Pablo Moctezuma Barragán
Reconozcamos el papel fundamental de las mujeres en México en todas las épocas, así como hubo héroes indiscutibles existieron heroínas que desgraciadamente la historia ha invisibilizado, y fueron clave para el triunfo de la causa de la soberanía y la independencia.
En la lucha por la independencia tuvieron un papel muy destacado. Detengámonos en una de estas mujeres que han de rescatarse de la historia, Juana Guadalupe Arcos Barragán, «La Barragana», nació en 1780 en Amuco Coyuca, Tierra Caliente de Guerrero. En plena lucha por la Independencia reunió un grupo de campesinos y se presentó con Morelos para pelear por la causa.
Juana había dedicado su vida a trabajar con su padre y hermano, en el cuidado y acarreo de mulas y caballos, que ella solía montar con agilidad y maestría. Una vez iniciada la Guerra de Independencia, en el año 1810, en una diligencia, su padre y hermano fueron aprehendidos en Izúcar por los realistas, llevaban consigo correspondencia y armas para José María Morelos. Los invasores españoles los ejecutaron.
Juana encontró horrorizada, los cuerpos de sus familiares colgados de un árbol. Desconocía, hasta entonces, que su familia estuviera involucrada en el movimiento insurgente; decidió, al momento, llena de coraje tomar el poco dinero que su padre había dejado para ella y su madre, reunió y armó a un grupo de campesinos de su confianza y abandonó su hogar para seguir las tropas del general Morelos. Fuerte y aguerrida, Juana Guadalupe se lanzó a la lucha.
Había sido la primera que se enfrentó a un batallón realista con su grupo en Cuautla cuando iba a empezar el sitio y avisó oportunamente a Morelos sobre la llegada de Félix María Calleja a la zona, alertando al grupo de patriotas para preparar la defensa. En efecto Don Felipe Montero, el relator del sitio de Cuautla quien era capitán insurgente, originario de Cuautla, tuvo el tino de narrar el Sitio de Cuautla, dando parte de las hazañas de esta valiente mujer que se distinguió por su lealtad a José María Morelos y Pavón.
Menciona el relator Felipe que el 17 de febrero de 1812, Juana se dirigió a todo galope perseguida de cerca por los realistas para encontrar a Morelos e informarle que ya llegaban los españoles a las lomas de Pazulco, al norte de Cuautla. A toda prisa con las balas del enemigo silbándole cerca de los oídos, llegó hasta donde estaba el general Morelos para ponerle al tanto de la llegada de los españoles.
Juana era una gran combatiente y además tenía mucho carisma. Era muy elocuente, cuando sus paisanos la escuchaban hablar, atentos, hacía surgir en ellos el amor por la libertad. Por su parte, Juana, al igual que muchos hombres, mujeres y niños de Cuautla, estaban totalmente dispuestos a morir antes de permitir el triunfo de los realistas.
Durante el sitio de Cuautla, Doña Juana Arcos Barragán se destacó por su comportamiento heroico y audaz, ganándose la confianza de Morelos él le encargó defender los lugares de mayor riesgo y responsabilidad. La presencia de la mujer armada que peleaba a la par de los hombres y asombraba a todos por su arrojo.
Tanto se distinguió por su valentía e intrepidez en el combate que Morelos admirado le concedió el mando de un batallón. Por su valor y entereza en batalla sus soldados la llamaban “la Barragana”.
Roto el sitio de Cuautla, Juana siguió a Morelos hasta la muerte de éste; después de tan doloroso acontecimiento, “La Intrépida Barragana”, apodo que adquirió después de su valiente participación en la batalla de Ahuacatillo en el marco de la toma de Acapulco, llegó a comandar un numeroso grupo de insurgentes con el grado de capitana.
Contaba con el apoyo popular, y la mayoría de las poblaciones del rumbo le brindaban alimentos para su tropa. En toda Tierra Caliente se hizo famosa su valentía, que fortalecía y brindaba confianza a todos los que peleaban bajo su mando. Instalo su campo de operaciones por el rumbo de San Miguel Totolapan, donde aprovechó fortificaciones naturales y de difícil acceso, dotadas de fortines, de fosos de entrada y salidas secretas que conocía perfectamente y de donde nadie podía sacarla ni vencerla.
