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La paz en terreno movedizo

Autor: Elson Concepción Pérez

24 de febrero de 2023


El Gobierno chino ha hecho público un Plan para la solución de la guerra en Ucrania


Cesar el envío de armas a Kiev sería cortar los beneficios a los que promueven la guerra desde Estados Unidos. Foto: AP


Si existiese voluntad para que dejen de morir seres humanos en Ucrania y se lograra el compromiso de un cese al fuego total, la eliminación del envío de armas y municiones a Kiev por parte de los países occidentales, y el reinicio del diálogo entre los gobiernos ruso y ucraniano, el mundo daría un paso, muy añorado por la humanidad. Todo ello, además de poner fin a la guerra, devolvería la credibilidad a gobiernos y organismos internacionales involucrados en el conflicto.


Esa podría ser una posible conclusión, un año después de la operación especial rusa que intentó poner fin a una verdadera masacre que se perpetraba por las fuerzas más extremas de Kiev contra la población de origen ruso en la región del Dombás y otras en territorio ucraniano.


Este 24 de febrero, cuando se cumplieron 12 meses de esa operación militar, los muertos y heridos se contaban por decenas de miles, y la destrucción material era incalculable, como lo es también la injerencia foránea que ha exacerbado la guerra y ha convertido a Ucrania en un campo de pruebas, mueran quienes mueran. Allí, Estados Unidos y la OTAN muestran sus medios bélicos, una especie de experimento para conocer si estos servirían para una guerra mayor, la que se han propuesto llevar adelante contra Rusia, y a más largo plazo contra China.


Este mismo viernes, el Gobierno chino ha hecho público un Plan para la solución de la guerra en Ucrania.


Aunque tiene 12 puntos, uno de ellos bastaría para el logro de la paz: «Todas las partes deben apoyar a Rusia y Ucrania para que trabajen en la misma dirección y reanuden el diálogo directo lo antes posible, a fin de desescalar gradualmente la situación y, en última instancia, alcanzar un alto el fuego general».



En otro acápite, el documento hecho público por el Gobierno del gigante asiático sostiene que «las sanciones unilaterales no pueden resolver la cuestión, solo crean nuevos problemas. China se opone a las sanciones unilaterales no autorizadas por el Consejo de Seguridad de la ONU. De igual forma, pide que los países relevantes dejen de abusar de ellas y de la jurisdicción de armas largas».


Como era de esperar, el Gobierno de Estados Unidos saltó de inmediato ante el reto chino de lograr la paz, eliminar la política de sanciones y suspender el envío de armas a Kiev.


La arrogancia, como siempre, pudo más que el raciocinio: «el conflicto podría terminar mañana si Rusia dejara de atacar a Ucrania y retirara sus fuerzas», afirmó el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan.


Lógicamente, no está preparado el Gobierno estadounidense para que se cuestione su actuar de «policía mundial», su forma criminal de buscar recursos a través de las armas que proporciona para las guerras, muera quien y cuantos mueran.


Eliminar el envío de armas a Kiev implica cortar el grifo al Complejo Militar estadounidense, que ha encontrado en Ucrania un laboratorio para experimentos biológicos letales y un campo de práctica para sus nuevas producciones de armas.


Y menos posible aún, en la lógica de Washington, sería cesar sus sanciones contra Rusia, que, por añadidura, han sido la matriz de una política de sometimiento de las naciones de la Unión Europea, cuyos gobiernos se han plegado a lo que se ordene desde Estados Unidos.


El otro componente bélico en el conflicto, la otan, también «saltó como liebre» al conocer el Plan chino de paz para Ucrania.


En resumen, el conflicto en torno a Ucrania sigue debatiéndose en un terreno movedizo, donde el logro de la paz no parece ser prioridad entre quienes siguen armando a Kiev y enriqueciéndose con la guerra.

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