Gideon Levy y Alex Levac. Vientos del Sur. 9 de abril 2024
En los últimos seis meses la Cisjordania ocupada ha experimentado una metamorfosis. La guerra estalló en la Franja de Gaza, pero el “castigo” infligido a Cisjordania por los acontecimientos del 7 de octubre no tardó. No es necesario tener un ojo especialmente agudo para notar la revolución en la situación. No es necesario ser particularmente perspicaz para comprender que Israel y las comunidades de colonos han explotado la oscura pesadilla de la guerra para cambiar la situación en Cisjordania: para intensificar la ocupación, ampliar los perímetros de las colonias, eliminar los últimos límites en las relaciones con la población palestina y dejarlos desatarse, todo lejos de los ojos del mundo.
Es imposible sobreestimar la profundidad y la magnitud de los cambios que se han producido en Cisjordania en los últimos meses. La mayoría de ellos, si no todos, son probablemente irreversibles. La combinación de una guerra contra las y los palestinos, aunque a distancia de Cisjordania, un gobierno extremista de extrema derecha radical en el que las y los colonos ocupan posiciones que les dan un poder decisivo sobre la ocupación, el ascenso de milicias de colonos armadas y en uniforme y la indiferencia general de la opinión pública ha llevado a una nueva situación. En estas circunstancias, la vulnerabilidad de los palestinos no hace más que echar leña al fuego. Este considerable incendio hace estragos, pero la mirada de todo el mundo se dirige lejos de allí, hacia los campos de la muerte entre la ciudad de Gaza y Rafah. Sin embargo, quizás incluso más que en Gaza, las repercusiones de la revolución que se está llevando a cabo en Cisjordania no se limiten a este territorio. Se infiltrarán profundamente en todos los rincones de Israel.
Algunos cambios son inmediatamente visibles para cualquiera que vaya a Cisjordania, otros lo son menos. Cisjordania está cerrada y sitiada. Prácticamente todas las ciudades y pueblos palestinos tienen ciertas carreteras de acceso, o incluso varias, que han sido cerradas. En efecto, la mayoría de las puertas de alambradas, omnipresentes en estas localidades, fueron cerradas por las Fuerzas de Defensa de Israel desde el 8 de octubre. Con un sistema así de puertas y otras barreras se puede establecer un bloqueo total de Cisjordania en poco tiempo. ¿Resultado? La vida se ha vuelto insoportable para tres millones de personas. No es solo el tiempo perdido en los desplazamientos prolongados de un lugar a otro; también es el hecho de que nunca se sabe si se llegará al destino deseado debido a las penosas esperas y las humillaciones sufridas en los puntos de control (checkpoints).
A las puertas cerradas se han añadido decenas de bloqueos de carreteras ad hoc erigidos por los soldados. Aparecen y desaparecen de repente. Mientras están en pie, el tráfico se convierte en una pesadilla para cualquier persona palestina que se enfrente a ellos. Cisjordania retrocedió casi un cuarto de siglo, a la época de la segunda Intifada, pero esta vez sin la Intifada.
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Un amigo cuyo padre, de 105 años, falleció esta semana, y que vive en un pueblo cerca de Tul Karm, le dijo a su familia y amistades que no se preocuparan por hacer la acostumbrada visita de condolencias, porque el tráfico a la entrada y salida de esta ciudad va desde la pesadilla hasta la imposibilidad debido a la abundancia de puntos de control locales. En cambio, viajó a Ramala por un día para estar con ellas.
Unos 150.000 palestinos de Cisjordania que estaban legalmente autorizados a trabajar en Israel ya no tienen derecho a hacerlo desde el 8 de octubre. Las consecuencias para la economía palestina (e israelí) son evidentes. Del mismo modo, las consecuencias de la inactividad forzada de decenas de miles de personas son igualmente claras y predecibles. Otra fuente de ingresos para personas palestinas, la cosecha de aceitunas, también ha sido bloqueada por la guerra. Los olivares junto a las colonias son ahora totalmente inaccesibles para las y los palestinos, ni siquiera a través de una “coordinación” con las autoridades israelíes, como era posible en años anteriores. Resultado: aproximadamente un tercio de la cosecha se ha quedado en los árboles en un momento en que la mayoría de los demás ingresos ha desaparecido.
¿Cuál es el vínculo directo entre la cosecha de aceitunas en Cisjordania y la guerra en Gaza? No lo hay, pero la guerra aparentemente ofreció una gran oportunidad a las y los colonos y a sus socios en el gobierno. Una oportunidad que los colonos de Cisjordania solo esperaban para maltratar a las personas palestinas con impunidad, hacerles la vida insoportable, desposeerles y humillarles hasta que huyeran o fueran expulsados. ¿Quizás esta es la razón por la que las y los colonos parecían particularmente alegres esta semana, con motivo de la fiesta [23-24 de marzo] de Purim?
