Pilar Noriega García
El día 4 de abril murió el abogado Lamberto González Ruiz, Beto. En marzo pasado le habían diagnosticado cáncer muy avanzado.
Al dar a conocer su muerte a colegas que lo conocieron las respuestas fueron rápidas y muchas, pero especialmente unánimes, perdimos a un defensor de los derechos en toda su amplitud, un luchador solidario; en palabras de Juan Pablo López Yee un “ejemplo de humildad, afabilidad, paciencia tolerancia y amor combativo”. De las personas más congruentes que he conocido.
Siempre buscó el lado positivo de todo y de todas las personas, aún de aquellas con las que pudo tener problemas personales y de trabajo, antepuso siempre el diálogo a la confrontación.
Pero también nos dio sorpresas, como la ocasión en que estábamos en una audiencia en el Centro Federal y Readaptación Social del Altiplano 1 - de los de máxima seguridad, en los que la presión psicológica no solamente es a los presos sino a su familia y defensores – al juez se le ocurrió advertirnos a Beto y a mí que no podíamos acercarnos a la llamada reja de práctica, como así se le llama, y para mi sorpresa, Beto que siempre fue el calmado y sereno, rápidamente dijo algo así “como que no” y puso su silla aún más cerca de la reja.
También lo describe Manuel Fuentes como un gran amigo, comprometido con los más humildes, sencillo, incansable, de los más queridos por todos, que andaba con los bolsillos vacíos, pero con un corazón lleno de solidaridad. Así fue, si entrábamos al área de visita al reclusorio siempre llevaba algunas monedas “para repartir” entre los presos que las pedían.
Por supuesto que hubo ocasiones que no coincidimos, pero teníamos siempre la solución de acuerdo. Sus convicciones eran firmes y tuvo de repente decisiones difíciles de entender como en la ocasión en que salíamos del Altiplano cerca de las cinco de la mañana y a pesar de que al otro día teníamos que regresar temprano a otra audiencia no quiso quedarse en Toluca “porque él nunca faltaba a su casa” esto a pesar de que le insistí que esa noche ya había faltado. Por supuesto que la administración de la cárcel no nos había permitido llamar a nuestras familias, como lo hicieron con el personal del juzgado. El resultado fue regresar al DF, y volvernos a ver un tiempo apenas suficiente para darse un baño, comer algo y regresar al Altiplano.
En pocas palabras, en los años que llevaron él, Jorge Viveros y Gerardo los casos de Flecha Roja, alguien de los flecheros me comentó, “si decimos, como dice Pili, si el cielo no existe se crea para Beto”
Si no hereda bienes materiales a Kika su esposa, Laura y Larisa, sus Hijas, León y Daniel, sus hijos, les ha dejado todo el amor y ejemplo de congruencia humana.
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