top of page

Trump y Rubio mienten como niños, pero amenazan como matones

ree

Daniel Martínez Cunill. * –6 de septiembre de 2025


Con unas imágenes dudosas, tomadas de otra parte o tal vez creadas con Inteligencia Artificial, y una arrogancia de “gendarmes mundiales”, (Xi Jinping dixit), Donald Trump y Marcos Rubio han difundido profusamente unas imágenes que representarían supuestamente una lancha que explota en el mar Caribe al impacto de un misil estadounidense. Según afirman, es una prueba de que desde Venezuela habría salido una lancha con un cargamento de drogas y una tripulación pertenecientes a una organización narcoterrorista, según el léxico trumpiano.


Por sus características, el incidente calificaría como una anécdota tragicómica, pero por sus posibles implicaciones puede ser una señal de alerta que reclama análisis, atención y difusión. De una primera acción de provocación, en un contexto de guerra psicológica contra el gobierno de Nicolás Maduro, pueden derivar acciones bélicas de mayor envergadura que involucren no solo a Venezuela, sino además a Colombia y México.


Antecedentes históricos


Es bueno recordar entonces que en la historia ya existen otros casos similares. La misteriosa explosión de El Maine en 1898, que sirvió de excusa a EE. UU. para entrar en la guerra contra España. Nunca se pudo comprobar que El Maine había sido objeto de un ataque y fueron muchas las fundadas sospechas de que se había tratado de un autoatentado.


La explosión en 1960 del carguero La Coubre, en el Puerto de La Habana mientras se descargaban armas y municiones adquiridas por el gobierno revolucionario. Posteriormente se comprobó que era un sabotaje de la CIA.


El más documentado es el llamado Incidente del golfo de Tonkin, ocurrido en agosto de 1964, y representa uno de los momentos más controvertidos de la historia de Estados Unidos. Según la versión oficial difundida inicialmente, buques vietnamitas habrían atacado a destructores estadounidenses en aguas internacionales sin provocación previa. A partir de ese hecho se desencadenó una respuesta militar inmediata por parte del presidente Lyndon B. Johnson y la posterior escalada del conflicto en Vietnam. Durante décadas, esta narrativa justificó la intervención militar a gran escala, pero con el paso del tiempo, documentos desclasificados y testimonios revelaron que los hechos habían sido algo muy distintos.


Lyndon B. Johnson había asumido la presidencia tras el asesinato de John F. Kennedy en noviembre de 1963. Enfrentaba presiones internas significativas: por un lado, no quería aparecer como “blando con el comunismo” en plena campaña electoral contra Barry Goldwater; por otro, necesitaba implementar su ambicioso programa de reformas sociales, la “Gran Sociedad”.


La administración Johnson y en especial el agresivo secretario de Defensa Robert McNamara buscaba encontrar una justificación sólida para aumentar la intervención militar en Vietnam sin despertar demasiada oposición pública o del Congreso. Es en este clima político y militar tenso la eventualidad de que la US Navy pudiera haber sido objeto de un ataque por el “enemigo comunista” solo podía generar una reacción militar de mayores dimensiones. En ese contexto, bastó con que el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Earle Wheeler, le asegurara al presidente Johnson que el ataque era “auténtico”, basándose en comunicaciones interceptadas,


Para que la Casa Blanca incrementara de manera sustancial la presencia de tropas y elevar el nivel de las acciones militares contra Vietnam del Norte. Luego se supo que no existían pruebas contundentes y que se había interpretado erróneamente el contenido de las grabaciones.


En síntesis, el presidente estadounidense, por razones de política interna, argumentó un incidente de guerra en aguas territoriales de Vietnam sobre información falseada, para justificar el incremento de la intervención estadounidense.


Citamos el hecho histórico y hacemos el paralelo con la situación de Venezuela y la agresividad de la administración Trump para que el análisis sea más equilibrado respecto al supuesto ataque a un barco que, según versiones mediáticas originadas en Estados Unidos, habría partido de tierras venezolanas.


Una vez más un presidente estadounidense, que enfrenta dificultades económicas y electorales en su país, recurre a la guerra como recurso justificativo y para recuperar su imagen ante el electorado.


Con el caso de la lancha destruida frente a Venezuela, lo más probable es que estemos ante un pretexto para justificar nuevas agresiones. Las mentiras buscan legitimar el hostigamiento contra Venezuela y abrir la puerta a una escalada militar puesto que el video que circula carece de información verificable. Fue difundido en la red social de Trump sin precisar lugar, fecha ni detalles concretos sobre la supuesta acción.