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Uno de los fenómenos más graves se refiere a las autoridades israelíes que impiden a la gente palestina acceder a sus tierras y trabajar en ellas, a veces en previsión de una expulsión. Dror Etkes, de la organización no gubernamental Kerem Navot, que supervisa las políticas de tierra de Israel en los territorios ocupados, estima que las y los palestinos han sido privados de al menos 100,000 dunams (25,000 acres, aproximadamente 101 km2) de pastos y tierras agrícolas desde el 7 de octubre, y esta es una estimación cauta, agrega.
Al mismo tiempo, continúa una transferencia silenciosa de población, poco a poco pero sistemáticamente, especialmente para las y los más débiles -de las comunidades de personas dedicadas al pastoreo, principalmente- a los dos polos de Cisjordania: el valle del Jordán al norte y las colinas del sur de Hebrón al otro lado. Dror Etkes, que tiene un conocimiento inigualable de las colonias, señala que las y los habitantes de 24 comunidades han sido expulsados u obligados a abandonar sus casas y tierras debido al terror ejercido por las y los colonos desde el 7 de octubre. Todas las personas que habitaban en 18 de ellas huyeron, mientras que en las otros seis solo unas pocas se sintieron obligadas a irse. Una transferencia de población, aunque clandestina.
Hace varios meses, se informó en un artículo de uno de estos enclaves abandonados: fue desgarrador ver a sus habitantes empacar y cargar sus escasos bienes en algunas camionetas viejas, incluidos sus rebaños, dejando, probablemente para siempre, la tierra en la que nacieron ellos y sus antepasados, en dirección a un mundo desconocido.
Otro acto criminal se reveló cuando documentamos la confiscación a sus dueños de 700 ovejas, confiscación realizada por colonos-soldados por orden del Consejo Regional del Valle del Jordán, que técnicamente no tiene autoridad coercitiva sobre los residentes palestinos locales. El grupo de pastores miserables se vio obligado a pagar inmediatamente 150.000 shekels (alrededor de 41.000 dólares) para recuperar su rebaño, una suma enorme que fue directamente a las arcas de los colonos. Unas semanas más tarde, Hagar Shezaf, en Haaretz, informó de que el asesor legal de la administración civil, el brazo local del gobierno militar israelí, declaró ilegal la odiosa y despreciable acción de las y los colonos.
El hecho de que hordas de colonos se hayan puesto el uniforme de las FDI no parece sino haber aumentado su violencia. En los últimos meses, las “escuadras de seguridad de emergencia” creadas con motivo de la guerra en prácticamente todas las colonias y puestos de avanzada, así como la movilización de miles de colonos reservistas tras un decreto de emergencia, aparentemente les han dado el derecho a intensificar sus actos de violencia contra las y los palestinos como señores de la tierra, representantes ostensibles de la ley y del estado. Muchas personas palestinas han descrito incidentes en los que las y los colonos desencadenaron verdaderos pogromos, llegando de repente en uniforme en vehículos todo terreno, sembrando violencia, haciendo que la gente se sintiera aún más impotente. Aparentemente no hay nadie que proteja a las comunidades pastoriles, excepto un puñado de gente voluntaria que busca justicia.
Dror Etkes menciona al menos 11 puestos avanzados [de una futura colonia] establecidos sin licencia en los últimos seis meses, dos de los cuales en tierras de las que las y los pastores palestinos han huido o de las que han sido expulsados. Esta semana ha descubierto otro. El sitio de noticias contra la ocupación Local Call ha informado de que diez días después de comenzar a construir un puesto de avanzada cercano, las y los colonos asustaron a los habitantes de una de estas comunidades, que huyeron en masa.
Un puesto de avanzada de este tipo a veces no es más que una granja, una cabaña que alberga a algunos mafiosos violentos cuyo único objetivo es ahuyentar a la gente palestina. Recientemente, su tarea se ha hecho aún más fácil. Un informe provisional elaborado por Dror Etkes, con motivo de los seis meses de guerra, informa de al menos diez carreteras, una serie de vastas extensiones de tierra valladas e incluso de bloqueos de carreteras, todos creados por los colonos sin permiso. Además, el gobierno israelí declaró tierra estatal 2640 dunams cerca de la colonia urbana de Ma'aleh Adumim, y 8160 dunams en la ciudad de Aqraba, cerca de Napluse[1].
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Cientos de palestinos, principalmente niños y adolescentes, han sido asesinados, la mayoría sin razón aparente. Las y los soldados desplegados en Cisjordania parecen tener el gatillo más fácil que antes. ¿Quizás tienen envidia de sus compañeros de Gaza, a quienes aparentemente se les permite matar a personas sin discernimiento? ¿Las y los habitantes de Cisjordania quieren comportarse de igual forma, vengarse de la gente palestina como tal, por los horrores del 7 de octubre? ¿Las FDI y la policía fronteriza cierran más que antes los ojos ante los eventos violentos que tienen lugar en Cisjordania?