Juana murió fusilada por los realistas, en 1820 poco antes de consumarse la Independencia. El Honorable Ayuntamiento de Cuautla, en 1828, honró su recuerdo poniéndole a una calle el nombre de “La Barragana Intrépida” como la llamaba Morelos siempre que la dama se aprestaba a realizar lo que el general ordenaba a una calle de esa ciudad, con la finalidad de inmortalizar con justicia el inmenso valor que desplegó en el famoso sitio de Cuautla, ocurrido en 1812.
Hubo todo tipo de actividad, y diversas formas en las que las mujeres apoyaban, por ejemplo, Francisca y Magdalena Godos hacían cartuchos.
Muchas otras mujeres sacrificaron una vida cómoda y tranquila y dieron no solo su apoyo, sino sus bienes y riquezas al movimiento de independencia. Y algunas hasta su vida como Gertrudis Bocanegra que nació en Pátzcuaro, Michoacán cerca de las aguas del hermoso lago de Pátzcuaro, un 11 de abril de 1765. Ella fue hija de padres comerciantes de clase media, su papá Don Pedro Javier Bocanegra y su mamá Doña Felicia Mendoza. Convirtió su posición privilegiada en un baluarte de organización y lucha en la región.
Otra desde luego fue Josefa Ortiz de Domínguez, quien fue una mujer decidida, que defendía sus opiniones hasta lo último, además ligaba su pensamiento a la acción. Josefa Ortiz siempre se rebeló contra la estructura autoritaria colonial y trascendiendo las barreras que le imponía al género femenino una sociedad patriarcal.
Tuvo una participación, abierta y activa en la vida social en la que sistemáticamente desafiaba los convencionalismos sociales que imponía la vieja y caduca sociedad colonial, patriarcal opresora. Ella conquistó su independencia personal y aspiraba a la independencia de todo nuestro México.
Quiero subrayar que sin ella no se hubiese iniciado la Independencia, además de su papel clave en la conspiración. Al ser descubiertos y estar encerrada se las ingenió para dar la orden a Ignacio Pérez de que avisara a Allende que había que dar inicio a la lucha de inmediato. Pérez salió corriendo, se robó un caballo de una cantina y en San Miguel le avisó a Aldama quien cabalgó rápidamente hasta Dolores para avisar a Ignacio Allende. Lo encontró con Hidalgo y exaltado le insistió que quería dar las malas nuevas, mientras que Hidalgo con toda calma los invitó a tomar un “chocolatito” y hasta que terminaron de beberlo escuchó los informes. En un primer momento Allende y Aldama estaban considerando por donde escaparse haciendo uso de los salvoconductos que les dio el coronel Nicolás de la Canal jefe militar realista en San Miguel, que simpatizaba con ellos.
Fue entonces cuando Hidalgo, meditando sobre la terminante opinión de Josefa y al coincidir con ella, después de dar varias vueltas alrededor de la mesa exclamó “somos perdidos, no queda otra que ir a coger gachupines”. Aldama gritó: “pero que está usted diciendo, está usted loco”. Y es que los militares Allende y Aldama no se sentían del todo preparados militarmente, pero Hidalgo que era decidido como Josefa, y como ella confiaba mucho en el pueblo y sabía que una vez convocando a la población, nada los podría detener. Así tomando el mando Miguel Hidalgo y Costilla llamo a los suyos con instrucciones de ir a apresar a los gachupines de Dolores, lo que hicieron durante la noche.
Otra de éstas mujeres generosas fue Mariana Rodríguez del Toro Lazarín. Organizó tertulias literarias para preparar la rebelión de 1810. Esposa de Don Manuel Lazarín un dueño de la riquísima mina de La Valenciana, ubicada en Guanajuato. Ella conspiró en abril de 1811 para secuestrar al virrey. al ser descubiertos fueron encarcelados en las prisiones de la Inquisición, y se les despojó de todos sus bienes. Fue muchos años después hasta el triunfo de la Independencia que fueron liberados.