A pesar de que inicialmente la noticia tuvo un enorme impacto mediático, poco a poco surgieron dudas y se preguntó que, teniendo en cuenta la gran capacidad operacional de las naves militares estadounidenses presentes frente a Venezuela, no aprovecharan la ocasión para detener a los supuestos terroristas y así demostrar su vinculación con el presidente Maduro.


La distancia mínima entre Venezuela (Península de Paraguaná, Falcón) y EE. UU. (Key West, Florida): 1.350 km (840 millas) es inviable que una pequeña embarcación pesquera con 11 tripulantes pueda recorrer esa distancia y menos aún si la Armada de EE. UU. está en la zona.


Por otra parte, también llama la atención que, según información de la propia marina estadounidense, el USS Lake Erie de la Armada de Estados Unidos, está destinado al desagüe. Es decir, es una nave para desecho. Si en los próximos días le ocurre “un atentado” tendremos la confirmación de que se trata de una operación de guerra sicológica cuyo objetivo es manipular la opinión pública y destinada a justificar la agresión contra Venezuela.


El video del supuesto hundimiento fue presentado por el secretario de Estado de EEUU, el cubano norteamericano Marco Rubio, y tuvo amplia repercusión porque fue avalado por el propio Trump, que precisó que la lancha destruida a distancia iba repleta de drogas y contaba con unos 11 tripulantes que murieron por el impacto de los misiles estadounidenses.


Ante esta información, el ministro de Comunicación e Información del gobierno de Venezuela, Freddy Ñáñez, aseguró que el video utilizado por Rubio es falso y que fue elaborado con Inteligencia Artificial. Consultó a Gemini el Asistente de Inteligencia Artificial de Google, que respondió que “es muy probable que haya sido creado por IA”. La herramienta enumeró varias características que ponen en tela de juicio la veracidad de la supuesta grabación, entre ellas, el hecho de que “parece una animación simplificada, casi de dibujos animados, en lugar de una representación realista de una explosión”.


Para Caracas, la difusión del material es una maniobra preparada por Rubio, una de las figuras más hostiles contra el Gobierno del presidente Nicolás Maduro, para “alentar la guerra”.


El video presentado por Marcos Rubio y festejado por Trump presenta algunos detalles que lo hacen poco creíble y no concuerdan con la información del gobierno estadounidense.


Estos videos, conocidos como ‘deepfake’, son utilizados en la industria del entretenimiento.


Según la BBC, Washington aseguró haber supuestamente matado a “11 terroristas”. La emisora consultó a una experta en temas de seguridad, Emmanuelle Saliba, quien “no descarta la manipulación del video, pues hay partes sometidas o difuminadas”. A pesar de que no confirma la posibilidad de ser un video hecho con IA el medio plantea otras dudas: Marcos Rubio sin ofrecer detalles declaró que la droga “probablemente” se dirigía a Trinidad o algún otro lugar del Caribe… así de preciso. 


Dos expertos también cuestionan la legalidad de la acción publicada por el Gobierno de Trump.


Juan S. González, exdirector del Consejo Nacional de seguridad de EE. UU., dijo: “El ataque militar estadounidense a un supuesto barco cargado de drogas, plantea serias preocupaciones. Destruir un barco en el mar, sin abordarlo, ni verificarlo abre las puertas a una tragedia”. A su juicio, EEUU corre el riesgo de matar pescadores u otros civiles. Luego, Adam Isacson, director de supervisión de defensa (Wola), dice contundentemente: “Ser sospechoso de transportar drogas no implica una sentencia de muerte”.


La BBC termina con lo siguiente:  “Una de las interrogantes que se plantea es, cómo los militares estadounidenses determinaron que quienes estaban a bordo de esa embarcación eran, efectivamente, supuestos miembros del Tren de Aragua, tampoco se conoce el tipo de droga que se transportaba, la cantidad, o cómo se realizó la operación que dejó 11 muertos según Trump”.


En el hipotético caso de que fuera real el incidente estaríamos ante una serie de violaciones del Derecho Humanitario e Internacional, pero sobre todo frente a la irracionalidad de una acción que en lugar de capturar personas que pudieran aportar información valiosa sobre el tráfico de drogas, se les elimine brutalmente al mismo tiempo de las pruebas del probable delito.


