(CUARTA Y ÚLTIMA PARTE)
LA ALIANZA OBRERA, CAMPESINA Y POPULAR
Los obreros tienen que luchar para que los grandes medios de producción sean colectivos y de toda la sociedad; pues no es posible que a cada obrero se le reparta un pedazo de fábrica o de máquina. Por lo tanto, los obreros no solo lucharán por su liberación, sino también por la de los campesinos, la de todos los pueblos y la sociedad en general. Esto hace que sus intereses a largo plazo sean muy avanzados.
Esto no quiere decir que la clase obrera sea la única revolucionaria o que solo el movimiento obrero es importante. Los obreros para poder triunfar necesitan aliarse con todos los explotados y todo el pueblo, principalmente con los campesinos. Solo una alianza obrera, campesina, popular puede garantizar la victoria uniendo a millones de explotados y sometidos que luchan por su liberación, por la Soberanía Popular y Nacional, contra el Imperio y sus grandes corporaciones rapaces.
Es claro que los obreros, por su situación y su papel en la producción, pueden dirigir una gran lucha propia y la de todos los mexicanos; deben canalizar toda su fuerza para lograr no solo pequeños cambios y beneficios, sino una transformación total y radical de la sociedad. La clase obrera debe ponerse al servicio de la lucha de todos y apoyar para potenciar todas las causas nacionales e internacionales.
En conclusión, el proletariado ocupa una posición estratégica para revolucionar las condiciones de vida en el país por su importancia, por la explotación que sufre y hacer frente común con todo el pueblo para cambiar su situación, asimismo de liberarse de la explotación. Las mismas condiciones en que trabaja, produce y vive el proletariado determinan que sea la clase más revolucionaria de nuestra sociedad. Como ya mencionamos antes, mientras los campesinos y pequeños productores se encuentran dispersos, viviendo cada quien por su lado y trabajando cada uno por su cuenta; el proletariado trabaja unido y es responsable de la gran producción en la sociedad.
Mientras que el campesino se enfrenta a diferentes enemigos: el prestamista, el banco, el comerciante, el cacique y las bandas criminales; el obrero tiene un enemigo común en la empresa en que trabaja: los patrones. Debido a esta situación el obrero no puede luchar individualmente, lo común es que sea derrotado. Para triunfar necesita estar unido y organizado junto con los demás obreros, por lo tanto, su lucha personal se transforma en una lucha colectiva. Cuando se estalla una huelga, por ejemplo, el obrero ya no puede pensar solo en sí mismo, tiene que empezar a pensar en sus compañeros.
Mientras el campesino y pequeño productor, también llamado comerciante o dotador de un servicio, es libre de trabajar a tal o cual hora y no tiene a nadie encima de él; el obrero está sujeto a una fuerte disciplina. Claro que está, en el capitalismo es aprovechada por la empresa. Al mismo tiempo e independientemente de la voluntad de esta, la disciplina en el trabajo crea las condiciones para que el proletariado se transforme en un poderoso ejército que va a derrotar a sus explotadores que tarde o temprano harán en cada nación y a nivel mundial; porque la producción se ha globalizado.
Mientras que la producción de los campesinos depende tan solo de su trabajo individual y de su esfuerzo personal; los obreros solo pueden producir colectivamente y cada una de las mercancías producidas es fruto del esfuerzo común de todos los obreros. Estas condiciones favorecen su toma de conciencia, organización y capacidad de dar una lucha generalizada y avanzada. Estas situaciones favorecen la unidad, la disciplina, la mentalidad colectiva y la conciencia de clase que tan necesarias son para que la lucha triunfe.
Lo anterior no quiere decir que el proletariado en México sea una clase consciente. Pero sí que es la que tiene más posibilidades de transformarse y convertir a toda una sociedad. Para que el proletariado en México tome conciencia de clase es necesario en primer lugar que luche, que se enfrente a sus enemigos, que se eduque, se informe, reflexione para lograr la unión, la organización y la movilización.
Solo en la lucha de todos los días y en la acción, se puede desarrollar la conciencia. Pero además de luchar y reaccionar, es necesario que el proletariado sepa hacia dónde va su lucha; de cómo lograr sus objetivos y que errores debe evitar. Para esto es imprescindible que aprenda de la experiencia de las luchas obreras, revolucionarias, patrióticas de todo el mundo y de nuestro país. Para esto es necesario que estudie, que analice constantemente la teoría revolucionaria y proponga nuevas salidas de acuerdo a la actualidad; solo así podrá la clase obrera orientarse y alumbrar su camino para cumplir su misión y sus metas.
Precisamente por la importancia estratégica de la clase obrera, las corporaciones han intentado desacreditarla, generan teorías de que la clase obrera se debilita y tiende a desaparecer; llaman a los obreros, empleados o socios, para propagar que ser obrero es estar en la escala más baja de la sociedad. El neoliberalismo ha destruido los sindicatos y controlado los que subsisten, ha degradado a las familias obreras introduciendo la droga y el alcohol, ha destruido las comunidades de trabajadores, tratando de dispersarlos. El control más férreo se da sobre el proletariado, se ha desarrollado toda una ingeniería psicosocial para evitar que se reconozca como clase, registre su papel y se lance a la acción. Patrocinan todo tipo de causas – muy justas – pero con el fin de marginar la gran causa de la clase obrera.
A pesar de todo la clase obrera y los pueblos sabrán encontrar las alternativas para lograr las transformaciones revolucionarias que demanda la problemática del siglo XXI. Este triunfo tiene que lograr el fin de la explotación entre las personas, la equidad de género, la defensa del medio ambiente, el rescate de la madre tierra, así como, la profunda evolución de la vida y la cultura, la armonía entre las naciones y de los seres humanos.
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