Los datos que presentamos a continuación hablan por sí solos. El dedo en el gatillo es ligero y los comandantes de la FDI, así como el público israelí, muestran apatía. Pero cualquiera que piense que esta violencia masiva aparentemente autorizada y que los muertos permanecerán dentro de las fronteras de Cisjordania se arriesga a equivocarse.
En cuanto a los casos de asesinatos, muchos parecen no provocados y criminales. Ya el 8 de octubre, los soldados mataron a Yasser Kasba, de 18 años, quien, según el ejército, había lanzado un cóctel Molotov -nadie resultó herido y no puso a nadie en peligro- en el punto de control de Qalandiyah, cerca de Jerusalén. El tiroteo fue transmitido en directo por el canal estadounidense de televisión por satélite en árabe Alhurra. Kasba recibió un disparo en la espalda mientras huía.
Este incidente abrió las espitas. En los dos meses siguientes, 31 personas fueron asesinadas en la región de Ramala, incluida una madre de siete hijos, ante los ojos de su marido e hijos; 42 personas fueron asesinadas en la región de Tulkarem durante las primeras seis semanas, incluido un discapacitado mental de 63 años y un adolescente de 15 años que recibió dos balas en la cabeza. Hasta finales de febrero, un total de 396 personas murieron en Cisjordania, de ellas 100 niños y adolescentes, la gran mayoría asesinadas por soldados, según datos cuidadosamente verificados recopilados por la organización israelí de derechos humanos B'Tselem. Más de la mitad de las y los menores, señala B'Tselem, fueron asesinados en circunstancias que no justificaban el uso de armas letales.
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Jóvenes residentes de Cisjordania comienzan a escribir documentos que se parecen a sus últimas voluntades. Reportamos uno el mes pasado: el de Abdel Rahman Hamad, de casi 18 años, cuyo sueño era estudiar medicina (Haaretz, 17 de febrero de 2024). Dejó instrucciones detalladas sobre qué hacer si le mataban: “No me pongáis en el refrigerador de la morgue”, escribió. “Enterradme de inmediato. Ponedme en mi cama, cubridme con mantas y llevadme al cementerio. Cuando me bajéis a la tumba, permaneced a mi lado. Pero no estéis tristes. Sólo recordad los hermosos momentos que tenéis conmigo y no os lamentéis de mi destino.”
También hubo otros incidentes. Dos jóvenes de nacionalidad estadounidense murieron en pocas semanas. El joven que fue derribado de su bicicleta por un jeep militar y disparado a quemarropa. Las y los soldados y colonos que, probablemente juntos, dispararon una docena de balas a un vehículo que transportaba a dos jóvenes en una excursión, matando a uno de ellos. Las 32 balas que percutieron contra un automóvil que transportaba a una familia, durante la persecución por parte de las fuerzas de seguridad de un vehículo que había cruzado un puesto de control sin detenerse, matando a una niña de 5 años, cuyo cuerpo no fue entregado a la familia hasta 10 días después.
Un misil mató a siete jóvenes, incluidos cuatro hermanos, fuera de Jenin. Otro misil, disparado contra el centro del campo de refugiados de Nur Shams [gobernación de Tulkarem], mató a seis personas e hirió a siete, a quienes se les negó el tratamiento médico durante más de una hora. También se vieron alcanzados dos jóvenes con necesidades especiales, uno de ellos mortalmente. Tres hermanos que regresaban a casa después de recoger akoubs, plantas comestibles parecidas a los cardos, en el lado israelí de la barrera de separación, fueron víctimas de una cacería humana en la que los soldados mataron a dos de los hermanos, hirieron al tercero y luego detuvieron a un cuarto que llegó al lugar más tarde. Igualmente impactante es el incidente del niño de 10 años que fue asesinado a tiros en el pick-up de su padre y cayó en los brazos de su hermano de 7 años, muerto.
Y una palabra sobre las detenciones masivas, cuya magnitud exacta ni siquiera se conoce. En los dos primeros meses de la guerra, 4785 personas fueron detenidas en Cisjordania según las Naciones Unidas. Una de ellas, Munther Amira, era un detenido administrativo (encarcelado sin juicio), cuya historia, marcada por la tortura, los golpes y las humillaciones en la prisión de Ofer, el “Guantanamo” israelí, fue contada aquí la semana pasada [ver en este sitio la traducción al francés, el 23 de marzo, de este artículo]. Incluso esta cruel prisión tenía un aspecto muy diferente antes de que estallara la guerra en Gaza.
(Artículo publicado por Haaretz el 30 de marzo de 2024; traducción redacción A l'Encontre)
30/03/2024
Gideon Levy y Alex Levac VIENTO DEL SUR
Traducción: Faustino Eguberri para viento sur
[1] El 22 de marzo, durante la visita del secretario de Estado Antony Blinken, el ministro de Finanzas Bezalel Smotrich anunció esta importante incautación de tierra, la más amplia desde la llamada paz de Oslo de 1993, y la calificó como “una nueva medida espectacular e importante para la colonización” judía en Cisjordania. (Red.A l´encontre)
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