuar, ser activistas por los derechos, por todos los derechos. Hay que empezar por reconocer abiertamente que lo que leemos en la Constitución no es lo que se vive en la realidad mexicana. Necesitamos generar la resistencia masiva a la violación a nuestros derechos a partir de contar con las luchas de los pueblos y los trabajadores, de un Partido que lucha por principios, de un núcleo inflexible generar la resistencia de cada ser humano a que se violen sus derechos. Tenemos que enfrentar y lidiar con una situación en la que cada uno de nuestros derechos es pisoteado y comprender que solo en una nueva sociedad organizada en torno al bienestar de la gente y centrada en el ser humano se puede lograr. Hay que asumirlo.
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