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MORTAJA

“Se asusta de la mortaja pero se abraza al difunto.” Dice el refrán. En la actualidad se asustan de la pandemia y sus efectos, la crisis económica, del neoliberalismo, de los planes de guerra de EU contra Venezuela, Cuba, Irán, de la represión y la violencia, del cambio climático y la degradación ambiental.



Pero el problema de fondo es el sistema capitalista, que engendra al neoliberalismo o capitalismo salvaje, el imperialismo, el neocolonialismo, la acumulación de la riqueza en los dueños de las corporaciones escatimando los presupuestos en salud y educación, la destrucción de los recursos naturales y humanos. La raíz del mal radica en el sistema mismo, lo otro son sus consecuencias.


La crisis sistémica actual la causan las grandes corporaciones en su afán de predominio y los países imperialistas deseosos del control mundial, todo esto lo provocan las leyes propias del desarrollo capitalista. No existe capitalismo “con rostro humano”, las leyes del capitalismo son salvajes. Lo que vivimos es impulsado por la naturaleza misma del sistema.


Para salir de la crisis actual es necesario resolver los problemas con un sistema de salud público y gratuito, distribución de las medicinas a su costo en laboratorios de la sociedad. Hace falta que el Estado garantice derechos elementales además de la salud, el Empleo, el Agua, la Alimentación, el Medio Ambiente sano, derechos laborales plenos, la Educación.

Es imprescindible el lograr un desarrollo económico local, regional y nacional, el fin del saqueo de las riquezas como la minera. La soberanía nacional para que las riquezas que se producen sean para el país y sus habitantes. Un sistema que prevea lo que es necesario para lograr el bienestar de toda la sociedad.


Pero esos problemas son generados por las corporaciones capitalistas, por la economía de mercado y global, por los intereses imperialistas y por lo tanto es claro que dentro del capitalismo que los engendra, no podrán tener una solución profunda y definitiva.


Por eso, es necesario pasar de una economía de propiedad privada de los grandes medios de producción a una economía social, en la que la producción social se distribuya socialmente y en el que la producción este orientada a cubrir las necesidades del pueblo. Para lograr esto hace falta un sistema político acorde con estos fines en el que las decisiones sean en interés de las mayorías y las tomen ellas mismas por eso es urgente una renovación democrática en el que ejerciendo su soberanía el pueblo decida. Y una cultura que cambie la mentalidad de la población para erradicar los valores capitalistas de consumo, acumulación, individualismo y egoísmo. Es necesario un modelo económico, político y social socialista.

Es necesario siempre tener en mente el problema de fondo: el capitalismo al combatir a sus manifestaciones y consecuencias. No hacerse ilusiones de que, con reformas superficiales, límites, frenos podremos resolver los profundos problemas. Que haciendo “cumplir la ley” a las corporaciones, cobrándoles impuestos, eliminando sobornos se va a transformar verdaderamente la situación que vivimos. Con aspirinas no se cura un enfermo grave.


Para transformar el modelo político, económico y social que vivimos en un modelo social al servicio de las necesidades y el bienestar de los seres humanos hace falta una larga lucha. Será el pueblo que asume su soberanía quien logre unificarse y avanzar paso a paso hasta acumular la fuerza necesaria y derrotar al sistema actual.


La clase que tiene las mejores posibilidades de encabezar la transformación es la clase obrera aliada a los campesinos que necesita organizarse en su propio partido político que defiende no solo sus intereses sino los de toda la sociedad y el país. Por eso es necesaria la organización específica de la clase obrera en su partido político y que este partido lejos de aislarse sea el instrumento de la amplia lucha social, política, económica, cultural. Para lo cual debe impulsar espacios de organización que los distintos sectores hagan suyos en la lucha por sus demandas concretas, inmediatas e históricas.


Solo con la amplia unidad y participación del pueblo, que suma decenas de millones de seres, puede lograrse derrotar a esa extraordinaria máquina militar, financiera, económica, política, mediática, cultural que nos mantiene dominados.


Para construir una gran fuerza organizada de millones de obreros, campesinos, maestros, intelectuales, mujeres, jóvenes, pueblos originarios es necesario contar con organizaciones amplias e incluyentes que vayan defendiendo los intereses y los derechos de la población. La creación de grandes frentes de lucha y de acción que lleven a la unión en defensa de la soberanía y de la democracia. Esta organización debe procurar la unidad, por encima de partidos, ideologías, religiones, sexo, edad, color de piel, origen nacional, preferencias sexuales, nivel socioeconómico en busca de la soberanía nacional y popular.


Contando con esta organización que pueda impulsarse desde la base de la sociedad en todos los rincones, en cada uno de los sectores y comunidades se tendrá la fuerza necesaria para ir avanzando paso a paso en la construcción de lo nuevo. Comenzando por construir la unidad del pueblo e impulsar su proceso de concientización.


No hay organización ni partido ni líder que deba tomar las decisiones. Si esto es así, el proceso fracasará tarde o temprano. La tarea de hoy es impulsar las condiciones para que asumiendo su soberanía el pueblo mande y decida lo que vaya en su interés. Solo socializando el proceso de toma de decisiones se podrá socializar los medios de producción, los mecanismos de información y comunicación, la vida cultural y social. Esto entre otras cosas implica un cambio de mentalidad para que el pueblo tome en sus propias manos su futuro y la construcción de lo nuevo.


Cuando en algunos países se han socializado los medios de producción sin que los trabajadores y el pueblo abrazaran su rol en este proceso, terminaron siendo países con un Capitalismo de Estado como pasó en Rusia, hoy pasa en China y en otros lados. Incluso la Revolución Mexicana, luego de grandes conquistas y logros terminó construyendo un Capitalismo de Estado hasta que lo destruyó el neoliberalismo y la dominación del Imperio del Norte.


De modo que para tener un programa que avance, debe ser construido, asumido e impulsado por la participación popular. Por ello cada paso que demos debe ser uno que recoja las aspiraciones populares y en el que demos pie al empoderamiento del pueblo. Para iniciar la Revolución de Octubre la consigna de Lenin fue: Pan, Tierra y Paz, demandas muy sentidas por toda la población.


El proceso de la construcción del socialismo y la destrucción del capitalismo es complejo y comienza por conquistar soberanía popular y nacional, por una renovación democrática, por labrar una gran unidad y preparar todas las condiciones para dar el siguiente paso. El triunfo del socialismo no se da de forma súbita y mágica, se desarrolla en etapas, hay avances y retrocesos y en cada coyuntura requiere de distintas tácticas para lograr el avance de la estrategia.

Contando con la organización de la clase obrera y el pueblo trabajador, con la organización de un amplio frente de lucha por la soberanía. Estaremos armados de los instrumentos que nos permitirán triunfar, siempre y cuando permanezcamos unidos con el pueblo y ligados a sus aspiraciones. En el mundo actual tenemos condiciones para la victoria del pueblo y la construcción de la alternativa y del modelo político, económico y social, para el bienestar de la sociedad y de cada ser humano. Dentro de esas condiciones, lo que falta es trabajo y más trabajo de organización y acción. Entonces sí enterraremos al difunto junto con su mortaja.



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