A principios de agosto, en el preludio de la actual escalada militar, EE. UU. declaró arbitrariamente a Nicolás Maduro como uno de los cabecillas del Cártel de los Soles, organización inexistente y creada artificialmente para aumentar la recompensa por su captura a 50 millones de dólares.


La mañosa invención asimila el terrorismo y narcotráfico para amagar a Venezuela sobre el pretexto de perseguir las drogas en cualquier lugar y sin respetar ningún tipo de regulación internacional. La ecuación es simple: Venezuela trafica drogas, EE. UU pasa por una profunda crisis social por el aumento exponencial del consumo de drogas entre los estadounidenses, por lo tanto, tiene derecho a atacar a Venezuela. Sin embargo, la ONU ya estableció en 2007 que Venezuela es un país libre de cultivos ilegales de drogas. La misma ONU también señala que el 87% de las drogas producidas en Ecuador y Colombia salen de esos países por sus costas. Solo un 5% lo hace por la frontera de más de 2000 km con Venezuela.


La amenaza de una invasión no solo pone en peligro a Venezuela, pone en peligro a la región y se abre el espectro de una guerra regional. Lo que está ocurriendo ahora frente a las costas de Venezuela pareciera anunciar el regreso de la “diplomacia de cañoneras”.


Pareciera que Trump y Rubio, cada uno desde su trinchera interna, están trayendo de regreso la estrategia del imperialismo del siglo XIX, cuando las potencias occidentales –podían intimidar a países menos poderosos recurriendo a una demostración de fuerzas militares que en otras décadas medían por sus activos navales. Una flota de barcos que apareciera frente a las costas de un país pequeño era el mensaje para que los gobiernos cambiaran de política nacional y/o internacional.


No podemos dejar de mencionar que, si la demostración de poderío militar hace parte simbólica de la política exterior de un país, más aún si se trata de una potencia, harían bien los líderes del mundo en leer con objetividad y realismo el inocultable mensaje enviado por China en el 80 Aniversario de la victoria de China sobre Japón con un impresionante despliegue militar en Tiananmen.


Regresando a Rubio, dijo en una entrevista “Creo que las fuerzas armadas de Estados Unidos solo deberían usarse en casos de amenazas a la seguridad nacional”, y agregó “Creo que hay un argumento sólido que se puede esgrimir en este momento: Venezuela y el régimen de Maduro se han convertido en una amenaza para la región y para Estados Unidos”.


A pesar de las numerosas críticas que la acción militar contra una lancha ha levantado en la opinión pública internacional, el ex senador de la Florida, que hizo parte de su capital político con acciones y declaraciones agresivas contra Venezuela desde la época de Hugo Chávez, ha afirmado que su país no dudará en repetir ese tipo de ataques. En el contexto de su gira por México dijo: el presidente Donald Trump “lo hizo estallar y volverá a ocurrir”.


Esa incapacidad de aprender de las lecciones de la historia, están nuevamente en boca del secretario de Estado que afirma: “No me importa lo que diga la ONU. La ONU no sabe de lo que está hablando”. En nuestra opinión creemos que la ONU si sabe de lo que está hablando, pero que para la actual política exterior de Trump y sus funcionarios es más importante darle credibilidad a sus ficciones que abren el camino de la guerra, que escuchar las voces de la mayoría de las naciones representadas en Naciones Unidas.


La diplomacia de las cañoneras, en la nueva versión trumpista, nos interpela como latinoamericanos, nos llama a incrementar las acciones de solidaridad con el pueblo venezolano y su revolución. Nos recuerda que si hoy no reaccionamos con fortaleza el día de mañana pueden aparecer navíos de la marina imperial en nuestras costas. Y entonces ya será tarde.


Daniel Martínez Cunill* Catedrático, politólogo, asesor parlamentario del Partido del Trabajo de México, PT, coordinador del Grupo de Reflexión de América Latina y el Caribe, GRALyC.


Foto de portada: Derechos de autor AP Photo

Comentarios


Suscríbete a nuestro boletín

Este espacio fue creado para la libre expresión y publicación de artículos de diversos autores quienes son responsables de los mismos. ExpressArte Internacional y/o Expre Interna y sus representados no se responsabilizan por las opiniones vertidas y/o publicaciones desde la creación de su página, cuenta o portal de Facebook, estas son responsabilidad de quién las escribe exclusivamente, no de quién las publica.

  • White Facebook Icon

© 2023 by TheHours. Proudly created with Wix.com

bottom of page