— Pauline Easton —Voice of Revolution. Octubre 2024
A medida que las elecciones presidenciales de Estados Unidos entran en su recta final, los esfuerzos por retratar a uno u otro candidato como buenos o malos son cada vez más evidentes. En este orden de ideas, vemos que Kamala Harris y John Kelly, exjefe de gabinete de Trump, llaman fascista a Donald Trump. Mientras tanto, Harris está haciendo todo lo posible para desvincularse de la presidencia de Biden. Esto es así a pesar de que lo que ella representa es esencialmente lo mismo que representan tanto Biden como Trump. Es decir, fortalecer los poderes policiales a disposición del presidente para proporcionar a Estados Unidos el control de los acontecimientos que se desarrollan tanto en el país como en el extranjero. Como vemos en Palestina, Líbano, en la frontera sur de Estados Unidos e incluso en los burdos ataques a los derechos civiles -- todo en nombre de la seguridad nacional y el mantenimiento del tipo de orden que Estados Unidos representa -- esto está dando lugar al uso de la violencia extrema. Tanto en Estados Unidos como en todo el mundo, los pueblos rechazan no solo el uso de la violencia para resolver problemas, sino también el uso de la violencia extrema, que es aborrecible.
Debido a la creciente conciencia de la gente acerca de todo esto, una conciencia que existe independientemente de sus voluntades individuales, una característica de estas elecciones es el fracaso del argumento de "Votar por el menor de dos males". Este es el argumento que se utiliza habitualmente para promover la opinión de que la única opción que tienen los ciudadanos es un candidato despreciable sobre el otro. Durante algún tiempo, el argumento ha sido una parte integral de la desinformación organizada por el Estado para impedir que la gente establezca su propia agenda y plan.
Es interesante cómo en estas elecciones ni siquiera se intenta presentar a estos candidatos como representantes del pueblo, aunque afirman ser "para el pueblo". En cambio, se les presenta como los agentes del cambio. Incluso se dice que este o aquel proporciona "más espacio para la resistencia".
Se hace todo lo posible para evitar cualquier discusión sobre qué tipo de cambio necesita el pueblo y qué tipo de cambio representan estos candidatos. Lo que hay que debatir es lo que uno puede o no hacer y decir, pero no lo que ya está haciendo, y lo que esto dice de hacia dónde se dirigen los gobernantes como clase y el país.
Quieren desviar a todas y todos del pensamiento y de la acción, de analizar la mejor manera de avanzar y unificar los movimientos de los pueblos por el cambio que favorezca sus intereses. Lo que demuestra que establecer el punto de partida para la discusión entre la gente es clave para que el cambio no sea una víctima en estas elecciones una vez más.
En este sentido, la idea de que el papel que la clase obrera y el pueblo de Estados Unidos pueden desempeñar es elegir el "menor de dos males" no se está incendiando como lo hizo en las elecciones de 2016 donde un candidato, Trump, fue pintado como un "fascista" y el otro, Hillary Clinton, fue pintada como una "progresista", su uso de la violencia extrema en el extranjero fue completamente silenciado. Los que impulsaron esta campaña se sorprendieron claramente cuando Clinton perdió las elecciones ante Trump, tras lo cual declararon que la "clase trabajadora blanca sin educación" era racista, fascista, homofóbica y muchas otras calumnias. Fue un intento de dividir aún más a los trabajadores de costa a costa.
Cuanto más se enfrentaban los movimientos populares a las injusticias flagrantes en todos los frentes, más quedaban atrás los intentos de dividir al pueblo por parte de quienes afirmaban ser progresistas y "políticamente correctos". Todo esto ahora debe ser desestimado. Los avances y la creciente unidad de los movimientos populares deben ser ignorados. Kamala Harris va a ser ahora la campeona del pueblo, una campeona promovida y respaldada por las mismas facciones gobernantes que apoyaron a Hillary Clinton contra Trump en las elecciones de 2016 y a Biden contra Trump en las elecciones de 2020.
El desarrollo de los acontecimientos y la unidad de acción de los pueblos de todas las clases sociales expusieron estos diversos esfuerzos de los gobernantes como falsos y desinformadores, diseñados por aquellos con el respaldo del Estado para dividir las filas de los pueblos. En lugar de detener sus intentos de etiquetar a las personas sobre una base racista y falsa, ahora se promueve la noción de "bloques de votantes" día y noche. La afirmación es que los votos individuales pueden de alguna manera agregarse en bloques: el voto negro, el voto latino, el voto joven, el voto femenino, los votantes racistas, los votantes homofóbicos, los votos LGBTQ2S+, los votantes progresistas, etc.
