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PRIMERO DE MAYO. PANDEMIA, CRISIS Y LOS TRABAJADORES.

MEXTEKI


Este 1º de mayo, se conmemoró el Primero de Mayo en medio de la pandemia y la crisis que tanto ha golpeado a los pueblos en general y a los trabajadores en particular. En el día internacional de la clase obrera se levantó la bandera de los derechos, que son irrenunciables.



Una sociedad de mercado capitalista, no respeta derechos. Si no le conviene al negocio, entonces, ni pagan salarios, ni mantienen la estabilidad en el trabajo. Y de hecho los derechos quedan en el papel como cualquier catálogo de buenos deseos. La realidad del capitalismo se impone y en este sistema, quienes pagan los platos rotos son los trabajadores.

El derecho al empleo, a un salario digno, a la estabilidad laboral, a las prestaciones de ley, al reparto de utilidades, a la jornada de ocho horas se han conquistado tras ciento cincuenta años de lucha de la clase obrera internacional. Son conquistas que se han alcanzado luego de huelgas, revoluciones, movilizaciones, lucha parlamentaria, lucha ilegalizada por los gobiernos, difusión periodística y en otros medios de comunicación, volantes, mítines, plantones, marchas. Y estos derechos no están sujetos al capricho ni del patrón, ni del Estado.


Pero en el capitalismo se violan todos los derechos, cuando así conviene a las empresas y el Estado ya sea que las apoya o si no, se hace de la “vista gorda”, de modo que ahora que estalló la crisis que ya se había gestado y que fue detonada por el coronavirus. La oligarquía y sus consorcios ponen por encima sus intereses y están despidiendo trabajadores, o los descansan, sin sueldo o con sueldos parciales, les recortan prestaciones, etc.


O los obligan a trabajar en plena pandemia, sin acatar las disposiciones de quedarse en casa, en el caso de las empresas no esenciales y de dar toda la seguridad en el caso de las empresas esenciales, para que los trabajadores no estén sujetos al contagio del peligroso virus. Estas violaciones legales son facilitadas por el sistema actual que da rienda suelta al outsourcing en la que todos los derechos legales son ignorados.


Dado que los derechos no son negociables, para garantizarlos hace falta una sociedad y un Estado que ponga en el centro al ser humano y no a los mercados, que busque un desarrollo integral de la economía, capaz de mantener empleados a todos aquellos que estén en disposición de laborar y que haya una economía a partir de localidades, municipios, regiones y del país que ofrezca oportunidades de emplearse a todos los habitantes. Una economía no dependiente del extranjero o de las cadenas de producción externas.


La producción de los bienes necesarios para una sociedad, alimentos, vivienda, servicios varios, producción industrial de maquinaria, herramientas, electrodomésticos, muebles e inmuebles, pueden y deben ocupar a todas las personas que quieran trabajar. Y recordemos que el derecho al empleo debe ser garantizado por el Estado y la Sociedad. Además, hay servicios transporte, comunicación, medioambientales, de limpieza, ornato, reforestación, dotación de agua, que pueden y deben emplear a las decenas de millones de personas en edad de trabajar. Sabemos que el desempleo es un mecanismo del capitalismo para bajar los salarios, ya que, con un ejército de desocupados, quienes trabajan no están en condiciones de exigir porque pueden ser fácilmente destituidos.


De modo que la sociedad se tiene que organizar alrededor de la garantía de derechos. Para lo cual hace falta una nueva Ley Suprema, porque la Constitución actual es tan contradictoria que no establece los mecanismos y la organización social que permita hacer efectivos los derechos.


Para organizar un nuevo Constituyente es necesario partir de la representación el pueblo en lugares de trabajo, vivienda, estudio, asociaciones para que se reflejen sus intereses y no la representación de los partidos actuales que están controlados y al servicio de los intereses de las corporaciones o los de grupos de influencia, élites privilegiadas.


Este Primero de Mayo debe ser un punto de partida para lograr que ante una situación de emergencia los trabajadores y sus familias, así como el pueblo en general sean protegidos y no, como sucede en el capitalismo sean siempre las primeras víctimas, cuyos derechos son sacrificados.


Llegó la hora de la profunda transformación, desde sus raíces, del modelo económico, político, social, cultural que ha hundido al país y a su pueblo amenazado por la enfermedad, la hambruna y el desempleo. Por la extrema explotación a cambio de tener trabajo, teniendo que soportar maltrato, humillaciones y hasta poniendo en peligro la vida y la de su familia.



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