Carlos L. Loredo
Es sabido que para aprender algo bien y más rápido, lo mejor es involucrar una emoción. Lo que nadie menciona es que, si esta emoción es positiva, esta experiencia de aprendizaje será mucho más agradable y positiva para todos.
Por tal motivo lo mejor es que en el proceso de aprendizaje y educación, especialmente de los preescolares que están descubriendo el “mundo educativo”, el de la escuela, los maestros y los nuevos compañeros, sea la experiencia más agradable y positiva posible. Y esto se logra cuando este proceso está ligado a un sentimiento positivo, en un ambiente agradable, con maestros sensibles y pacientes, así como, con un método de aprendizaje académico suave y fluido.
La principal idea que debe tener en la cabeza el educador es que el niño, al aprender, se encuentre en un estado al que llamaremos “estado de gracia” en el que el niño tenga paz interior, buen ánimo, se encuentre en un estado positivo, perceptivo alegre, atento y finalmente creativo. Es por esto que los sistemas “aprender jugando” tienen tanto éxito en la enseñanza, pues cuando el niño está jugando entra automáticamente en este “estado de gracia”.
Este “estado de gracia” es el mismo en que se encuentra la gran bailarina cuando ejecuta esa increíble danza en un gran escenario, el mismo en el que está un ingeniero en procesos automáticos, cuando crea la ingeniería necesaria para automatizar por completo una fábrica a prueba de errores humanos, o en el que está esa gran pintora plasmando en su lienzo una obra maravillosa.
Es conveniente mencionar que precisamente en el periodo neoliberal se obstaculizó de manera significativa el estado creativo en los estudiantes y más aún se intentó privar de razonamiento lógico a los estudiantes para generar hordas de autómatas dirigidos a no cuestionar nada, muy convenientes para el neoliberalismo absolutamente carente de diversidad y creatividad parte esencial del ser humano.
Un error común en educación, y hablamos desde preescolar hasta profesional, es el intentar atiborrar de conocimientos al educando, incluyendo las tareas en casa. Lamentablemente está muy arraigada la creencia en la sociedad de que en educación más es mejor y es todo lo contrario, lo único que se logra es acabar por completo con este “estado de gracia”.
Pero no subestimemos la capacidad de aprendizaje y adaptabilidad de los estudiantes. Ellos casi de cualquier modo aprenden, lo malo de saturar a los estudiantes de conocimientos “paja” e intentar por todos los medios que lo aprendan todo. Es sacarlos de este “estado de gracia” y acostumbrarlos a vivir fuera de él. Esto a la larga se hace costumbre y convierte a las personas en seres tal vez eficientes, pero desafortunadamente más cercanas a lo autómata, quienes entrarán al mundo laboral, haciendo un trabajo monótono, desmotivante y mal pagado, es decir, esclavizante y solo para subsistir.
Este vicio consumista o condición “sine qua non” de nuestro “bonito” sistema ultra competitivo capitalista, ha sido sumamente dañino para el buen desarrollo de la humanidad, precisamente porque saca a la mayoría de los seres humanos de este “estado de gracia”, en el cual nacen los niños y que conservan mientras se les provea de lo necesario y no se les abandone o agreda, este estado puede ser visto, pues muestran un brillo en los ojos que se puede apreciar en los niños pequeños felices. Paradójicamente los sacan de este “estado de gracia” por pretender consumir todos los conocimientos en el proceso educativo, bajo la premisa “más es mejor”. Desafortunadamente los educadores aplican fuertes presiones a los educandos para que cumplan con todos sus deberes y tareas.
Todo lo que no es consumismo o consumista se desprecia. Es por eso que existen tan pocas personas que sobreviven a este secuestro del “estado de gracia” y pocas personas así no pueden cambiar a un mundo convulso con millones actuando en oposición a esto en “automático”.
El proceso creativo en cualquier disciplina guía al individuo a sacar lo mejor de sí y lo mejor para la humanidad, en tal caso que, si las cifras fueran al revés, si la mayoría de la gente fuera creativa, ya desde hace mucho tiempo que la humanidad no seguiría estos sistemas económicos auto depredadores y destructores de nuestro medio ambiente.
El ser humano está diseñado para estar del lado bueno y esto es estar bien, satisfecho, tranquilo, feliz, vamos hasta enamorado. Pero el sistema actual lo lleva a estar en guardia, estar en lucha, estar estresado, estar molesto y aún muy enojado, sin embargo su mejor estado es estar del lado bueno. Esto lo prepara para ser creativo, la creatividad catapulta lo mejor de él hacia los demás.
Es por eso que uno debe cuidar muy bien para sí y para los suyos, lo que lee, lo que ve, lo que escucha y lo que aprende. En este sistema la mayoría de los libros y las películas deben o deberían pasar por una criba muy estrecha antes de ser “consumidos” y no, definitivamente no todos los libros ni todas las películas deben de ser leídos o vistas, es más, hay de los dos géneros, literario y cinematográfico verdaderamente tóxicos, que nunca deberían ser “consumidos” por nadie.
Por esto es tan importante lograr que los ojos de los niños no se dejen de iluminar, como lo menciona María Montessori en su libro “La mente absorbente del niño”. Extrañamente solo se censuran los libros y las películas o series desde el punto de vista moral e idiosincrásico estadounidense.
El proceso de cambio más revolucionario y profundo deberá incluir la educación y lo que se les enseñe a los niños, pero más importante, aunque esto, es el cómo se les enseñe a estos niños. Y que este proceso avance a todos los grados superiores de educación.
Perder “ganando”
No olvidemos que las tareas excesivas en casa y los grandes volúmenes de conocimientos “paja” son la forma más rápida de acabar con el proceso creativo tan necesario para un cambio de rumbo en el mundo, verdaderamente profundo y maravilloso.
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