Imposible no mencionar a “La Güera” Rodríguez, hermosa, inteligente, que uso su posición, aun enfrentando a la inquisición para separar a México de España. Inolvidable Doña Petra Teruel, ella desde la Ciudad de México, organizaba tertulias, empeñó sus valiosas joyas para ayudar a los insurgentes Vicente Guerrero y Guadalupe Victoria. Amiga íntima de Leona Vicario. Petra estaba casada con un regidor realista, ayudó cuanto podía a los insurgentes dándoles dinero y abogaba por ponerlos en libertad y siempre apoyó a los presos por sedición. Doña Petra Teruel de Velasco, es llamada “Hada Protectora” de los insurgentes, por la ayuda material y moral que prestó en todo momento a los patriotas.
Junto con ellas hubo miles de mujeres que aportaron a la lucha y cuyos nombres ni siquiera se han conservado: Cómo las hermanas González, de Pénjamo, quienes sacrificaron su fortuna para irse con los insurgentes. Por su parte también sostuvieron la lucha María Josefa Marmolejo de Aldama. Esposa de Ignacio Aldama dentro del núcleo familiar. Apoyó la causa y se enfrentó con valentía a los realistas, diciéndoles sus verdades.
Las mujeres patriotas lanzaban a su familia a la lucha. María Elena Gamboa oriunda de Zacatecas, convocó al pueblo a luchar en medio de grandes sacrificios, y su familia dio el ejemplo, murieron luchando su hijo Timoteo en Zacatecas el 26 de septiembre de 1813 y su esposo Víctor Rosales el 20 de mayo de 1817 en Tacámbaro Michoacán. ¡Mujeres Patriotas!
Conmueve Rafaela López Aguado. Sus cuatro hijos lucharon en la independenciaː Ignacio y Francisco López Rayón son los más mencionados. También combatieron Ramón, José María y Rafael. Con todo el dolor de su corazón se negó a cambiar la vida de su hijo Francisco por la rendición y perdón de sus otros vástagos.
Impresionante Rita Pérez quien se unió a la lucha en 1814, esposa de Pedro Moreno tuvo opción de irse a esconder con su mamá y participar en la campaña por la Libertad. Se fue con sus hijos a La Sauceda. Fortificó y armó el fuerte de “El Sombrero” dio alimento y medicinas a la tropa. No aceptó indultarse. Fue encarcelada y perdió a su esposo y 5 hijos. Al triunfo no aceptó la pensión que le asignaron en 1823 vivió hasta el año de 1861.
El gobierno colonial fusilaba mujeres y hombres, ellas lo sabían, arriesgaban la vida. Luisa Martínez de García Rojas, esposa de un “Jaranero", atendía un tendejón. En 1817 fue fusilada por los realistas en Erongarícuaro, Michoacán por ayudar durante cinco años a los insurgentes con víveres, pólvora y de todo. Fue encarcelada y multada cuatro veces y ella siguió apoyando. La mandó matar Pedro Celestino Negrete que luchaba bajo las órdenes de Iturbide. Tras el triunfo de la Independencia, este Negrete, integró el primer gobierno provisional de México tras la abolición del Primer Imperio Mexicano de Iturbide. Hombres como él se encaramaron en el poder tras un triunfo popular al que combatieron a sangre y fuego y cuando les convino cambiaron bandera por puro interés.
En el Bajío, María Tomasa Estévez, Ayudó a integrar el primer frente insurgente en Salamanca, hoy Guanajuato, al lado de Andrés Delgado, Albino García y el cura Rafael Garcilita. Persuadía a soldados realistas de desertar. Incluso los seducía con tal fin. Agustín Iturbide la fusiló junto con su hijo en Salamanca en 9 de agosto de 1814.
La lucha por la independencia sigue hasta la actualidad. Y las amenazas e invasiones contra México han sido constantes. En toda la historia de México y del planeta, las mujeres han sido activas, valientes, y factor decisivo en cada uno de los avances que se han logrado. Hoy que estamos en lucha contra la mentalidad patriarcal, nos tenemos que dar a la tarea de recoger su ejemplo y hacer ver su valía.
Durante la independencia, la Reforma, la invasión norteamericana y la francesa, el porfirismo, en la revolución mexicana, en la lucha por el derecho al voto, el cardenismo, la lucha contra el PRI-Gobierno y luego contra el PRIAN, las mujeres han jugado un papel imprescindible. Es hora de reconocerlas y visibilizarlas.
Actualmente es tiempo de mujeres debido a esa trayectoria en la que ellas han luchado por los derechos propios y los de todos, por su soberanía personal, pero también por la soberanía popular y nacional. (Continuará)
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