La promoción de "bloques de votantes" y cómo se alinearán, y la organización sobre esta base continúa, pero es un fraude tal que no tiene influencia. La promoción de la idea fraudulenta de los "bloques de votantes" está vinculada a la promoción de "temas" que los gobernantes declaran que le importan al pueblo de los Estados Unidos. Se ha demostrado una y otra vez que la existencia de estos "bloques de votantes" es producto de la imaginación de los gobernantes y sus candidatos y de las elecciones, pero, no obstante, persisten en declarar cuáles son los "problemas" y vincular estos "problemas" con los "bloques de votantes". No permiten que el pueblo juegue ningún papel en la decisión de nada.
Los trabajadores, las mujeres y los jóvenes, así como las fuerzas que luchan contra la discriminación racial y por la justicia en las últimas décadas, están hartos de estos esfuerzos por dividir al pueblo sobre una base racista y fabricada y asegurar el apoyo para la agresión y las guerras en el extranjero y la represión en el país.
Para hacer frente a esto, en estas elecciones una distracción es presentar los "extremos" como un problema y se toman sistemáticamente medidas para criminalizar a los que se consideran extremistas cuando defienden los derechos de los pueblos. Según Trump, la "izquierda" extrema es una amenaza, mientras que las fuerzas de Harris dicen que el peligro proviene de Trump y sus "extremistas" de derecha. Y al propio Trump se le vuelve a llamar fascista, mientras que a Harris, que apoya el genocidio en Palestina en nombre del derecho de Israel a la autodefensa, no se le califica así.
Harris es presentada como un "nuevo camino hacia adelante" a pesar de que ella defiende lo que es esencialmente la desgastada "tercera vía" neoliberal tal como la presentaron originalmente Tony Blair y su Nuevo Laborismo en Gran Bretaña y retomada por los Clinton y otros que han causado desastres tanto en el país como en el extranjero. Así también Barack Obama, los liberales en Canadá encabezados por Justin Trudeau, y los grupos de expertos liberales intentan desesperadamente bloquear el cambio afirmando que están a favor del cambio, los derechos de las mujeres, los derechos humanos, un medio ambiente verde y más.
Una parte clave de esta "tercera vía" es la promoción de la visión de que el poder ejecutivo sabe lo que es y lo que no es bueno para el país y el mundo entero. Bajo su égida, los partidos políticos han sido destruidos y cada uno debe valerse por sí mismo. En nombre de la defensa de los derechos humanos, la libertad de expresión y la democracia, se organizan "revoluciones de colores" para el cambio de régimen cuando los países defienden su derecho soberano a determinar sus propios asuntos. Esta "tercera vía" es la misma vieja forma de preservar las estructuras estatales existentes que mantienen al pueblo fuera del poder.
Los pueblos están exigiendo y luchando por un cambio a su favor y se esfuerzan por asegurar que las elecciones no desvíen ni interrumpan este esfuerzo y su creciente unidad. Campañas como "No Votar por el Genocidio" y "Abandonen a la asesina Kamala" son prueba de ello, al igual que las acciones continuas en las universidades, en ciudades y pueblos, grandes y pequeños, en apoyo a Palestina y por un embargo de armas y un cese al fuego ya. La cuestión del genocidio entre Estados Unidos y los sionistas sigue en primer plano.
Los trabajadores de todos los sectores de la economía están presentando respuestas, como lo hicieron durante la pandemia de COVID-19, como indican las huelgas de los trabajadores de la salud, los trabajadores de Boeing y los estibadores de la costa este. Los trabajadores pueden gobernar mejor el país, pero el poder político se mantiene fuera de sus manos. Las elecciones están diseñadas para ocultar esto mientras se asegura que el poder y las instituciones del gobierno permanezcan en manos de los oligopolios privados con sus agendas pro-guerra y anti-sociales.
Es la clase obrera y el pueblo de Estados Unidos que continúan sus batallas por los derechos de todos, en el país y en el extranjero, los que representan la democracia moderna que se necesita hoy. El negarnos a ser arrastrados a los debates a favor y en contra de las campañas electorales y avanzar en la lucha por el empoderamiento persistiendo en hablar desafiantemente en nuestro propio nombre y negándonos a permitir que los ricos y sus candidatos hablen por nosotros, llevará adelante la lucha por el cambio que favorece a la gente.
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