Daniel López Aguilar. La Jornada 12/11/22
En la alcaldía Azcapotzalco, cientos de murales que denuncian y evocan la realidad social de México han sido destruidos o sufren deterioro por falta de mantenimiento, como las 110 pinturas que se encuentran en la avenida San Isidro, que exigen la presentación con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa, señala el académico y politólogo Pablo Moctezuma Barragán.
El muralismo es uno de los grandes patrimonios de nuestra ciudad. Tiene que ser cuidado, conservado y desarrollado, pues la multiplicación de murales es la muestra de una sociedad creativa y pujante. Ayuda a integrar la comunidad y a reconstruir el tejido social. Destruir o descuidar dicho patrimonio toca las fibras más sensibles de la gente, explica el historiador (quien fue delegado en esta demarcación de 1997 a 2000 y luego alcalde de 2015 a 2018) en entrevista con La Jornada.
“En el rubro de los murales mi prioridad fue la participación de los jóvenes, de los vecinos, así como reforzar los lazos comunitarios: crear identidad, conciencia social, histórica y ambiental.
La pintura mural vive en la arquitectura sin ser arquitectura. En toda la obra que se construyó durante mi administración se pintaron múltiples creaciones, por ejemplo: inauguramos el Faro Azcapotzalco Xochicalli en un terreno de 12 mil metros cuadrados frente al Metro Rosario, donde construimos el primer juego de pelota y, desde luego, lleva su mural, creado por Enrique Martínez Maurice.
Ex profesor en las universidades Nacional Autónoma de México y Autónoma Metropolitana y de la Escuela Normal Superior de México, Pablo Moctezuma (Ciudad de México, 1952) también se encargó del diseño, coordinación e investigación del proyecto Glifos de la Ciudad de México, que consiste en la fabricación y colocación en las paredes de 800 piezas de mosaico de talavera con los glifos y toponimia (registro y catalogación) de los barrios de varias alcaldías de la Ciudad de México, a partir de 2000.
Desde esta fecha, específicamente en Azcapotzalco, se han colocado 226 murales de talavera y 85 de ellos en el periodo de 2015 a 2018, como “trabajo importante para la identidad barrial y como continuación de decenas de creaciones de proyectos anteriores.
“En este material también colocamos un mural de seis metros cuadrados sobre la última batalla de la Independencia, en la explanada; otro de ocho metros con un mapa del mundo, y la traducción de la palabra ‘hormiga’ en 120 lenguas extranjeras y de las naciones originarias en México, de 2015 a 2018.
“Con creaciones artísticas rendimos homenaje a personajes de Azcapotzalco, como el cronista José Antonio Urdapilleta y el maestro Miguel Ángel Mendoza. Reconocimos a los mejores atletas con el Mural del deporte, que reúne a 50 de los mejores deportistas chintololos, sobrenombre que define a las personas que nacen o viven en dicha alcaldía.
“En marzo de 1999 presentamos en la casa de la cultura el mural Azcapotzalco en el umbral del tercer milenio, de Arturo García Bustos, que representa importantes personajes, símbolos y figuras típicas de la demarcación.
“Realizamos cuantioso muralismo en las unidades habitacionales, como las de El Rosario y Plaza Palomares, en la que se plasmó una creación monumental. Para la conmemoración de los 50 años de la matanza del 2 de octubre de 1968, se develó, en ese mismo lugar, el Mural del 68.
“Afortunadamente, todos los programas que emprendimos logramos terminarlos, aunque sufrimos muchos recortes presupuestales por parte de Rosario Robles y Miguel Ángel Mancera. Pero como entre nosotros no hubo corrupción, nos rindió el poco dinero.
“Restauramos en dos ocasiones el mural Paisaje de Azcapotzalco (1925), de Juan O’Gorman, que estaba muy deteriorado, aunado a que habilitamos junto con el reconocido historiador Miguel León Portilla el archivo histórico de Azcapotzalco, donde se pintaron muchísimas obras.” Sin embargo, el politólogo y escritor lamenta que tras su gestión hayan desaparecido cientos de estas piezas por falta de mantenimiento o para sustituirlas por propaganda política u otros anuncios, situación que califica de crimen.
En la glorieta de Clavería, “Daniel Manrique hizo una restauración durante mi primera administración, la cual fue borrada poco después de que concluí mis labores en 2001. La obra tenía décadas de abandono y era uno de los murales emblemáticos de la escuela Tepito Arte Acá. Además, se blanquearon casi todas las creaciones que pintamos en El Rosario, en calle Cultura Norte: de 15 sólo quedan tres obras. Tengo otros casos documentados.
“El muralismo en México es una de las primeras expresiones de nuestra cultura. La pintura mural prehispánica abarca distintas áreas de estudio en territorio nacional, desde el Altiplano central, costa del Golfo hasta la zona maya, donde nuestros antepasados dejaron huella en los murales de vida y cultura.
“La pintura mural todavía podemos admirarla en sitios como Cacaxtla; hoy sabemos que el muralismo estaba fusionado con la arquitectura en todas las grandes ciudades o altepeme (palabra náhual para designar a grandes urbes), como Teotihuacan.
El muralismo está en el ADN de nuestra cultura, concluye el doctor en diseño, quien adelanta que por encargo de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, se están colocando 209 murales de mosaicos de talavera en varias estaciones del Sistema de Transporte Colectivo Metro, mientras el próximo 21 de noviembre se inaugurará un mural de 4 metros cuadrados para conmemorar los 100 años del asesinato del escritor socialista Ricardo Flores Magón, en la estación de ese transporte que lleva su nombre.
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