MEXTEKI
En la época actual se habla mucho de libertades, responsabilidad individual y en contra del autoritarismo. Ante la oleada de ataques de los sectores más reaccionarios contra el gobierno democráticamente electo, la pandemia de fakenews y campañas de desinformación en curso hay quien argumenta que los promotores de este clima antisocial, “están en libertad de hacerlo” y “que están en su derecho”. Hay también quienes pedimos medidas para detener esta actividad nociva.
Cuando ante la reacción de redes sociales contra periodistas pagados para atacar sistemáticamente o de cómicos y comentadores con un discurso racista, sexista, por falta de rating o por producir materiales ofensivos se cancelan sus programas, de inmediato se acusa de “represión” y de “medidas dictatoriales”.
Se entiende como un derecho democrático el de expresar las opiniones y juicios libremente y el respeto a la manifestación de ideas. Y eso es muy necesario. Se lucha contra el autoritarismo, la imposición, la verticalidad y las dictaduras, y eso es importante.
Pero justificar cualquier acción, cualquier expresión, cualquier actividad, cualquier conducta individual no es sensato. Acciones criminales, expresiones de racismo, machismo, discriminación, incitación a la violencia, campañas de calumnias, deben ser frenadas por la sociedad. No se puede permitir que se incite a la violación, la trata infantil, el robo, la explotación. Que se ataque a los pueblos originarios. No se debe permitir que nadie aliente la violación de nuestro territorio y soberanía por una potencia extranjera.
Hay que tener claro que existe el individuo, las libertades individuales, la soberanía personal que debe ser respetada. Que debe ser promovida y sobre todo asumida por cada persona. Es muy importante que nadie acepte situaciones de sometimiento e injusticia.
Ya que el individuo existe dentro de una sociedad. Hay también el nivel importante y prioritario, el nivel social, colectivo, el interés general. Y el bienestar de toda la sociedad repercute fuertemente en el bienestar personal. No pueden desligarse de ningún modo y sin una sociedad sana no podrá existir un clima de armonía y respeto de los derechos.
El bienestar colectivo implica el combate al crimen, a las conductas antisociales, a la promoción de la violencia y a la violación de los derechos. Ese nivel que abarca a toda la sociedad existe, debe ser tomado muy en cuenta y es un factor en la toma de las decisiones. En el neoliberalismo se promueve únicamente la óptica personal y el nivel personal olvidando lo social. Los derechos colectivos de los pueblos, naciones, países y de la humanidad entera se subestima. Se niegan derechos colectivos a mujeres, jóvenes, ancianos, personas de capacidad diferente, enfermos y muchos otros sectores Y esto es verdaderamente nocivo.
Tomemos el caso de la pandemia de Covid-19, si se deja a la voluntad y la consciencia personal el cuidarse o no cuidares. Habrá millones de personas que opten por no cuidarse, y pueden decir: Es mi decisión. Pero la conducta de cada persona influye en el colectivo. Una persona que no se cuida y se contagia no solo se afecta a sí misma, va a contagiar a familiares, colegas, vecinos o desconocidos. Va a abonar a que siga el pico de la pandemia y que haya más mortandad y contagios. Entonces esa no es una decisión meramente personal, y el Estado no debe responsabilizar a las personas a que sean ellas mismas de que “se cuiden” porque el responsable a nivel de toda la sociedad es el Estado que también debe jugar su papel.
Hay países en los que se ha cerrado ciudades, barrios y se ha promovido una cuarentena estricta y les ha ido mejor y otros como EU en que cada uno hace lo que quiere o como quiere y les ha ido muy mal.
Es claro que muchas personas tienen que salir por necesidad, pero también se puede salir tomando todos los cuidados. Además, que la situación actual pone de manifiesto toda la problemática de hospitales, bancos y transporte público que son fuente de contagio colectivo y que deben ser reformadas. El problema lo generan quienes sin precauciones salen en grupo sin tapabocas, organizan grandes fiestas y que aún con síntomas siguen saliendo con el peligro que contagien a otras personas.
El otro caso es el de las grandes corporaciones que, con tal de seguir acumulando ganancias, despiden trabajadores, les bajan el sueldo, o los ponen a trabajar con gran riesgo y sin equipo apropiado. Esas corporaciones han presionado mucho, sobre todo las de EU al gobierno mexicano para se continúen las labores. No les importa que mueran trabajadores, total dicen ellas, se contrata a otros y asunto arreglado. Son ellas las que han promovido la política de “inmunidad del rebaño” que quiere decir salgan todos y que se mueran los que se tienen que morir.
El Estado tiene el deber y la capacidad, dando prioridad al convencimiento, de salvaguardar a la sociedad, debe mostrar una dirección firme, y saber aplicar la ley, una gran unidad de criterios -por encima de partidismos-de no dar mensajes contradictorios, o anticipados o débiles que abonen al fortalecimiento de la pandemia. Si el Estado se muestra firme estará cumpliendo su papel y no es autoritarismo.
Otro caso diferente es el de gobiernos fascistoides que aprovechan la pandemia para ejercer un control represivo. Porque a diferencia de ellos, en un gobierno democrático también debe existir el consenso, la unidad y la firmeza de tomar medidas que favorecen a la sociedad.
Pensemos en otra circunstancia. Hay determinados comunicadores y medios que desinforman, dividen, mienten, calumnian. Si se les aplica la ley por su conducta delictiva, no sería autoritarismo, sería para salvaguardar los intereses de la sociedad.
Tampoco debe darse la libertad a las corporaciones privadas a producir alimentos chatarra, que no nutren y enferman, a ponerles químicos para hacerlos adictivos y de usar publicidad mentirosa y engañosa para procurar su consumo masivo. Que enferma a toda la sociedad. Por encima de sus intereses mezquinos está el interés social de impulsar la vida sana.
Un último ejemplo es el de grupos de provocadores que infiltran las manifestaciones para golpear, destruir, quemar, atacar personas y que no se les contiene para que no se diga que hay violación al derecho de manifestación. Quienes violan el derecho son los mismos provocadores que son lanzados a las calles con el objeto de facilitar la represión de la policía, de desprestigiar a los movimientos, de crear pánico para que la gente se quede en casa y no asista a las movilizaciones. Tienen el fin consciente o inconsciente de debilitar los movimientos sociales y pro derechos.
De modo que no todo es el individuo, existe la sociedad y se da un gobierno que democráticamente tiene que ver por el bien de todas y todos por decisión democrática de todas y todos. Llegó la hora de reconocer nuestra responsabilidad social y de armonizarnos como sociedad, rompiendo con el individualismo liberal que ha perjudicado a la gente y al mundo.
Reconozcámonos como lo que somos: seres sociales. Logremos superar la crisis actual como sociedad y construir un Estado que tenga en el centro a cada ser humano y a la sociedad en su conjunto.
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